Un corazón roto también florece

Paulina nos propone una mirada sanadora sobre los corazones que duelen, ¿existe la posibilidad de salir adelante? Siempre se vuelve a florecer.

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Ilustración de Leire Martin

Existen momentos de dolor tan profundo que es difícil imaginar algo más allá de ese dolor. Cuando este es del tipo emocional, afecta en todos los otros aspectos. Por ejemplo, se puede perder el apetito, o tener insomnio o sentir cansancio extremo. Es en esos momentos que contar con el apoyo de otres es indispensable. A veces la magia es eso, tener redes de apoyo que sostengan en momentos difíciles. ¿cómo ser esa persona que sostiene a otres? es algo que me pregunto.


Recuerdo el dolor de la ruptura con mi primer novio adolescente. Las lágrimas, la sensación de vacío y la presión en el pecho. Esas sensaciones corporales volverían a mi en otros momentos de duelo por una pérdida. Las pérdidas son parte de la experiencia de vida, no hay forma de evitarlas. Si has sufrido alguna, ¿quiénes o qué te sostuvo durante esos momentos?

El dolor es una experiencia corporal. Hace un par de años leí sobre el síndrome de takosubo. Este es una miocardiopatía, lo que significa que afecta al músculo del corazón. Es también conocido como el síndrome del corazón roto porque una de sus causas es emocional. El corazón adolorido puede cambiar su forma temporalmente como consecuencia de ese dolor. Aquí lo absurdo de separar a la mente del cuerpo y de las emociones. Los pueblos Mayas entienden al corazón como el centro de la razón. Esto resuena con las nociones de otros pueblos originarios de Abya Yala, los territorios que desde una mirada colonial nombraron “América”. De ahí viene la noción de sentipensar. Esto nos dice que existen maneras otras de entender un cuerpx donde la separación cuerpo-mente no aplica.


¿Cómo entendemos una pérdida, un duelo, la muerte?, ¿qué otras formas existen de vivirlos/entenderlos? Me pregunto esto porque busco crear herramientas que permitan acompañar a otres en su viaje por estas transiciones. Así las entiendo, como momentos de transición y transformación. Estoy certificándome como doula para acompañar a quienes necesitan un testigo de su dolor. Una doula acompaña y ofrece apoyo. La mayoría de doulas se enfocan al embarazo y postparto, pero también existen doulas de muerte.

Quiero abrir espacio a quienes viven el duelo por la pérdida de la salud, por la muerte de un ser querido, por vivir con dolor crónico, con endometriosis y por un diagnóstico terminal. Estos temas a veces se rodean de silencio lo que implica que se vivan en soledad. Crear comunidad es esencial para crear sociedades más justas. Se trata de vivir con otres, de poder compartir alegrías y dolores. También de construir redes que sostengan a quienes lo necesitan. Esa es una apuesta política para sanar heridas individuales y colectivas.

La feminista afroamericana Audre Lorde dijo, “hemos estado tristes desde hace tanto que la tierra podría llorar o volverse fértil”. En mi experiencia suceden ambas. Llorar, adentrarse en el dolor y después volver a florecer es posible. Nadie puede sanar el dolor de otre, pero si podemos acompañarle. Si alguna vez se te ha roto el corazón, sabes que la magia está en la capacidad de este para sanar. Esto es algo que puede ayudar en aquellos momentos difíciles, recordar que el síndrome del corazón roto es real, transforma y duele. Hay que vivirlo, nadie lo puede “arreglar”, pero es temporal. Un corazón roto también florece.

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