El mundo es un lugar cruel para las niñas

Cecilia nos presenta un breve análisis de «Shirley», la película que retrata la vida de la escritora estadounidense Shirley Jackson, su dolor y su increíble fortaleza.

Ilustración de Leire Martin

Desde los sombríos rincones de su escritorio Shirley Jackson escribe. Padece. Olvida. Rodeada de copiosas plantas, libros y copas de alcohol, su mente lucha por perdurar a través de sus palabras escritas y sobrevivir a los sufrimientos que se edifican a su alrededor.

Shirley (2020) es la última película de la directora Josephine Decker. Este drama semibiográfico cuenta con el guión de Sarah Gubbins y está basado en la novela de Susan Scarf Merrell del mismo nombre. Protagonizado por la cada vez más enorme Elisabeth Moss, esta historia nos permite acercarnos un poquito más a un período muy particular de la vida de la escritora estadounidense Shirley Jackson.

La película comienza con la llegada de Rose y Fred Nemser, una joven y prometedora pareja de estudiantes, a la casa de los escritores Shirley Jackson y Stanley Hyman. Allí podrán hospedarse un tiempo para perfeccionar sus carreras y desarrollar diferentes tareas académicas. Stanley se presenta como un artista afable y querible mientras que Shirley aparece como una mujer desconfiada, escurridiza y cínica. La mirada de la joven Rose, sin embargo, se ve completamente atraída hacia el enigma de esa mujer que se corporiza y se esfuma dejando su marca en cada habitación.

Muy pronto Rose comprende que su lugar en la casa no le permitirá del mismo modo que a su marido ocuparse de sus obligaciones académicas. Stanley la pone sutilmente a cargo de las tareas domésticas y al cuidado de una Shirley que parece derrumbarse cada día ante el dolor y el alcoholismo. Pero la fascinación mutua que empieza a construirse entre ambos personajes femeninos en aquellos momentos que comparten juntas en la enorme casona de Bennington, Vermont, es el centro de esta maravillosa historia.

Shirley se ve urgida, como tode escritore de prestigio, a avanzar con nuevas creaciones. Stanley la mantiene casi en un estado de encierro y le impide ver el mundo exterior con la excusa de ser esa la única manera a través de la cual podrá concentrarse y lograr sus mejores producciones. A medida que la historia avanza vemos cómo Stanley y Fred llevan una activa vida social (con romances extramatrimoniales incluidos para ambos) y académica mientras las dos mujeres se hunden en la profundidad de su íntimo vínculo, de su conexión emocional y personal.

Elisabeth Moss nos regala una de sus actuaciones más fabulosas y mágicas. Su intensa mirada se posa sobre los jóvenes ojos de Odessa Young (la actriz que interpreta a Rose) y aprendemos que entre ellas funciona algo que nadie desde afuera se animaría a interrumpir.

La búsqueda profesional, el perdurar ante la siempre amenazante juventud de les otres, el dolor ante una sociedad hipócrita y que no está lista para mujeres que no desean callarse mansamente, los miedos y traumas del patriarcado. Todos estos elementos afectan tanto a la joven Rose como a la consagrada Shirley. De ahí que entre ellas nazca una alianza indestructible, casi etérea y al mismo tiempo real y concreta.

Let’s pray for a boy. The world is too cruel to girls.

(Roguémos que sea niño. El mundo es muy cruel para las niñas).

Le dice Shirley a Rose cuando se entera de su embarazo. Y esta frase resuena aún hoy en mi memoria como dolor pero también como aprendizaje y como guía.

Aquí les dejo el trailer subtitulado de esta hermosa película:

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