Libertad colectiva vs. Libertad individual

Una lectora analiza el espejismo de libertad del que disfrutamos en esta sociedad tan tristemente parecida a la del Gran Hermano de Orwell. ¿Es posible salirse del guión?


Ilustración: Ninde


Está canijo mostrarse optimista con respecto a conceptos como la libertad en un mundo dominado por un sistema como el capitalismo/patriarcado que nos ha venido machacando la idea de que somos libres, siempre y cuando sea dentro de los límites impuestos por él.

Siempre y cuando compres lo que te dice que necesitas; vistas lo que te mande la fashion week de París y los catálogos primavera-verano de Victoria’s Secret; siempre y cuando aceptes matar y morir por ser talla cero y encajar en los estereotipos de belleza que se han elegido para ti por y para los “caballeros” aunque vaya tu salud y autoestima de por medio y por supuesto, siempre y cuando elijas ser y seguir el patrón de vida indicado como “convencional” y NUNCA bajo ninguna circunstancia te plantees analizar y/o criticar estos límites ni mucho menos oses salirte de ellos, ya que podrías perderte el capítulo de la telenovela de las 8, la más reciente edición de tu reality show favorito o el estreno de la película de tu best seller favorito -que ya es todo un libro de culto- o  perderte la oportunidad de corear, aprender y bailar la canción que estará de moda durante las próximas 48 horas en los bares.

Mientras quieras casarte, tener hijos, perros, una casa, una hipoteca, deudas de abonos chiquitos y comisiones exorbitantes, etcétera, eres libre; o esa es la impresión que años de observación de mi entorno tercermundista-semiurbanizado me han dado. O tal vez es sólo que mi inconformidad cuasi-patológica me impide tener la capacidad para ver el vaso medio lleno. Y es que después de leer libros de corte distópico como  Un mundo feliz de Aldoux Huxley o 1984 de Gerge Orwell me es difícil ver la realidad sin cotejarla con los postulados arrojados en estas novelas de “ficción”(?).

¿A caso no tomamos todxs una dosis ocasional de soma con limón y sal los viernes por la noche o nos fumamos un pedacito de soma por la tarde con un cafecito y alguna buena compañía? ¿Sólo yo encuentra similitud entre las canciones de estribillos fáciles, las revistas y literatura basura creada por el “Gran hermano” para distraer a la prole y las publicaciones que los medios masivos de comunicación nos ofrecen como forma de adoctrinamiento social y entretenimiento pasajero y desechable?

Por eso la libertad colectiva me es difícil de creer, porque como masa nos condicionan con publicidad, atavismos, creencias, y esto nos programa con conceptos que no son sino aprendidos. Yo me descubro muchas veces, a pesar de grandes esfuerzos, repitiendo los patrones precargados por medio de los mensajes publicitarios, las enseñanzas maternas y todo lo que he aprendido del entorno en que vivo y que otras tantas critico y señalo.

En cambio la libertad individual se me hace más subjetiva y paradójicamente, por ende, factible. Aquí a este nivel la libertad se vuelve lo que tú o yo queramos, algo íntimo,  más allá de la política, la globalización, el machismo, la xenofobia, misoginia, racismo y demás pandemias que afectan nuestros grupos sociales en todas las latitudes del planeta. Más allá de todo eso está el mundo ulterior donde la realidad la delimita tu criterio, tu percepción.

Yo encontré libertad en tener una conciencia y un pensamiento crítico que me permita tomar lo que llamo “decisiones educadas” pero también hallé libertad en mandar de vez en cuando al carajo todos estos análisis lógicos, hacerlos bolita, tirarlos al bote de la basura y correr tras mi instinto, haciendo lo que mi sexto sentido mandaba y siguiendo las corazonadas inexplicables que me salen de adentro y que nunca fallan. En dejar de pensar y sólo sentir.

