Consumir toda nuestra vida

Gran parte de lo que consumimos es el resultado de un implacable y meticuloso trabajo que nos hace creer que lo que compramos es absolutamente necesario. Este mes, intentaremos desenlazar la relación publicitaria entre mujeres y consumo.


Ilustración: Blanca


Algunas palabras son fácilmente relacionables a la mujer o a la condición femenina, y esto no es necesariamente así por decisión nuestra. Una de ellas es el término «consumo», el acto que nos lleva a comprar, a necesitar, a desear bienes, servicios, figuras y tipos de cuerpos e ideas. Gran parte de lo que consumimos es el resultado de un implacable trabajo diario que nos hace creer que lo que compramos es absolutamente necesario, que no podemos seguir adelante sin ello y que para pertenecer, ser alguien y ser reconocido hay que vestirse, perfumarse o arreglarse de determinada forma.

Si bien en las sociedades capitalistas en las que vivimos, todos consumimos y somos objetivo de distintos tipos de productos, está muy claro y nadie puede negar que las mujeres somos unas de las destinatarias más permanentes y constantes de miles de productos, ideas, modelos, figuras y formas de ser que muchas veces terminamos aceptando (a veces a regañadientes, otras veces no tanto) como importantes y esenciales en nuestra vida. Si queremos hacer un análisis más complejo, podemos decir que la idea misma de que el consumo se identifica más con la mujer que con el hombre es también una creación consumista que tiene como fin crear un público decidido, determinado, seguro y fiel para seguir comprando: mujeres insatisfechas, sumisas, que aceptan las reglas del juego y que saben que para ser, hace falta tener.

 

Publicidad de vino con la leyenda «¿Qué haces, mi querida, para permanecer bella? Bebo cada día Coca de los Incas» – Principios de siglo XX
 

La publicidad como fenómeno social ha tenido, innegablemente a lo largo del siglo XX y hasta la actualidad, un desarrollo impresionante. Publicidad aliada muchas veces de empresas, marcas, modelos y formas de moralidad que transmiten estructuras sociales invisibles pero muy presentes: el ideal de una mujer servicial y doméstica característica de otras décadas ha sido reemplazado con el tiempo por el ideal de una mujer que cuida su cuerpo y hace ejercicio, individualista y sólo preocupada por su éxito personal, la competencia y el triunfo, cuyo único objetivo es consumir. La mujer madura y elegante ha sido transformada hacia una mujer casi adolescente, con todos los productos de belleza orientados a ese fin. De mujeres que disfrutan la familia y las masas con té y amigas, pasamos a mujeres que disfrutan las fiestas, vestir buenas marcas y las relaciones informales.

Todas estas ideas, en definitiva, nos hablan siempre de un único tipo de mujer que deja afuera a todas aquellas que no tienen esos intereses, que buscan otra realidad o que, incluso, pueden no tener fácil el hecho de dar con la talla de tales exigencias y que, con su inseguridad en alta, son las víctimas más fáciles para adquirir todo lo que se les imponga.

Por otro lado, cualquiera sea el ideal de mujer de cada época, encontramos varios elementos en común que permanecen a través de los tiempos y que construyen la idea de que la mujer sólo consume productos de belleza, productos de limpieza o de cuidado del cuerpo y la casa. Pocas veces se ve a la mujer consumiendo productos culturales.

 

Publicidad de vino con la leyenda «¿Qué haces, mi querida, para permanecer bella? Bebo cada día Coca de los Incas» – Principios de siglo XX
 

Muy pocas veces la mujer es el objetivo de productos históricamente ligados al consumo masculino como los autos, bebidas alcóholicas fuertes o herramientas. Recién en los últimos años presenciamos publicidades que se permiten crear el ideal de mujeres que disfrutan del deporte por gusto personal y (¡oh, locura!) juegan al fútbol -aunque aún ellas están ligadas al consumo de determinadas prendas o marcas de ropa-. En otros casos, encontramos eventos históricos que han significado alguna forma de liberación femenina utilizados para vender productos o para demostrar que aún con cambios, la mujer sigue siendo lo mismo de siempre: un individuo consumista.

Otros elementos que destacan y que hacen del consumo una parte importante de la vida femenina (o al menos así nos quieren hacer creer) es la idealización de la figura: cambian los tiempos y cambian los modelos ideales de cuerpos pero siempre se estará buscando que la mujer sea bella, que logre dar con esa belleza y si no lo puede naturalmente, que consuma elementos que la acerquen lo más posible a ellos. Mientras en otras épocas la silueta femenina se marcaba con ajustados corsets y permanentes en el cabello, hoy la mujer ideal es casi tan delgada como un papel y siempre de pelo largo y sensual. No hay lugar posible para la diversidad de cuerpos, de rasgos, de pieles y de simpatías. Tema aparte, el atractivo femenino siempre pasa por la sensualidad e incluso ese ideal se utiliza, como se puede ver en una de las publicidad de la galería, para que consuma anteojos.

