La libre elección

Esta Frida nos invita a cuestionárnoslo todo. ¿Qué conlleva el matrimonio dentro de la sociedad en la que vivimos? ¿Qué supone no querer pasar por algo tan aceptado? ¿Por qué muchas seguimos soñando con él?


Fotografía: Miriam Sánchez


Cuando una persona empieza a cuestionarse todo lo que le han enseñado, lo que ha aprendido, lo que ha leído, lo que fue evaluado en un examen, lo que le contaron durante aquella regañiña siendo aún pequeña… se abre una puerta que es muy difícil volver a cerrar.

Se comienza a mirar, escuchar y andar de una forma muy diferente a la que habías interiorizado; digamos que lo haces desde unas gafas muy distintas, las lentes desde las que nos vamos liberando a base de encontrar hilos conductores, causas y razones por las que somos quiénes somos y pensamos y actuamos como lo hacemos.

Es ese el momento en el que se te enciende la bombilla y te das cuenta de que el hecho de nacer en un sitio, en un momento determinado, en una familia de una clase y nivel socioeconómico específico, con un color de piel en concreto y con un sexo asignado fueron los elementos, entre otros factores, que te pusieron por delante los caminos preestablecidos pensados para que siguieras durante, en mucho casos, el resto de tu vida.

Y después ya no hay vuelta atrás, y te ves envuelta en ese escepticismo cartesiano que lo torna todo no tan evidente, que difumina tus esquemas mentales y que hace que los cimientos de todos tu mundo se tambaleen.

Y entonces solo queda reconstruirte, aprehenderte, a ti misma y a tu contexto, comprender a tu ello, yo y superyó desde un diálogo y reflexión que nunca antes habías mantenido.

Y de repente, te has vuelto una yonki de las preguntas, la curiosidad, la duda. En definitiva, te has vuelto adicta a aprender, a crecer, y ya no concibes vivir de otra forma; ya no te conformas.

Y así fue como, sin comerlo ni beberlo, un gran día me di cuenta de que era feminista, y de que mi lucha hacía ya un tiempo que había empezado.

Y una vez comencé a cuestionarme las razones de mi forma de vestir, mis gustos, mis inseguridades, mi manera de hablar y de gesticular, los colores que protagonizaban mi día a día, lo simbólico de las palabras en algunas situaciones, mis proyectos de vida, aquellos que mi madre quería para mí, eso otro de lo que mi padre me advirtió… llegó el amor hacia mí misma, hacia mi cuerpo, hacia mis líneas atigradas, hacia mis pelos de los que me enseñaron a avergonzarme. Y se fue acabando la autodestrucción, y fui borrando las presiones, y guardándolas, y enterrando a toda aquella persona que coartaba mi amor y mi libertad.

Y al mismo tiempo, como si de la mano caminasen, llegó la conciencia de clase, y vino el odio hacia el capitalismo, y le di la bienvenida a actuar y a no callar ante la explotación animal, así como ante cualquier tipo de maltrato. Y me percaté de que estaban asesinando, sí, y delante de mi narices, y fui dejando de ser cómplice poco a poco y día tras día.

Y con la rabia y las ganas a flor de piel, acompañada de las contradicciones que esta tesitura trae consigo cuando eres parte de la sociedad occidental, también comencé a darle la patada al etnocentrismo, y a replantearme mi forma de relacionarme con el resto, cómo vivía mis sexualidad, mis relaciones interpersonales, mis emociones y, con todo ello, a cuestionar la institución de la familia tradicional y el matrimonio.

¿Existe una forma correcta de vivir? ¿Hay una única forma de relacionarse? ¿Es formar una familia una manera de escapar de la soledad? Porque… ¿acabaré sola si no constituyo mi propia familia? ¿Y será negativo para mí estar sola? ¿Y casarme? mis padres están casados… ¿Qué consecuencias tiene a nivel judicial y administrativo no casarme? Y la fidelidad en un matrimonio, ¿es factible? ¿Qué se esconde detrás de la valoración social existente respecto a la fidelidad en una relación? ¿Qué historia e ideología subyacen en estas concepciones? ¿Y los hijos? ¿Se supone que debo reproducirme? ¿Qué es lo que otros quieren para mí? ¿Qué es lo que se supone que debo hacer según mis características sociodemográficas, culturales, sexuales, etc? ¿Qué es lo que quiero yo para mí? ¿Qué me hace feliz? ¿Qué me representa?

¡Ahí va! otra crisis personal para el bote.

Existen muchísimas formas de relacionarse, y dejar de creer que somos el centro del mundo para prestar atención a otras culturas, en otros lugares, nos lo confirma. Nacer bajo unas características concretas no asienta las bases de lo que será nuestra vida, aunque existan patrones de conducta mayoritarios en cada sociedad. Tenemos la capacidad de buscar, comparar, informarnos y decidir qué queremos hacer con los días de los que disponemos, y conocer nuestras alternativas nos hará libres.

