¿Por qué aún no has conseguido un trabajo que te guste?

Amanda se ha sentido perdida en el mundo laboral, esa sensación de no encontrar su sitio, su lugar. Algo muy habitual y con lo que igual te identificas, ¿verdad? Ella ha dado con el quid de la cuestión y, a través de su historia de vida, nos lo muestra y seguro que ayuda.

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Ilustración de Miriam S. de Arcos

¿Alguna vez te has sentido realmente bien en alguno de tus trabajos? Yo no y he trabajado en más de 15 empresas a lo largo de mi vida. Los únicos trabajos en los que me he sentido cómoda eran temporales, incluso de pocas semanas, con lo cual nunca he podido considerarlos como opción para «labrarme un futuro». Como resultado, mi curriculum es una larga lista de trabajos sin conexión aparente entre ellos.

Tengo 35 años y acabo de descubrir que, en el mundo de los recursos humanos, a las personas como yo se les llama Job Hoppers, algo así como «personas saltadoras de trabajos» y son miradas con bastante recelo antes de ser contratadas, lo cual por una parte entiendo y por la otra, sé que en el mundo de hoy es absolutamente ridículo. Es absurdo tener que estar dando explicaciones como si fuésemos criminales, cuando lo único que hemos hecho es probablemente aprender un montón de herramientas que nos van a ayudar incluso más que a otras personas candidatas al mismo puesto.

Siempre he sentido como si prácticamente tuviera que pedir disculpas por mi trayectoria laboral y nunca había entendido por qué, así que vamos a examinar mi historia, la historia de una saltadora en toda regla.

Cuando pienso en encajar en el mercado laboral, algo se me remueve dentro del estómago, es como si una parte de mi me dijera que haga lo que haga, no voy a estar cómoda y otra parte me hiciera sentir culpable por ello. Porque todo el mundo parece encajar en sus trabajos en algún punto, pero yo no. ¿Te suena esta frase? Cuando me comparaba con las personas de mi alrededor siempre pensaba que mi gran problema era no haberme centrado más en trabajar de «lo mío», pero es que lo que yo estudié no era lo mío, y lo hice porque ya había intentando estudiar otras dos carreras anteriormente y la cosa había acabado mal, así que me sentía culpable por haber perdido tiempo y dinero de mi familia. Vamos, que tenía la autoestima por los suelos.

Después de haber trabajado una sola vez haciendo aquello que aprendí en la Universidad, constaté que había vuelto a perder el tiempo estudiando lo que no era. A partir de ese momento, un pequeño trauma se quedó a vivir conmigo, el de no tener una profesión a la que aspirar. Justo después de haber terminado la carrera elegida, intenté estudiar de nuevo, porque tenía la sensación de que podía hacer algo más con mi futuro, de que podría labrarme una vida laboral mejor si aprendía algo más, de que mi familia se iba a sentir más orgullosa de mí si después de tanto perder el tiempo al menos terminaba dos carreras, como si fueran trofeos personales. Tampoco funcionó, así que ahora soy una trabajadora social a un año de ser periodista que, después de haber vivido y trabajado por unos cuantos rincones del mundo, sabe bastante inglés y algo de portugués y trabaja normalmente en el sector turístico.

Hasta hace poco todavía tenía pesadillas con carreras que empezaba y no acababa. Es como si nunca terminara de perdonarme y no me considerara a mí misma una persona seria por no haber seguido el mismo recorrido que las demás. Por eso me resulta curioso que cuando la gente me describe lo primero que dice de mí es que soy «muy trabajadora», creo que es porque siempre estoy hablando de trabajar duro y de ganar dinero para compensar cómo me he sentido siempre realmente: una semi-adulta que sigue soñando con la profesión ideal y no se centra como debe en una profesión concreta.

Se acabó. Quiero decir que ya basta, quiero decírmelo a mí misma y a ti, porque hace unos días me di cuenta de algo. De algo que puede parecer incluso triste, pero no lo es. Me di cuenta de que puede que mi salario no mejore nunca. ¿Por qué? Porque finalmente he aceptado qué es «lo mío». Lo mío es escribir y escribir no es exactamente una «carrera», por eso he saltado tanto y por eso nunca he descubierto un trabajo en el que poder ser yo misma, porque ningún trabajo es escribir, porque escribir es un verbo que se practica sin títulos. Ningún trabajo duro ni ningún diploma van a darme la satisfacción que siento al hacer esto.

Decía mi querida Elizabeth Gilbert en su libro Big Magic, que ella nunca esperó que la escritura la mantuviera, ella trabajó para poder mantener a la escritura, y así es exactamente como yo lo siento. Por eso, no me importan demasiado los títulos de mis trabajos, porque no me definen, porque solo me puedo definir yo misma y ahora ya sé quién soy y lo que quiero.

Así que sí, soy una job hopper, pero no porque no esté centrada, es porque no quiero exigir que mi pasión pague mis facturas, y sé que como yo hay millones de personas en el mundo. Por eso creo que tenemos que levantar la voz y no dudar de nuestra valía. Somos personas con sueños que trabajan en cosas que pagan esos sueños. Lo que más nos gusta hacer en la vida no está relacionado con la típica carrera laboral, de hecho puede que ni siquiera exista como tal, porque lo que nos gusta va más allá.

Tenemos que dejar de pensar que existe una profesión ideal para cada persona. Puede que exista, pero quizás no va a ser exactamente la encargada de pagarle las facturas. Tenemos que dejar de definirnos por lo que hacemos de 9 a 5, porque duele, y duele porque es absurdo. Porque no somos nuestros trabajos. No somos lo que hacemos en esas horas, somos mucho más. Así que desde hoy te propongo que dejes de mirar tu trayectoria y compararla con las personas que tienes alrededor, porque tu historia es probablemente muy diferente, porque tus aspiraciones en la vida son muy diferentes y eso no no te hace mejor ni peor que nadie. Ni siquiera creo que seas una persona que sueña más que otras o que vive con la cabeza en las nubes por no «asentarte» en ninguna profesión concreta. De hecho creo que hasta eres más práctica, porque haces lo que te apasiona, aunque no sea en las horas de trabajo. ¿A quién le importa eso?

Si sabes lo que te gusta hacer adelante; si tu sueño es convertirlo en tu profesión, adelante; si tu sueño es no exigirle a tu pasión que pague tus facturas, adelante. Si aún no has encontrado algo que te llene, adelante. No se trata de buscar infinitamente, solo de ir viviendo y sintiendo. Yo no creo en la vocación ni en que todas las personas estemos destinadas a hacer nada concreto en la vida, pero sí creo en que tenemos que hacer más de lo que nos gusta y vivir al máximo el tiempo que nos queda aquí y eso es lo que quiero transmitir escribiendo esto.

Espero que al saber que no eres la única persona que vive su vida laboral de forma diferente pueda haberte animado a quitarte un peso de los hombros tanto como a mi al escribrir este artículo.

Tú eres mucho más que lo que está escrito en tu currículum, eres infinitamente más que lo que dice sobre ti esa hoja burocrática aburrida. No dejes que esta cosa loca que hacemos 8 horas cada día y llamamos trabajo te defina como algo que no eres y que nunca has aspirado a ser.

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