Me estoy dejando las canas

Las canas se han empezado a vivir de otra manera durante la pandemia y Amanda reflexiona sobre ello.

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Ilustración de Miriam S. de Arcos

La epidemia por coronavirus no ha pasado indiferente por nuestras cabezas. Mientras la incertidumbre sobre el futuro crece, cada vez son más las mujeres que han enterrado el hacha de guerra contra su pelo y han decidido enseñar con orgullo sus canas.

Las canas como revolución

¿Qué ha cambiado durante los confinamientos que hemos vivido y seguimos viviendo en diferentes países? Yo no tengo la respuesta. Confieso que cuando la pandemia empezó, soñé con que nuestros comportamientos con respecto a la naturaleza dieran un giro de 180 grados, con que pusiéramos freno a la fast fashion que tantos estragos causa al planeta, con que redujéramos el consumo de plástico de un solo uso, con que entendiéramos que necesitamos acercarnos más a la naturaleza y alejarnos más de todas las paredes de cemento y metal que hemos construido.

Nada me hacía sospechar la inesperada revolución que iba a ocurrir.

Al principio pensé que era casualidad. Teniendo en cuenta que hasta las grandes marcas están empezando a incorporar a modelos con pelo blanco; las canas, aunque sigamos escondiéndolas, ya no son un tabú. Sin embargo, esta vez algo diferente se estaba cocinando.

Una noticia feliz

Todo empezó cuando mi madre dió la noticia, de pronto, aparecían mujeres con aquello de «me estoy dejando las canas» por todas las esquinas. La vecina, mi tía, las hermanas de mis amigas… no importa con quién hablase durante la cuarentena, siempre había una noticia feliz en el ambiente en medio de tanta tristeza e incertidumbre; la de una mujer que había decidido dejarse las canas.

Y digo feliz porque nuestra relación con las canas siempre ha sido de guerra, esclavitud y tortura. No tortura para ellas, el pelo no siente nada, las consecuencias de esta guerra sólo las hemos sufrido nosotras.

Las canas según el género

Dejamos de lado a los hombres con canas en este discurso por razones evidentes. Mientras en inglés existe un adjetivo tan elegante como silver fox -zorro plateado- para referirse a los que deciden mostrar con orgullo su pelo blanco, hay otro no tan chic para las mujeres: granny hair -pelo de abuela-. Nada en contra de las abuelas; son muy chics y elegantes, pero asumo que no tenemos que explicar por qué ambos nombres nos hacen sentir cosas tan diferentes.

Cirugía estética y naturalidad

Hasta aquí todo bien,pero alguien podría pensar. «Vale, está my bien, hasta las celebrities -incluyendo alguna reina y alguna duquesa- están empezando a presumir de canas aquí y allá, pero al mismo tiempo están operadas hasta las cejas, rellenas de ácido hialurónico y selectivamente paralizadas con botox. ¿Dónde se supone que queda la naturalidad?» Para esto sí tengo mi propia respuesta.

En primer lugar, yo llevo un relleno de ácido hialurónico. Esto no viene a cuento pero quería decirlo porque es importante. Después de un período de ansiedad bastante dramático perdí todo el volumen de mi cara y pasé de tener mejillas a tener prácticamente un hueco bajo los ojos. Ha sido una decisión muy acertada, y muy cara (estoy buscando otras alternativas). En fin, sólo quería incluirme en el pack de mujeres «no naturales» en un esfuerzo por luchar contra el estigma social que supone someterse a cualquier procedimiento estético.

Lo natural, puramente natural, no existe. Siempre estamos alterando las cosas que nos rodean y nuestro propio cuerpo y seguiremos haciéndolo, ya sea en nombre de la ciencia o de la medicina estética.

Tu propio equilibrio

Cada mujer sabe lo que es correcto para ella. Sí, estamos condicionadas por la moda de lo que sea que se considere deseable en cada momento, y lo seguiremos estando porque somos humanas, pero al mismo tiempo que estamos abriendo camino a más intervenciones quirúrgicas, estamos abriéndolo a más libre elección y más naturalidad en otros aspectos, como el empezar a presumir de pelo blanco. El equilibrio es algo que cada una de nosotras debe buscar por sí misma. Al mismo tiempo, para conseguirlo, primero debemos de luchar en conjunto. Es una bonita paradoja, y es lo que nos ha permitido conquistar libertades como colectivo, para que luego cada una pueda decidir qué elecciones quiere tomar.

Además, es curioso, pero siempre que nos alejamos de «lo natural» por algún camino, volvemos de una u otra forma a ello por otro. ¿Recuerdas cuando absolutamente todas las actrices porno se operaban el pecho? Prueba a encontrar una ahora. En serio, es mucho más complicado, y sí, hablo de pornografía porque seamos o no conscientes, siempre es un fiel reflejo -cuando no un catalizador en sí mismo- de la moda. Por cierto, también empiezan a volver a verse indicios de vello púbico. Gracias universo.

Libertad

Lo que hoy me gustaría celebrar aquí es la inclusión. En este caso, de las canas, porque si bien otros movimientos por los que hemos luchado nos han permitido empezar a ver modelos de diferentes razas y diferentes constituciones en los medios, la batalla contra la esclavitud del tinte no había cosechado demasiadas conquistas hasta ahora.

Hoy celebramos las primeras, y eso va a permitir que cualquier mujer que sueñe con liberarse de las cadenas y lucir su bonito pelo sea el que sea, pueda hacerlo más fácilmente. Sin insultos, sin miraditas, sin juicios. Por eso luchamos, no para que todas tomemos las mismas decisiones, sino para que cada una tenga la libertad de tomar las que quiera.

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