Otras veces es más sencillo aún y la libertad se me presenta en formas más mundanas:

  • Esa jarra de barro rojo traída de Oaxaca, México, y que vez en vez relleno con gerberas amarillas o gardenias de acuerdo al estado de ánimo y la época del año y que el sol de la tarde ilumina sobre la barra de la cocina o todos esos pequeños detalles con que he ido adornando eso a lo que llamo hogar.
  • La prerrogativa que me confiero a mí misma para tener largos periodos de silencio ininterrumpido o sesiones de ruido infernal a las que yo llamo cantar y que asusta a propios y extraños (incluida mi compañera, fiel escudera y gata doméstica: “Lady Gorda Wilde Hemingway I”, a.k.a, “La gorda”, quien gusta de mirarme con horror en estos casos).
  • La presencia de aquel con quien me gusta compartir mis horas y mi cama e incluso, a veces, lo que pasa por mi mente.
  • En no ceder a la presión de nadie para tener hijos, una casa o deudas.
  • En no darle importancia a los cánones de belleza y no preocuparme por mi peso o edad (ok, este punto no es del todo cierto pero al final tomo café a sabiendas que en exceso es malo, como algún sábado una pizza de tres quesos yo sola y un helado, me fumo un par de cigarros en charlas interminables con mis mejores amigas y a veces incluso mientras escribo en la computadora, pero sé que todos esos malos hábitos son finalmente mi decisión y que igualmente levantarme a correr, hacer una sesión de yoga o comerme una ensalada lo son también).

Así, mi paranoia, mi inconformidad y mi pesimismo desaparecen disueltos en ese regustito a libertad personal con que endulzo el desayuno. Vive la liberté!

Maguie Velásquez (28), Oaxaca (México)

@kitten2045

6 Comentarios

  1. ‘Estamos tratando de salvar la independencia de la humanidad, sus tradiciones artísticas. No somos enemigos de los superseñores: sólo queremos que se nos permite seguir nuestro propio camino. Cuando destruyeron las viejas naciones, y esas costumbres que databan de los comienzos de la historia, barrieron muchas cosas buenas junto con las malas. Hoy vivimos en un mundo plácido, uniforme y culturalmente muerto: nada nuevo en verdad ha sido creado desde la llegada de esos seres. La razón es obvia. No hay nada por qué luchar y sobran distracciones y entretenimientos. ¿Ha advertido que todos los días salen al aire unas quinientas horas de radio y televisión? Si uno no durmiese, y no hiciese ninguna otra cosa, no podría seguir más de una vigésima parte de los programas. No es raro que los seres humanos se hayan convertido en esponjas pasivas, absorbentes, pero no creadoras. ¿Sabe usted que el tiempo medio que pasa un hombre ante una pantalla es ya de tres horas diarias? Pronto la gente no tendrá vida propia. ¡Vivirá siguiendo los episodios de televisión!’. Arthur Clarke, 1965

  2. Excelente articulo de verdad, si bien la libertad social es nuestro unicornio blanco( por que sabemos que no existe pero una parte de nosotros quiere creer que si),la libertad individual es otro cuento aquí si podemos hacer la historia como nosotros querremos,es nuestra elección y podemos responsabilizarnos de nuestra libertad individual podremos alcanzar ese unicornio blanco ,por que no?.

    Saludos.

  3. No soy verdaderamente libre más que cuando todos lo seres humanos que me rodean, hombres y mujeres, son igualmente libres. La libertad de otro, lejos de ser un límite o la negación de mi libertad, es al contrario su condición necesaria y su confirmación. No me hago libre verdaderamente más que por la libertad de los otros, de suerte que cuanto más numerosos son los hombres libres que me rodean y más vasta es su libertad, más extensa, más profunda y más amplia se vuelve mi libertad. (Mijail Bakunin) La libertad individual es un mito y una apología del capitalismo. Me asquea este tipo del blog ignorantes. VIVA LA LIBERTAD COLECTIVA.

  4. Y como sabes que esa libertad individual de la que estas tan segura, no esta tambien condicionada por las mismas cosas y situaciones que la libertad colectiva? sera que de verdad somos libres de elegir algo? cualquier cosa? como estas segura de ello?

  5. Como si lo estuviera diciendo yo misma buenisimo

  6. Estoy de acuerdo, la libertad social es una de las batallas más duras de librar… Pero cuando individualmente concientizámos de que vá el «estado de derecho», las estructúras socialmente «correctas» y quién o quiénes nos las dictan, tenemos entonces el poder de hacer cambios, de reeplantearnos normativas e ideales de vida; tenemmos el poder incluso de vivir bajo nuestros propios sistemas (si así lo queremos)… y esto signifíca en gran medida la integración de nuestra propia corriente en este mundo «perfecto»; ésto de alguna manera hace la diferencia.

    ¡Saludos desde Venezuela!

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