Hasta que todos los animales seamos libres

Razones por las que Mónica es vegana. Reflexiones sobre este sistema racista, machista y especista.


Ilustración: Sabina


Hacía 9 años que no me comía un helado de estos con capita de chocolate y almendras por fuera, crema de vainilla por dentro. Casi me daba hasta miedo darle el primer bocado y romper el pobre chocolate. Hace 9 años que no consumo ningún producto de origen animal: no como carne, ni peces, ni lácteos, ni huevos, ni miel. Voy hasta el detalle: miro que no haya cochinilla, gelatina, o caseína -por poner sólo unos ejemplos- en lo que compro. No llevo lana, ni cuero, ni angora, ni ningún tipo de piel o pelo que haya pertenecido al cuerpo de un animal. No compro productos cosméticos testados en animales, o que contengan proteínas de leche, o seda, o babas de caracol, o cosas que hayan extraído de animales en un laboratorio.

«Ufff, qué lío, qué cosa más complicada. Con lo rico que está el jamón», es una de las cosas más comunes que tengo que oír. No soy vegana porque no me guste el sabor de las cosas que no como, sino porque he tomado una decisión consciente para tratar de cambiar la forma en la que me han educado para comer y consumir productos en general. He tomado la decisión de no seguir participando en el holocausto animal que se comete cada día, con la muerte y maltrato de miles y miles de animales.

Tampoco soy vegana por salud, sino por cuestiones éticas y políticas. Mi conciencia tranquila y la seguridad de que estoy contribuyendo, aunque sea por omisión de falta, al fin de la opresión de tantísimos animales son razones suficientes para que me compense estar 9 años sin comer helados de vainilla.

La forma en la que se trata a los animales en nuestra sociedad tiene mucho que ver con el modo de producción capitalista. El capitalismo se basó en sus orígenes en imperialismo, colonización, comercio internacional de esclavos, destrucción del medio ambiente y genocidio. El capitalismo es un sistema de esclavismo, explotación, jerarquía de clase, violencia, desigualdad y trabajos forzados. Es un sistema racista, machista y especista: establece jerarquías de seres superiores e inferiores en base al color de la piel, al género o a la especie. Racismo, machismo y especismo sirven aún hoy como ideologías que legitiman el sistema de explotación: mientras siga pensándose que existen seres inferiores, se seguirán explotando sus capacidades y se seguirá sin valorar su libertad y su felicidad.

Desde esta perspectiva, para mí, como anticapitalista, me es imposible no estar en contra de todo tipo de trabajo forzado y esclavitud, ya sean animales humanos o no humanos los que están sufriendo esa situación. Me niego a seguir creyéndome las ideas de supremacía humana (igual que supremacía blanca, o masculina) que se me han inculcado desde pequeña.

Con mi pequeño grano de arena, al no consumir personalmente ningún producto de origen animal, y al criticar públicamente el sistema de explotación en el que vivimos los animales humanos y no humanos, estoy buscando que se consiga una ética basada en el respeto a toda vida y una política que persiga una igualdad real, no ésta que nos venden institucionalmente y que ha hecho que casi pierda sentido la palabra «igualdad».

Siempre que se habla de conseguir la igualdad, saltan chispas y se levantan ampollas en las pieles de quienes no quieren perder sus privilegios. Cuestionar la perspectiva antropocéntrica que considera que la humanidad es el centro del universo, dueña y señora de la naturaleza, es cuestionar todo un sistema de explotación en el que los oprimidos, además, no pueden formular sus quejas en un lenguaje que comprendamos.

Puede que no tengan un lenguaje que podamos entender, pero sí podemos oír sus gritos, ver en sus ojos el dolor y en sus cuerpos las secuelas del maltrato y el sufrimiento. Tal y como Judith Butler formula en Vida Precaria (refiriéndose a animales humanos, pero considero que se puede extender su ética corporal a los demás animales), es nuestra responsabilidad moral responder a los gritos de aquellos cuerpos que sufren.

Sin embargo, ni siquiera vemos sus cuerpos sufriendo, ni oímos sus gritos. La gente que compra carne, compra un pedazo desvinculado de un cuerpo que ha estado vivo. El trozo de carne no es pensado como un músculo que antes le servía a alguien para correr. Ese pedazo de carne no ha vivido y, por lo tanto, tampoco importa su muerte. Nadie llora las muertes de los animales en los mataderos, ni el dolor de los animales en un laboratorio, porque estos sufrimientos se ocultan para que nuestras vidas puedan discurrir pacíficamente sin tener que cuestionar el sistema político y moral en el que vivimos.

Ya es hora de romper el transcurrir pacífico de estas vidas de autómatas incapaces de sentir empatía hacia otros seres vivos. Ya es hora de dejar de pensar que los animales no tienen vidas que merecen ser vividas. Ya es hora de darnos cuenta de que nuestros actos de consumo, incluso comprarse un helado, son también actos políticos y éticos. Sólo así podremos tratar de decidir aquello que es menos dañino para otros animales, humanos y no humanos, o para el medioambiente. Ya es hora de enfrentarnos a nuestra responsabilidad ética y actuar en consecuencia para que todos los animales seamos libres.

8 Comentarios

  1. Me gusta mucho tu posición de anticapitalista, pero la verdad es que para ser vegano hay que tener dinero.

  2. Agustina

    Excelente artículo. Muy en consonancia con lo que venimos trabajando en un grupo de lectura con un par de amigas filósofas. Desde Buenos Aires, estarems presentando trabajos sobre el tema. Es reconfortante ver que otros piensen de forma similar.Salud!

  3. Estela Michel

    De acuerdo contigo en la mayoría, yo hice lo mismo que tu pero me di cuenta que más que ser vengana hay que trabajar en la sustentabilidad ya que por ejemplo en los campos sobre todo en los de mi país (México) hay explotación del hombre por el hombre y muchos de los cultivos desperdician agua y utilizan químicos en sus cultivos lo que hacia que todo mi esfuerzo fuera en vano porque finalmente no puedo controlar que lo que como sea producido de manera natural así que desde mi trinchera estoy apoyando la sustentabilidad y regresar el equilibrio al ecosistema.

  4. Hermoso el artículo. Saludos desde Costa Rica.

  5. ¡Wow! excelente artículo,adhiero a todo lo expresado…. Gracias y vive vegano!

  6. July Márquez

    Estupendo, nunca lo había pensado desde ese punto de vista.

  7. ¡¡¡Maravilloso!!! el título del artículo es precioso, ¡transfeminismo antiespecista o barbarie! un abrazo

Navegar

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies