Tu piropo me agrede

¡Alexandra se une a la familia PK! Este mes nos habla de piropos, de miedos y de activismo feminista a través de la canción de Def con Dos ‘Agrupación de Mujeres Violentas’.

Ilustración: Elisa Sancho

Estamos cansadas. No, perdón. Creo que ese adjetivo es poco acertado. Estamos hartas. Y hablo por todas. Muy hartas. Mucha conciencia popular, pero a la hora de la verdad, lo único que veo son codazos entre colegas cuando una chica pasa por la calle y, posteriormente, gritos con contenido sexual a chicas que lo único que hacen es estar tranquilamente por un espacio público.

La violencia, por norma general, nos debería causar asco, lástima, rabia y cierta pena. Hay mil violencias diferentes, pero a mí hay una que me enerva y me hace enloquecer a niveles inimaginables. Es el tipo de violencia que podríamos denominar como violencia estructural. La definiría como aquella violencia implícita y constante que es ejercida hacia un colectivo y que, además, es naturalizada para que se mantenga en nuestra sociedad sin ser cuestionada.

Def con Dos, allá por 1999, publicó el disco Ultramemia. En él se encuentra Agrupación de mujeres violentas, una canción que trata sobre el acoso callejero, sobre cómo nos sentimos cuando alguien nos grita algo por la calle y sobre la normalización de ese tipo de violencia. También nos anima a saber defendernos, a quejarnos, a gritar o a cómo actuar violentamente ante un acoso. Nos recuerda nuestra lucha.

Me hace gracia, porque la canción es de hace diecisiete años. Y, lamentablemente, podría ser perfectamente de hace dos meses. No ha cambiado nada. “Llora Susana cuando viene del metro por las barbaridades que le grita siempre un viejo. Hoy son guarradas, mañana tocamientos, ¡es que vas provocando con esos vaqueros!”, canta César Strawberry justo al empezar la canción.

¿No os resulta familiar? Cuántas veces habré visto a chicas alejándose disimuladamente de alguna entrepierna que se ha acercado demasiado a ellas en el metro. O chicas aguantando obscenidades gritadas desde la otra punta de la calle. O colegas debatiendo sobre la relación que se establece entre los diámetros de tela que tiene nuestra ropa y nuestras ganas de que nos miren. Porque recordad, ellos son los que nos miran.

«Y debes aprender a bajar la mirada y asumir como normal el acoso y la humillación cotidiana del mundo hombruno, mundo peludo, y aguántales, que el universo es suyo». Pues sí César, tal cual. El espacio público es suyo. En el momento en el que entre nosotras nos enviamos un mensaje cuando llegamos a casa por miedo a no llegar algún día, el espacio público es suyo. Cuando creen que tienen el derecho de opinar sobre nuestro cuerpo, como si fuésemos un maniquí de escaparate, realmente creen que espacio público es suyo. Recordemos que una mujer pública es una prostituta según la Real Academia Española, mientras que un hombre público es un “hombre que tiene presencia e influjo en la vida social”.

Ya sé que sabemos esto. Pero quiero recordarlo porque parece ser que nos alarmamos mucho con la definición de la RAE, pero no nos damos cuenta de que la realidad es muy similar a esta definición. Por el simple hecho de estar en las calles, somos vulnerables. Ah, y no sólo eso, sino que tenemos un horario establecido para estar en la vía pública. Y si no lo cumplimos, cuidado, que encima igual es nuestra culpa si nos pasa algo después de las 12 de la noche. De verdad que no entiendo cómo hay gente que se permite hablar de igualdad.

Me da la sensación que las cosas obvias no hace falta repetirlas. Cómo alguien va a ver normal acosar a otro alguien por la calle. No puedes gritarle burradas a una mujer por el simple hecho de ser mujer. Ni la ropa, ni la actitud, ni el lugar, ni la persona, te da derecho a ejercer el acoso callejero. Ya sé que muches vendrán con el cuento de “sois unas exageradas”, “solo son piropos”. Mira, paso. Los malditos piropos son las manifestaciones de violencia estructural que más me molestan y me repugnan. Cada vez que oigo una barbaridad sexual o veo acoso callejero, me recuerda que aún hay gente que se cree que la calle es suya, que creen tener el poder de decirnos lo que les dé la gana. Y no, las cosas no van así.

¿Cuál es la solución? ¿Cómo debemos reaccionar? Me lo pregunto muchísimo y no tengo respuesta. La canción acaba con este mensaje: “ha llegado el turno de plantarle cara a este problema que también es tuyo. Mujer pensante, mujer despierta, mujer que lucha, mujer violenta”. Entonces qué, ¿creamos la Agrupación de mujeres violentas? Ojalá sirviera de algo, pero lo dudo. No creo que la solución sea empezar a pegar a todos los machistas que nos encontremos por la calle. ¿Que a veces tenemos muchas ganas? Bueno, es posible. Pero nada de eso pararía la reproducción de estos comportamientos en nuestra sociedad. Sólo lo puede parar una cosa, la cultura, aquello que precisamente nos están arrebatando.

1 Comentario

  1. claudia Medina

    Me gusta…,interesante otros puntos d vista.. Enriquesen..y si.., es toda una lucha.., pero si tenemos q enseñarles hasta q la calle no es su espacio particular xra hacer sus necesidades fisiológicas!!!..

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