Borderland/La Frontera: The New Mestiza, de Gloria Anzaldúa

Mónica reflexiona sobre las fronteras identitarias, de la mano del libro de Gloria Anzaldúa Borderland/La Frontera: The New Mestiza.


Ilustración: Elisa Sancho


Al oír la palabra «frontera» no puedo evitar pensar en dos cosas, que están relacionadas entre sí: por un lado, la injusticia total que se vive en las zonas fronterizas debido a arbitrariedades legales que dejan a un lado toda consideración por las vidas humanas. Por otro lado, en un libro de Gloria Anzaldúa, escritora, poeta y activista chicana, lesbiana y feminista. A lo largo de su vida, nos ha dejado sus pensamientos escritos en prosa y en verso en numerosos textos, aún algunos sin publicar, pero me centraré aquí en Borderland/La Frontera: The New Mestiza, escrito en 1987.

En Borderland/La Frontera Anzaldúa presenta una interesante visión de las fronteras identitarias que nos dividen. Aquellos rasgos de nosotras mismas que nos definen, nos hacen formar parte de un grupo y nos dividen de otros que son diferentes a nosotras: mujer, por lo tanto no hombre; lesbiana, por lo tanto no hetero; chicana, por lo tanto no blanca. Además, estas fronteras identitarias nos desgarran por dentro, hacen que nosotras mismas estemos divididas por dentro: ¿cómo puedo ser lesbiana en un mundo predominantemente heterosexual? ¿Cómo puedo ser mujer en un mundo de supremacía masculina? ¿Cómo puedo ser chicana en un mundo claramente blanco? ¿Quizás tratando de borrar o disimular aquello que me diferencia de la mayoría de la sociedad? ¿Quizás perdiendo un poquito de mí misma pueda llegar a integrarme y pasar desapercibida?

Anzaldúa te diría que no: no borres nunca una parte de ti misma para tratar de encajar en una sociedad que no tiene ningún tipo de respeto por las diferencias. Todo lo contrario: ella te diría que abraces tu diferencia, tus diferencias, y que las presentes al mundo de manera que la heteronorma blanca de clase media se vea confrontada con ellas. La sociedad hegemónica estaría muy cómoda olvidándose de que existimos las mujeres, las negras, las putas, las lesbianas, las trans, las pobres, las tullidas. No dejemos que la sociedad que nos oprime, además esté tranquila porque ha conseguido borrar nuestra presencia.

Desde una perspectiva experiencial, y con un tipo de escritura bastante poco habitual, Anzaldúa reflexiona sobre las fronteras entre latinas y no latinas, mujeres y no mujeres, lesbianas y heteros, clase trabajadora y clase privilegiada económicamente. Sus visiones bien pueden trasladarse para pensar todas las oposiciones binarias, de dos términos confrontados, que crean siempre fronteras que causan exclusión: joven/vieja, capaz/discapacitada, delgada/gorda.

Las fronteras son lugares de exclusión y de dolor, pero para Anzaldúa son también lugares habitables: son sitios en los que se propicia la mezcla, las identidades híbridas que no son fácilmente encasillables en categorías cerradas de género, sexo, clase, etnia, procedencia, capacidad, etc. La frontera, así, no es sólo una línea divisoria, no es sólo una línea que nos separa y que excluye, sino que también crea un espacio. En este espacio fronterizo se pueden tratar de vivir identidades multiculturales que desestabilizan los imperativos culturales.

El tipo de escritura de Anzaldúa responde también a este interés por romper las normas cerradas establecidas. Borderland/La Frontera es medio autobiografía, medio ensayo; medio en verso, medio en prosa, de manera que no se puede encasillar en un género literario concreto. Además, está escrito también medio en inglés, medio en castellano, mostrando su forma chicana de hablar. Muchas veces hablamos de una manera pero luego, al ponernos a escribir, tratamos de deshacernos de las palabras propias de nuestra tierra, de los coloquialismos; y tratamos de adecuarnos a una uniformidad del lenguaje que nos viene impuesta desde el mundo académico, o desde la sociedad en general que quiere leer textos en lengua estándar. Anzaldúa nos invita a escribir con nuestra propia lengua, a darles voz a las fronteras lingüísticas en las que habitamos. La lengua mestiza, nuestra lengua mestiza propia, es aquella que es capaz de presentar al mundo nuestras diferencias, aquello por lo que no encajamos en las normas establecidas por la sociedad.

