Justicia patriarcal

Entre todos la mataron y ella sola se murió.

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Ilustración de Marta A.

Esto lo escribo como mujer desde el dolor, el miedo, la impotencia y la sororidad.
Esto lo escribo como psicóloga desde el apoyo, la comprensión y la empatía.
Esto lo escribo como ser humano desde la incredulidad y la frustración.
Esto lo escribo con la rabia de quien piensa que no va a cambiar nada.
Esto lo escribo con la ilusión y la fuerza de quien cree que todo influye, todo suma y que entre todes podemos conseguir un mundo mejor.

Quiero que os pongáis en una situación. Una situación difícil de sentir o imaginar si nunca lo has vivido. Una situación que duele. Mucho. Imaginad que os han violado.

¿Cómo te sientes? ¿qué sensaciones tienes? ¿qué piensas? ¿qué haces?

¿Y si es alguien conocido? ¿Y si es tu pareja? ¿Y si es un amigo o familiar? ¿Y si es la primera vez que has visto a esa persona en tu vida? ¿Y si no es uno y son cinco? Son variables que influyen, ¿no creéis?. Aún así hablamos de violación y se tiene la imagen de un desconocido en un callejón a oscuras.

Vamos a ponernos en que decides acudir a denunciarlo. ¿Qué te encuentras? Que tienes que contar lo que acabas de vivir así tal cual. Probablemente no a una o a dos personas sino a más. Con la frialdad que eso genera. Pero lo haces.

Y llega otro momento culmen: ¿te creen?

Pero vamos a parar aquí. ¿Os dais cuenta de que esa pregunta también es violencia? Yo acudo a un sitio a denunciar un acto DELICTIVO y lo hago con dudas porque no se si me van a creer. Y a eso le sumamos el estigma que una violación conlleva, tener que contarlo en nuestro entorno, relatarlo y revivirlo en un juicio si llegamos a ello,… Pero desde el primer momento esa barrera: ¿me creerán?.

Y la pregunta realmente importante es ¿por qué no habrían de hacerlo?

Porque la violación se justifica en nuestra sociedad. Es duro, doloroso e injusto pero es así. Bienvenidos a la cultura de la violación y a la justicia patriarcal que la ampara.

Porque si accedo a ir a tal sitio ya se considera que consiento TODO. Porque si le beso estoy aceptando TODO. Si es mi pareja ya ni os quiero contar. Porque si llevo puesta una falda corta o un escote, lo estaba buscando. Porque si me resisto era un claro caso de -esa falacia cien mil veces repetida- “cuando las mujeres dicen NO quieren decir que sí”. Porque si no luché, estando aterrada, es que quería. Porque si no cuadra nada de lo anterior, seguro que sonreí y le invité a ello.

Porque un machirulo no se puede creer que nos resistamos a sus “encantos”, porque él nos va a dar lo que realmente queremos. Porque si denunciamos, lo hacemos para fastidiar SU vida, ya que la nuestra no se tiene en cuenta.

NO.
Basta ya.

No es normal que nos pregunten en un juicio por la ropa que llevábamos. Mejor dicho: no es justo. Eso no es justicia, eso es justicia patriarcal.
No es justo que nos pregunten si cerramos bien las piernas.
No es justo que nos pregunten si dejamos claro que no queríamos o si nos resistimos.
No es justo que se admita como prueba de consentimiento que llevabamos puesto un tanga rojo. #thisisnotconsent
No es justo que haber tenido relaciones sexuales consentidas anteriormente con el número de personas que hayamos querido, implique que nos puedan violar.
No es justo que rebajen la condena de nuestro jefe tras dos horas de palizas y una violación porque de pequeña estabamos en el club de teatro del colegio y se considera que entonces podemos “dramatizar” nuestro testimonio.
No es justo que nos droguen, violen y empalen y que no pase nada.
No es justo que se crea antes que las mujeres vamos a hacer una orgía con unos tipos en un portal a que éstos nos metieron ahí para hacer lo que querían.
No es justo que llever condones en el bolso de licencia a los violadores para hacerlo.
No es justo que duden de nuestra palabra y no de la suya por el mero hecho del género al que pertenecemos.
No es justo que se considere que no hay agresión si no existe una violencia física explícita que deje marcas.
No es justo que aunque las deje, si para antes de matarnos, se considere un maltrato ocasional y no un intento de homicidio.
No es justo vivir con miedo a que nos pueda pasar, recibir ataques verbales, supuestos piropos que -si no son bien recibidos- se transforman en desprecio, insultos, amenazas.
No es justo que si nos matan nos ridiculicen porque no denunciamos. Eso se llama en psicología Indefensión Aprendida.
No es justo que si denunciamos tengamos que poner tierra de por medio.
No es justo que si no vamos con compañía masculina se considere que vamos “solas”.
No es justo que no nos crean.

Nada de eso es justo.

Y tampoco lo es que seamos nosotras las que tengamos que vivir “con cuidado”. Que estos “peligros” hayan servido para aleccionarnos, para saber -o intuir- donde estamos supuestamente seguras y donde no. Que todo esto haga que tengamos una imagen de un violador como un “monstruo”, extraño, trastornado y no como un ser humano normal que ha crecido, vivido y se ha alimentado de la cultura de la violación.

Tampoco lo es que eso mismo haga que nos culpemos, responsabilicemos y cuestionemos si podíamos haber hecho algo más.

Esto no es justicia igualitaria. No es justicia feminista. Es justicia patriarcal y no nos vamos a callar por un “minúsculo” detalle -modo ironía ON- porque VIVAS NO QUEREMOS.

EXTRAS:

Esta canción de La otra que, si no la conocéis, no podéis dejar de escuchar su letra:

Y también quiero aprovechar para recomendar el libro “Microfísica sexista del poder” de Nerea Barjola (Virus Editorial, 2018) en el que -a través del caso Alcàsser que vivimos en España en los 90- hace todo un recorrido de como se construye ese terror sexual que nos han inculcado. Es magistral.

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