Alanis

La belleza esta en los ojos del que mira. Dependiendo de quién mire, puede ver belleza o no.

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Ilustración: Laura Farlete

En el cine, como en cualquier otro arte, miramos una pantalla, en donde los hombres actúan y las mujeres simplemente aparecen. Ellos llevan la acción, ellas la adornan. Hay  excepciones, pero siguen siendo eso, películas que se salen de la norma. ¿Quién construye esas imágenes?, ¿Las mujeres aparecen tal cuál son, o tal cual las vemos? ¿Son objeto o sujeto?

Una película que se sale fuera de esa norma es Alanis. Una película argentina dirigida por una directora, Anahí Berneri, cuya protagonista es una trabajadora sexual, madre de un niño pequeño.

Si decimos que la belleza depende de quién mira, la prostitución levanta tantas o más opiniones que cuando decimos a mi esto me parece bello o no. Caemos en binarismos, sí o no, y en enfrentamientos que nunca acaban entre abolicionistas y regulacionistas. Alanis genera este debate.

La película es el retrato de Alanis, una prostituta argentina que trabaja en un piso, en el que vive de manera precaria con su hijo y otra prostituta. Ese es su hogar y su lugar de trabajo. Su compañera le ayuda en los cuidados con su hijo. Pero, un día la policía rompe ese equilibrio, y Alanis empieza a vagar y a sobrevivir dentro de los márgenes del sistema. Alanis vive como puede, como quiere y como la dejan, y así va bandeando los problemas que se le van planteando, de manera precaria, y siempre acompañada por su hijo, Dante. Las imágenes entre madre e hijo (en la ficción y en la vida real) son de una ternura y una realidad brutal.

¿Es posible vincular lo macro y lo micro? ¿Es posible abordar una película así, que cuenta una historia concreta, y generar puentes entre lo que parece utópico, la abolición de la prostitución, generando pensamiento crítico sobre por qué son los cuerpos de las mujeres los que están a disposición pública; y los problemas reales que existen en las vidas de las trabajadoras del sexo, regulando desde las políticas públicas de cada país?

El patriarcado ha perpetuado un sistema en el que existe un escaparate público de mujeres al alcance de cualquier hombre que pueda permitirse pagar una cantidad de dinero por mantener relaciones sexuales con ellas. ¿Por qué? ¿Para qué? Pero, ¿y esas mujeres? Prostitutas – trabajadoras del sexo – putas. En teoría la ideología la veo clara, pero en la práctica, cuando aterrizas en las vidas de estas mujeres, la realidad y los problemas son otros. Ellas tienen capacidad de decidir, y así lo manifiestan. En un coloquio organizado tras la proyección de la película en un cine, varias trabajadoras del sexo, tanto prostitutas de piso, de calle, y de club; mayoritariamente mujeres, pero también hombres, hablaban de que ellas han elegido esa profesión, y que están hartas de que se ahonde más en el estigma, en vez de hablar de derechos. Que ellas eligen, son sujetos con capacidad de decisión y elección. Aquí algunas de las cosas que dijeron:

La prostitución no es trata.

El trabajo sexual no esta regulado. Les trabajadores sexuales no cotizan a la seguridad social, no tienen derechos laborales: ni bajas por maternidad, por enfermedad, asistencia médica, pensiones…Como personas y ciudadanas, ¿dónde están nuestros derechos? (Pero, ¿qué cliente/votante medio emitiría una factura por los servicios prestados?).

Las políticas de inclusión tienen que revisarse. ¿Por qué los trabajos que se nos ofrecen para dejar de ejercer la prostitución son los mismos puestos que dejamos anteriormente? (El trabajo como limpiadoras se ve en la película de Alanis como la opción para dejar la prostitución. Pero esta muy mal pagado, y valorado socialmente. ¿Quién ejerce los cuidados? De nuevo, la precariedad de las trabajadoras de la limpieza, tanto en sueldos como en condiciones).

A los hombres se les educa a follar sin deseo, a las mujeres no.

Mientras la lucha siga no queremos que se vulneren nuestros derechos.

Anahí Berneri se reunió, antes de realizar la película, con Ammar, Asociación de Mujeres meretrices de Argentina, favorables a la regulación de la prostitución. Y también con la Asociación de Mujeres argentinas por los Derechos Humanos, a favor de la abolición. Según sus palabras era imposible no conmoverse con cualquiera de las dos posturas. En ambas, aparecía la violencia institucional que sufren y la hipocresía moral alrededor de la prostitución.

Alanis es un película carnal, callejera, urgente, amorosa y política. Una película indispensable para generar otros referentes no victimarios de mujeres en el cine que nos inunda de mujeres florero.

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