No hay una forma mala y otra buena, no se trata de blanco o negro, la sociedad no es homogénea; la diversidad enriquece. La existencia del matrimonio, el matrimonio como se entiende en la mayoría de países occidentales, esconde unos intereses detrás, unas connotaciones muy concretas, y resulta necesario y urgente conocerlas para ser consciente de qué es lo que se fomenta y se perpetúa con un «sí quiero».

Asimismo, tampoco existe una manera correcta de vivir las relaciones con los demás.

Hace ya un tiempo que se han venido derribando los mitos del amor romántico, el amor convencional, el patriarcal, tóxico, posesivo, ese que extrapola el concepto de propiedad privada a las propias personas. Ese que compara amor con dependencia, posesión, exigencias. El amor de la media naranja para estar completas, del matrimonio para sentar la cabeza, de los sentimientos como creación divina sin explicación.

El amor que conforma, precisamente, la base del matrimonio monógamo y excluyente y la convivencia obligatoria, de la familia estable de padre y madre biológica para evitar carencias en los hijos; el amor de la heterosexualidad preferiblemente.

El concepto de amor que nos hace reafirmarnos y gritar aún más alto que lo personal es político, y que no nos vale un «que cada uno haga lo que quiera».

Nuestros actos son parte del mismo sistema de organización social, económica y política, y nuestra manera de relacionarnos, en este caso mediante esta dinámica patriarcal, destructiva y coercitiva, no deja de representar el proceso histórico y cultural que nos ha encaminado a todos aquellos distintos sucesos ante los que ahora mismo nos autoproclamamos indignadxs; no se puede pretender finalizar con una realidad sin atacar las bases que causan la misma, y el matrimonio tal y como lo conocemos es uno de los grandes pilares de este sistema indeseable.

Y luego conoces sociedades en las que existe un matriarcado, en las que la poligamia es lo corriente, en las que cuando una mujer se queda embarazada es su hermano quien toma el papel de padre, sin que ningún otro hombre tenga que mantener ningún tipo de relación paterno filial, ni derechos ni responsabilidades; simplemente, porque en esas sociedades las costumbres son distintas; y así, vas ahondando en el concepto de constructo social.

Parejas de hecho, relaciones poliamorosas, relaciones monógamas libres, matrimonios homosexuales, familias extensas, madres solteras; follar con uno, follar con una, follar con varixs, follar para toda la vida, follar entre muchxs; orgasmo clitoridiano, orgasmo vaginal; transgénero, cisgénero, ponerse falda, tacones, pintarse la raya, bailar ballet, dejarse los pelos, afeitarse; homeschooling, educación libertaria, veganismo.

Cambiemos de gafas, miremos más allá. Más allá de lo que nos rodea, más allá de lo que nos enseña la caja tonta, más allá de lo que nos contaron los mayores.

Romper con los estereotipos, romper con el género, destruir los establecido y volver a construir(se) desde la libertad que conlleva conocer(se). Desde la libertad de ser consciente de lo que se hace, por qué se hace y lo que significa que se haga. Desde la libre y consciente elección.

Observar, aprender, aprehender y ser libres en todos los ámbitos de nuestra vida y en el amor, aún más si cabe. El amor sano, el amor que respete, tolere y acepte la diversidad real, fruto de nuestra autonomía, que le da belleza al mundo.

La revolución no se lleva a cabo solo de puertas para afuera, voz en alza y puño en alto. La revolución de nuestras mentes es la que cimienta nuestros gritos, la base potente y poderosa que nos da fuerza, que nos llena de la rabia necesaria para que nuestra lucha, que ya ha empezado, sea interdisciplinar.

Autogestionemos nuestras vidas; encontremos otros caminos: aquellos de los que poca gente habla.

 

Marina López

 

3 Comentarios

  1. Parece que fuese mi mente leída por alguien más que decidió escribir, así también fue mi inicio en este nuevo pensar, sentir y actuar, tenía miles de preguntas con respecto al por qué de ciertas costumbres que no encajaban, mi vida empezó a cambiar en la medida que empecé a reconocerme, quererme y aceptarme, más allá de lo que mi educación me enseñó y la familia y la sociedad me imponía, ahora soy una más en el universo Feminista aprendiendo, estudiando, analizando y trabajando por la igualdad de género. Un abrazo fridas.

  2. Ame leer la nota. Gracias miles marina lopez por dar la posibilidad de ver un reflejo de mi nueva identidad en construccion. Generalmente se anda a ciegas en el sentido de que no hay para mirarse fuera sino mas bien un abundante «no soy eso» en este mundo occidental. Esta bueno comenzar a poder ver luz fuera tambien y no la constante demanda implicita de dejar de ser y consumir.

  3. El artículo de PK que más me ha gustado de todos los que leí! (y eso que fueron muchos eh..)
    GRACIAS!

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