En tierra de nadie

Historias que reflejan el duro paso de la inmersión cultural, en ocasiones voluntaria, otras no tanto.  Como ya dijo Federico Fellini, «cada idioma es un modo distinto de ver la vida”. ¿Nos atrevemos a comprobarlo?


Canadá, Nueva Zelanda, España, Estados Unidos… Distintos países, distintos cineastas y una misma idea, una misma historia de la que,  de cualquier modo, siempre podemos aprender. Bienvenidas a una selección llena de valientes.

 

 

RETORNO A HANSALA, 2008, ESPAÑA.

Directora: Chus Gutiérrez.

“Sea como sea, vendrán. Si no tienen nada que perder ni que conservar se jugarán la vida para lograrlo”

Basada en hechos reales: once cadáveres en las costas españolas, once jóvenes inmigrantes marroquíes que intentaban cruzar el estrecho en patera. Esta road movie nos relata el inusual viaje de vuelta, la repatriación de uno de los cuerpos hasta Hansala, una pequeña aldea en lo más profundo de Marruecos.

La directora decide llegar a la raíz, al origen, y lo hace de maravilla. Nos lleva hasta Hansala, donde vecinos y familiares de los fallecidos se convierten en actores y nos cuentan la historia desde el lado menos habitual. Un film muy sensible, honesto y algo crudo en algunas ocasiones. Una pena que películas como esta, que tienen tanto que enseñarnos, se mantengan en la sombra.

«Cuando la gente se quiere ir de un sitio no hay frontera que les detenga» Chus Gutierrez.

 


INCH´ALLÁH, 2012, CANADÁ.

Directora: Anaïs Barbeau-Lavalette.

Una doctora canadiense vive en Israel, lejos de su familia, y trabaja y convive en territorio palestino. Ante esto, la historia ya se cuenta solita.

Contada en primera persona, cámara al hombro, la directora nos traslada al epicentro del contexto palestino-israelí. Todo ello a través de la perspectiva correcta, sin juicios, desde los ojos del extranjero que se encuentra en medio y al que solo se le permite observar. Un buen ejemplo de cine comprometido, sincera y transparente. Se nota el gran recorrido de la directora en el género del documental. Muy recomendable.

 


A ÚLTIMA VEZ QUE VI MACAU, 2012, PORTUGAL.

Directores: Joao Pedros Rodrígues y Joao Rui Da Mata.

Y ahora vamos hasta Macao, esa colonia pequeña de Portugal que ha experimentado un importante cambio en su rutina y costumbres, quizá una vuelta a sus orígenes chinos. Una colonia donde cada vez se siente más la cultura china y cada vez se aleja más de su pasado luso. En este ambiente tan en boga durante los últimos años se desarrolla este filme.

Se trata de un documental articulado en una trama de thriller, dentro de la cual el protagonista va a Macao tras recibir una carta de su amiga Candy, que ha desaparecido allí. A partir de aquí comienza todo un recorrido por Macao en todas su vertientes, desde esa extraña adopción de espectáculos típicos de Occidente -como el cabaret o las góndolas de Venecia-, para pasar por la ciudad. Una ciudad que abraza los tópicos de nuestro mundo y los del mundo oriental.

Es una película que en un principio puede dejar un poco helado al público porque no es el típico documental, sino que se trata de un pasaje de imágenes conducido por una voz en off muy grave. Aunque puede resultar un poco aburrida,  sus planos largos y abiertos, y la fotografía tan “de andar por casa”, nos gusta mucho a los más cinéfilos.

 


EL PIANO, 1993, NUEVA ZELANDA.

Directora: Jane Campion.

Este drama nos presenta a Ada, una mujer muda que acaba de enviudar. Tras un matrimonio de conveniencia, se ve obligada a emigrar a Nueva Zelanda, acompañada de su hija y su piano. Su nuevo marido, un próspero agricultor, se niega a llevar a casa el piano y lo abandona en la playa, pero un vecino lo rescatará y establecerá un pacto con Ada: le dejará tocar el piano a cambio de que ella se deje tocar.

La película se ambienta en la etapa de la colonización de Nueva Zelanda por parte de Gran Bretaña, cuando esta se anexionó el archipiélago en 1840. Durante la cinta, veremos muchas cuestiones de mentalidad de los colonos, que son bastante conservadores, como por ejemplo: cuando el vecino de Ada intente poner en marcha una obra de teatro que levantará las iras de sus espectadores por su contenido crítico. Y también la situación de esclavitud que viven las tribus nativas de Nueva Zelanda, reducidos a meros servidores de los colonos.

 


ANA Y EL REY, 1999, EEUU.

Director: Andy Tenant.

Esta película fue todo un éxito en su año, 1999. El argumento se desarrolla en Tailandia, finales de siglo XIX, cuando la institutriz Anna Leonowens y su hijo desembarcan en Siam para educar a los cincuenta y ocho vástagos del rey.

A partir de este arranque empieza una apasionada lucha intelectual-amorosa entre Ana y el rey de Siam, con continuos roces por la diferencia de costumbres y pensamientos entre Anna y su pequeño y toda la familia del rey. Una apuesta por la unión entre culturas, por la capacidad de que el amor todo lo vence… Una apuesta que, cinematográficamente hablando, se acaba quedando en una película muy académica y simplona. A pesar de todo, gracias a ella vemos que hay mujeres que no temen a reyes con aires de dominancia sobre su pueblo. Anna nos enseña, con su ejemplo, a superar todas las barreras sociales que pueden existir en sociedades tan encorsetadas como las del Siam.

 


GRAN TORINO, 2008, ESTADOS UNIDOS.

Director: Clint Eastwood.

A diferencia de nuestras películas anteriores, aquí os incluimos, para cerrar boca, una película protagonizada por un hombre. Gran Torino nos cuenta la historia de un veterano en la Guerra de Corea, Walt Kowalski, obrero jubilado del sector automovilístico que ha enviudado hace poco y cuya mayor afición es cuidar con mimo su más preciada joya: un Gran Torino del 72. A Walt, un hombre cascarrabias y conservador, le cuesta asimilar los cambios, como por ejemplo la llegada de inmigrantes asiáticos a su barrio.

Así pues, Clint Eastwood nos muestra esa corriente de cine más intimista de la que lleva haciendo gala en los últimos años. Películas con una moraleja aprendida por los personajes que construye. Hace ya tiempo que Eastwood abandonó esas clásicas escenas de acción que a todos nos encandilaron, para pasar a una clase de relatos con mayor madurez. En este caso, nos enseña su propia visión de condena al racismo, en forma de un hombre que aprende a convivir con otras culturas y a aceptarlas, de que no todo es como siempre nos enseñan la propaganda militarista de gobiernos como el de Estados Unidos, o de los mensajes de racismo encubierto que se ven día sí y día también en la televisión. Aquí nada es blanco o negro, sino que todo tiene su gama de matices.

 

 

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