El hijab en los Juegos Olímpicos

Con cada edición de los Juegos Olímpicos, el debate sobre el hijab en las competiciones internacionales se reabre entre instituciones deportivas, espectadores, líderes religiosos, políticos. Pero, ¿alguien le ha dado voz a las deportistas interesadas?


La Federación Británica de Karate aprobó en 2013 el uso del hijab. Fuente de la imagen aquí.


En la evolución de los JJOO¹, su máximo organismo representativo, el Comité Olímpico Internacional (COI), como actor político internacional se ha tenido que ir adaptando a las exigencias feministas para reducir la desigualdad entre hombres y mujeres. Su posicionamiento no ha sido siempre el mismo y la trasformación es evidente, ya que parte del rechazo a la participación de las mujeres (manteniendo la figura del héroe olímpico: un individuo masculino estereotipado en contraposición a la femenidad) y evoluciona hasta hoy día, promocionando y apostando por el aumento de la participación de estas.
Este proceso de adecuación a las exigencias del momento ha estado acompañado por una serie de condicionantes contextuales por los que se han ido sumando a los JJOO un mayor número de participantes y de países. Así, en el periodo de entreguerras comenzó la lenta incorporación de las mujeres; la Guerra Fría y la lucha bipolar ampliaron la participación hacia el Este; la descolonización, hacia los países afroasiáticos…

Hoy día, toda esta variedad de países y deportistas en la competición genera una serie de dilemas que ponen de relieve la configuración eurocéntrica dominante en las instituciones olímpicas y las barreras que aún existen para poder asumir distintos modelos de deportista. Una muestra se vio en las Olimpiadas celebradas en Londres, donde las últimas mujeres en entrar a participar fueron las mujeres procedentes del Golfo Pérsico.
El código de vestimenta que siguen las mujeres de este área geográfica generó controversia internacional e hizo que federaciones deportivas internacionales tuvieran que revisar su normativa competitiva en cuanto a los uniformes, siendo esta contraria en algunos casos (fútbol y judo) a adoptar el hijab como parte de su vestuario.

Por otro lado, lo acontecido en Londres demuestra que existen a nivel interno problemas en cuanto a la percepción de la diversidad, ya que las posturas de rechazo de algunas federaciones deportivas internacionales están interfiriendo en las incitaciones que el COI ha hecho para que haya una progresiva adhesión de países de mayoría musulmana y un aumento de sus participantes mujeres.

La principal argumentación para el rechazo del hijab ha sido variada; por parte de la FIFA se argumentó a través de su libro de conducta que «el equipo básico no debe tener referencias políticas, religiosas o personales” aunque también utilizaron referencias a la seguridad de las deportistas; la Federación Internacional de Judo argumentaba como se ha visto, que se debían mantener el espíritu y valores de este deporte.
Estos argumentos reducían el uso del hijab a una decisión de reivindicación político-religiosa tendenciosa y no lo llegaban a interpretar como patrón identitario y de uso imprescindible para que participen algunas mujeres.

 

Las mujeres musulmanas en el debate sobre el hijab

 

Fuente de la imagen aquí.
 

Esta polémica ha aumentado en los últimos años; si bien ya existían mujeres participando con hijab (esgrima, atletismo, tenis de mesa…), la atención se ha dado coincidiendo con el aumento en la participación de las mujeres procedentes del Golfo Pérsico y otras mujeres de religión musulmana que han comenzado a (o han exigido) participar con hijab en un mayor número y en distintos deportes en los JJOO.

La participación de las mujeres va aumentando y en los últimos tiempos el mismo COI ha adoptado lógicas de las agendas de cooperación internacional que inciden tanto en la diversidad como en la igualdad entre hombres y mujeres. Sin embargo, todavía están lejos de generar modelos de deportistas diversos y el debate continúa estando en cómo deben participar las mujeres que se escapan de los modelos en los que se constituyó el deporte moderno.
A día de hoy, los argumentos contrarios al llamado velo femenino coexisten con las nuevas agendas del COI y muestran la formación eurocéntrica de las instituciones olímpicas (tanto del máximo órgano olímpico, como de muchas de las federaciones deportivas internacionales); instituciones que continúan compuestas en su mayoría por hombres occidentales, lo cual ayuda a anular e invisibilizar en el debate a las propias interesadas.

Y es que en todo este debate sobre el uso o no uso del hijab en los JJOO las deportistas de religión musulmana suelen quedar en un segundo plano. Si bien el cambio en las normativas está siendo de una vital importancia para que muchas mujeres puedan participar en los grandes eventos públicos, continúan existiendo otros grandes problemas a resolver para una participación deportiva verdaderamente equitativa, como pueden ser las grandes desigualdades económicas o la intoleracia religiosa.

Las grandes batallas que demuestran mayor atención por su parte vienen también de dentro de sus comunidades, ya que en algunos contextos existe una disputa de relevancia en cuanto a si las mujeres pueden realizar deporte en lugares públicos, llegando a impedirles la práctica deportiva. En estos casos las disputas sobre lo apropiado de practicar deporte parte de la interpretación del Corán y concretamente de un hadiz que trata una carrera de Mahoma con su esposa Aisha. Es decir, esta vez las argumentaciones vienen desde dentro del propio Islam y en concreto de cómo se interprete el citado hadiz.
En ese sentido, la hermenéutica coránica de género de la que participan las feministas islámicas es una gran herramienta con la que operar, revisar los modos discriminatorios y patriarcales en los que se ha interpretado y dar el protagonismo a las deportistas practicantes de esta religión. Así, identificar la negativa a la participación con los sesgos que justifican la superioridad masculina, son vitales para posibilitar la práctica en público de actividad física por parte de la totalidad de mujeres musulmanas.

Aunque como se ha visto desde el comienzo el modelo a defender por parte del COI se ha ido moviendo a través de modelos autorreferenciales, el principal, el varón occidental individual, es aún hoy el modelo máximo del olimpismo, y es este sujeto la guía a imitar ya sea en función de sus marcas, sus destrezas, su físico…
Y a pesar de que la voluntad del COI de aumentar la participación de estas mujeres parezca firme, es aún muy débil; el aumento de la participación de las mujeres musulmanas y su exigencia de poder compaginar su experiencia deportiva con su experiencia religiosa está sucediendo y está sirviendo para relanzar el debate del derecho de las musulmanas a practicar deporte y a cómo practicarlo, destacando su autonomía y generando modelos a seguir para otras mujeres.

El deporte es además una gran herramienta para la educación en valores de tolerancia y comprensión religiosa, el aumento de la participación de mujeres ofrece a las niñas musulmanas modelos a admirar e imitar más allá de las referencias occidentales. Modelos fuertes que pueden ayudar a otras a la hora de ejercitar sus propias interpretaciones, y seguir su propio camino.

¹  No me referiré a los JJOO de invierno y tampoco a los paraolímpicos.

Tamara Lucarini (Bilbao, España)

[email protected]

 

1 Comentario

  1. Hola, soy absolutamente ignorante y vivo en un lugar donde prácticamente no vive ninguna chica que use hijad. Así que aprovecho aquí para preguntar o pedir algunas luces sobre por qué ellas, pese a toda la incomodidad que implica ponérselo a diario, prefieren seguir usándolo. Tengo la sensación de que en algunos países es más bien una decisión personal que una imposición. Pero no sé nada al respecto. ¿Se puede ser feminista musulmana y seguir de acuerdo con usar hijad? Cuéntenme. Un abrazo y gracias.

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