No es un dato menor que muchas de las publicidades que históricamente nos han llevado a consumir tales o cuales productos estén pensadas indirectamente para atraer al hombre, al mismo tiempo que muchas publicidades masculinas también muestran mensajes subliminales para la mujer. Desde publicidades que marcan el rol de la mujer en la casa y el límite impuesto a la mujer por los productos de limpieza, de cuidado de los niños o de cocina, pasando por publicidades que nos hacen consumir productos para tener la figura más esbelta y atractiva hasta situaciones que nos convencen sobre que el éxito sólo se da si sos bella de acuerdo a los cánones de gusto masculino, todo está orientado para hacer que las mujeres sean inseguras y determinen su rol social sólo a partir de lo que los medios de comunicación, las empresas, el mercado o las marcas señalan.

A continuación compartimos algunos ejemplos que nos permiten comparar incluso épocas para ver detrás de ellas los mismos ideales:

Publicidad para adelgazar de principios de siglo XX
Publicdad de 1970 de lápices de labios.
Publicidad de los ’60. «Lográ un mejor bronceado».
«Antes estaba desnuda». Publicidad actual para anteojos.
Publicidad de corbatas de 1950. «Demuéstrale que es un mundo de hombres».
Publicidad de productos de cocina los ’70. «El Jefe hace todo pero cocinar, eso es para lo que están las mujeres».
Publicidad de principios de siglo XX.
«Alguien tenía que romper las reglas. Dash rompió las reglas de la limpieza». Publicidad de los ’60 sobre productos de limpieza que juega con la liberación femenina de la época.
Publicidad de los ’70 que señala «Has recorrido muchacha, un largo camino ya», haciendo referencia a la imposibilidad de la mujer de fumar pero generando un nuevo tipo de consumo.
Publicidad de los ’70 que señala «Has recorrido muchacha, un largo camino ya», haciendo referencia a la imposibilidad de la mujer de fumar pero generando un nuevo tipo de consumo.
Publicidad de los ’80 de cremas faciales con el lema «¿Quién es la enmascarada?»
Publicidad con el lema «La fuerza es belleza» que busca romper con el ideal de mujer débil y construye el de mujer competitiva.
Publicidad de Adidas sobre productos de vestimenta deportiva con figuras famosas para generar adhesión y admiración.
Publicidad de cigarrillos de 1940. «Para tener una buena figura, nadie puede negar… Lucky Strike».
«¿Tenés ya el cuerpo de playa?» Publicidad actual sobre productos para hacer dieta.
Publicidad de los ’80 sobre el cuerpo ideal logrado con una bebida.
Publicidad de principios de siglo con el lema «Reduzca su carne».
Publicidad de productos de higiene femenina como afirmación de la libertad, y también rebosante de rosa.
Publicidad de los ’50 para vender jabones a mujeres que sólo limpian la casa.
Publicidad sobre productos de limpieza que utiliza el histórico diseño de «We Can Do It» feminista.
Publicidad de fines del siglo XIX de máquinas de coser con una mujer como única usuaria.
Publicidad actual de perfume que divide a las mujeres en la dicotomía «ángel o demonio», mujeres buenas o malas.
Publicidad actual de perfume para una mujer «muy irresistible».
Publicidad de ropa interior – 2000
Controversial publicidad de ropa interior de Victoria’s Secret titulada «El cuerpo perfecto» que dio lugar a muchas críticas.
Publicidad actual sobre productos de higiene femenina con la frase «Tal vez los colores te distraigan del infierno que estés pasando».
Publicidad actual de productos de higiene femenina rebosante de rosa.

Por último, queremos compartir con ustedes dos publicidades argentinas. La primera es de la década de 1980, en la que se juega con la violencia de género en pos del consumo de un producto. La segunda, es parte de un conjunto de publicidades de un banco en las que el marido y la mujer se dividen entre decisiones de pareja: si gastar o no gastar, si arreglar la casa o no, si irse de viaje o no. Si bien esta segunda publicidad implica una renovación en cuanto al rol de la mujer en la pareja y en la familia (la mujer no siempre está en la casa al cuidado de la hija de ambos), remarca insistentemente la actitud consumista y desenfrenada del personaje femenino a quien no se le conoce profesión ni otros gustos más que comprar cualquier cosa que se le ponga por delante de sus narices.

Pensá después de ver estas publicidades y las que compartimos más arriba…. ¿Y si dejamos de permitir que sean las publicidades las que determinen nuestros gustos, nuestras necesidades e intereses? ¿Por qué no empezamos a delinear nuestras figuras nosotras mismas sin que se nos abarrote de recomendaciones, pautas de consumo y obligaciones morales?

 

 

 

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