Violación en el cine

Agresiones sexuales impunes en la pantalla, en la industria y en la sociedad.

Hace unos meses hablábamos en nuestra sección de cine sobre cómo, para rodar las más famosas escenas eróticas, algunas actrices habían sido agredidas y engañadas por directores y/o actores con el fin de de alcanzar una mayor credibilidad de la escena y elevar así el plano artístico. De hecho, durante años, muchas actrices han sido víctimas directas de diversas formas de violencia sexual ejercida por productores, directores o compañeros de rodaje. Estas agresiones y prácticas normalizadas y casi cotidianas consiguieron crear un clima de impunidad que silenciaba cualquier intento de acusación.

Aunque denunciado durante décadas por diversas voces de la industria, no ha sido hasta los últimos años cuando el volumen se ha alzado por encima del miedo y por fin hemos averiguado que tras esa fachada de magia y glamour que destila Hollywood se esconden turbulentas historias de acoso sexual. Como las protagonizadas por el productor Harvey Weinstein, que resultaron ser de conocimiento público entre las celebrities.

El productor Harvey Weinstein. Foto de David Shankbone.

Un verdadero escándalo que aún no ha terminado. Cada vez son más los actores acusados de violencia sexual, como el actor Kevin Spacey, que ha visto como ha sido cancelada su actuación en la serie de Netflix House of cards.

En España, tampoco nos hemos librado de tales agresiones, tal y como denunció Leticia Dolera, actriz, guionista y directora española en el artículo «el machismo se había vestido de normalidad». Y ya va siendo hora que las vayamos destapando.

Adentrándonos en la ficción, en lo que se refiere a la sexualidad en el cine, tradicionalmente se ha reflejado a la mujer como mero instrumento sexual al servicio del hombre. En las películas anteriores a los ochenta cuyo argumento giraba alrededor de la violación, el verdadero peso de la historia recaía sobre un hombre que clamaba venganza para recuperar la honra mancillada de su hija/esposa. Buenos ejemplos de ello son películas históricas y de gran calidad como «El manantial de las doncellas» o «Perros de Paja» (esta última, con Dustin Hoffman como protagonista, también en el punto de mira por denuncias de acoso).

No fue quizás hasta la llegada de la  película de Acusados (The Accused) de Jonathan Kaplan, cuando se comenzaron a hacer películas con cierta sensibilidad desde el punto de vista de las víctimas.

Acusados es una película que pone sobre la mesa un tema de máxima actualidad en España a raíz del juicio de «la manada». Las violaciones en grupo y lo que el proceso judicial entraña para la victima, donde existe un enjuiciamiento hacía su propia persona, evaluando si ha incitado a la violación, si se ha resistido lo suficiente o si se ha mostrado lo convenientemente traumatizada tras el suceso. Asusta un poco que esta película de 1988, rodada hace casi 30 años, refleje tan nítidamente nuestra realidad social. Asusta, pero mas que asustar, entristece. La película tiene como protagonistas a  Jodie Foster (Sarah Tobias) y Kelly McGillis, (Kathryn Murphy) como víctima y abogada. El personaje de Foster sufre una violación grupal en un bar y acude a la policía para hacer justicia, sin embargo, nadie la cree a excepción de la ayudante del fiscal que la ayudará durante todo el proceso judicial.

La crítica alabó el trabajo de Foster por encima de cualquier otro elemento del film, con un personaje que va madurando conforme avanza la trama. Gracias a él ganó su primer Oscar y consiguió sacar adelante una película que hubiera quedado huérfana sin su presencia. Kelli McGillis tampoco desmerece en su papel de abogada de clase alta con algunos prejuicios sociales con su futura clienta. McGillis aceptó el guión inspirada en la dramática experiencia que sufrió unos años antes: fue víctima de una violación en su propia casa.

Sin lugar a dudas, la escena más destacada del film por su crudeza es la de la violación en el bar. La trama gira en torno a esa escena, pero me parece un acierto que no se presente hasta el final. Solo la escena de la violación de Irreversible supera a tan desgarradora escena y de la que ya hablamos anteriormente en esta sección.

Durante el juicio se pone de manifiesto otro elemento clave en la trama: los cómplices, los incitadores; «la manada». ¿Son también culpables aquellos que instigan pero no “disparan”? Preguntas que intenta contestar Kathryn Murphy en el proceso. Quizás sea nuestra sociedad patriarcal una de las colaboradoras menos evidente, silenciosa y permisiva.

» ¡Hazla gritar, empuja fuerte! Lo que hicieron estos hombres es peor que nada. (…) Ellos se aseguraron que Sarah Tobias fuera violada, violada y violada. Y ahora, díganme ustedes, ¿Eso no es nada?» Alegato final de Kathryn Murphy.

Según la OMS, una de cada 3 mujeres  en el mundo han sufrido violencia física y/o sexual de pareja o violencia sexual por terceros en algún momento de su vida. Por eso, esta película  toma un poderoso protagonismo en estos tiempos que corren, donde el proceso del «caso de San Fermín» en España y cientos de otros procesos aquí y en el resto del mundo, son claves no sólo para que las condenas que lleguen dejen de mostrar un contexto de impunidad a los agresores,  sino por el que el mismo proceso judicial cambie y la victima deje de tener que demostrar que no es culpable de lo que le está pasando.

 

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