Teniendo en cuenta estas rupturas con la cultura hegemónica que pretende realizar Anzaldúa con su texto, se puede entender mejor la figura de «la nueva mestiza» que propone. La nueva mestiza es una identidad híbrida, producto de la mezcla, que desafía las oposiciones dualistas propias de la cultura occidental. Esta mestiza no es simplemente una mezcla entre ambas partes del dualismo, sino que es una ruptura total: las mestizas son personas que se ven atravesadas por una multiplicidad de rasgos de identidad. No sólo se refiere Anzaldúa al mestizaje racial o étnico, se refiere a todas las mezclas que se dan en nuestras identidades. De esta manera, todas somos nuevas mestizas: todas podemos encontrar partes de nosotras que luchan en las fronteras de las normas.

Las nuevas identidades mestizas que propone Anzaldúa son más reales que aquellas que pretenden ajustarse de manera absoluta a las normas socioculturales. Anzaldúa considera que las identidades no son estáticas, sino que van cambiando con el tiempo, y cree que las clasificaciones culturales siempre dejan fuera una parte de nosotras mismas y no respetan nuestras diferencias. Estas clasificaciones culturales, por supuesto, son más duras con aquellas personas a las que colocan en una posición de opresión con respecto a la norma hegemónica: las mujeres, las no blancas, las lesbianas, las trans, etc. Las personas que están en posiciones de privilegio (hombres, heteros, blancos, de clase media, etc.) han de ser conscientes de que ocupan lugares favorecidos en la sociedad, a la vez que han de ser capaces de pensarse como identidades no rígidas, no estáticas, sino híbridas, múltiples y cambiantes. Es un ejercicio difícil: aceptar tu posición de privilegio, a la vez que intentas salir de ella. Desde luego, no se apaña con decir: “Todas somos mestizas, que lo dice Gloria Anzaldúa, así que yo estoy en el mismo barco que vosotras, compañeras negras, latinas, lesbianas, trans”. No, con eso no basta; es, además, un ejercicio de poder y de reapropiación cultural bastante cutre. Sin embargo, una revisión meditada, abrazando la hibridez de nuestras identidades, se hace necesaria tanto desde las posiciones de privilegio, como de opresión que todas y todos habitamos.

La visión de Anzaldúa sobre la mezcla, el mestizaje, las fronteras de nuestras identidades, bien puede servirnos para no tener una visión nacionalista e identitaria fuerte que nos lleve a rechazar las diferencias. Es esto especialmente pertinente en momentos en los que Europa parece cerrar fronteras y negar acceso a personas que considera diferentes, ajenas, externas y, por lo tanto, potencialmente peligrosas. ¿Peligrosas para qué, para quién? Para las identidades cerradas que quieren mantenerse estables rechazando todo aquello que tenga una pizca de diferencia.

Las sociedades europeas actuales, así como la estadounidense y la mexicana de las que habla Anzaldúa, tienen miedo de las mestizas, de la mezcla, de que seamos capaces de habitar fronteras identitarias en las que nos sentimos cómodas. Démosles mestizaje, tratemos de contagiar sus normas rígidas con nuestras diferencias. Frente a su miedo identitario, démosles multiculturalismo radical. Mostremos nuestro mestizaje, nuestras particularidades culturales, nuestras diferencias totales con respecto a su mundo blanquito, masculino, hetero, de clase media. Todas somos mestizas. Tratando de borrarnos de la existencia, han creado la ilusión ficticia de un mundo sin diferencias. Irrumpamos en él y acabemos con esa ilusión opresora.

 

1 Comentario

Navegar

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies