El paraíso de las mujeres

Zapatos, bolsos y joyas se mezclan en una espiral fucsia que nos enloquece. Aah, ¿qué mujer no lo desea?


Ilustración: Carmen Navarro


Hay una idea bastante clara de qué es lo que nos gusta a las mujeres, qué es lo que constituye el mundo femenino. Las revistas “para mujeres” y los medios de comunicación mayoritarios se encargan con bastante eficacia de decirnos qué es lo que constituye el mundo de las mujeres, el paraíso femenino. Piénsalo un minuto, ¿qué es lo que resulta femenino?

   
 


 
 


 
 

«Si las mujeres no existieran el dinero no tendría ningún sentido«.  Aristóteles Onassis

Por lo visto el paraíso de las mujeres es una lluvia de tarjetas visa. Para comprar joyas, poder arreglarse, poder estar sexy, poder ir a la moda, poder ponerse silicona, poder tener todo el material necesario para maquillarse en dos minutos -o tres horas-, poder tener la piel y el pelo perfectos.

 «Los diamantes son el mejor amigo de la mujer«. Lorelei Lee (Marilyn Monroe) en Los caballeros las prefieren rubias.

Dietas, ropa y maquillaje son nuestra santísima trinidad. Y el dinero es nuestro ídolo. El que nos va a dar la felicidad, el que va a conseguir todos esos productos para que nos veamos bien –para que nos vean bien-.

«Las mujeres están para ser gustadas. Después, unas se dejan, otras no… Eso va ya por provincias». Camilo José Cela

Porque lo que más nos importa en este mundo es nuestra apariencia. Estar guapas. Gustar, gustar, gustar, todo apunta a eso. Todo nuestro mundo, todos nuestros intereses, ahí. Bueno, no exageraré, que también nos interesamos por la prensa rosa, ¡que para eso le han puesto el nombre de nuestro color favorito! ¿Para qué más?

«No olvides que tan sólo tu belleza es más que suficiente. Los hombres no te buscan si les hablas, no creo que los quieras aburrir. […] Admirada tú serás si callada siempre estás, sujeta bien tu lengua y triunfarás». Úrsula en La Sirenita

Queremos mostrar un escaparate digno de envidia. La envidia, eso tan femenino. Porque, por supuesto, las mujeres somos envidiosas, complicadas, rebuscadas, pejigueras, con mala idea y puñeteras. Mucho más que los hombres. Es, de hecho, un rasgo esencial nuestro, ¿verdad? Al igual que somos románticas, coquetas, tímidas y «cucas». Por definición.

«La mujer es, reconozcámoslo, un animal inepto y estúpido aunque agradable y gracioso». Erasmo de Rotterdam

La dieta de la alcachofa, de la patata y del colinabo, ¡nos las sabemos todas! Porque somos mujeres. Y queremos estar delgadas, y ser miradas por hombres. Queremos parecer siempre jóvenes; por eso, también, somos encantadoramente cándidas. Inocentes, puras, con ese toque infantil, esa inocencia naíf. Con una inteligencia que encuentra el límite en no hacer sombra a nadie, ¡que nadie se asuste!

«Desde la edad de seis años, la mujer no crece más que en dimensiones». Severo Catalina

Ay chicas, yo de esto me siento muy cansada. Cuando pienso en ello me da una flojera digna de siesta de tres meses. Esas frases utilizadas muy a menudo a la ligera que naturalizan comportamientos puramente aprendidos -relacionados demasiadas veces con el consumismo- y no aplicables a una gran parte de mujeres: «Las mujeres quieren/son…» y aún peor «las mujeres queremos/somos…» (!!), me matan. No dejan de machacarnos con que nuestro mundo, el mundo femenino, lo que nos constituye como «mujeres ideales», está cercado por cuatro elementos muy concretos. Sí, podemos estudiar, podemos ser independientes económicamente, pero si nos salimos de esos patrones, si no somos «monas» o si no somos cándidas, dulces o si vestimos de manera «no femenina» se nos señala con facilidad. Si no nos gusta ir de compras somos «raras», ¿cuántas veces me he encontrado con mujeres que se me acercan y me dicen con entusiasmo «¡han empezado las rebajas!»? Mi cara de póker asoma… Y es que hay pocas cosas que me ponga más nerviosa que ir de shopping.

«Enseñan desde la infancia que la belleza es el cetro de la mujer, la mente se amolda al cuerpo, y vagan alrededor de su jaula dorada, sólo en busca de adornar su prisión». Mary Woolstonecraft

No es que esté mal que haya mujeres a las que les guste probarse ropa, mujeres a las que les guste llevar lacitos en el pelo, o que tengan colección de pintauñas (… ejem), pero resulta molesto que se presuponga que por pertenecer al género femenino nos tienen que gustar determinadas cosas. Cosas relacionadas con adornar nuestro físico; porque nadie me presupone amante de la lectura por ser mujer, ni amante del deporte, ni interesada en la astrofísica… ¡y tampoco deberían! Cada persona es única y deberíamos acercarnos a ellas de esa manera.

«Nadie puede hablar por mí ni yo podré jamás hablar por alguien. Por eso me cuido mucho (a veces no lo consigo) de dar normas o poner etiquetas para vivirse como mujer». Erika Irusta

Porque sí, nuestros intereses, actividades y espacios de ocio pueden tener una parcela en la bisutería, pero también en el cine, el ajedrez, la mecánica, la arquitectura, las artes marciales, las cervezas… Mi mundo no gira en torno a mi físico, en parecer sexy, y atraer al sexo contrario no es lo que más me preocupa del mundo -aunque haya quien lo crea- y seguro que como yo hay miles de Fridas.

«El gran malentendido sobre el que descansa este sistema de interpretación es que se admite que es natural para el ser humano hembra convertirse en una mujer femenina […]; sus supuestos «instintos» de coquetería, de docilidad, se insuflan como al hombre el orgullo fálico; él no siempre acepta su vocación viril; ella tiene buenas razones para aceptar menos dócilmente todavía la que se le ha asignado». Simone de Beauvoir

Hay Fridas que estamos más preocupadas por conocer y conocernos, por saber querer y sobre todo querernos, por resolver nuestras inquietudes, por crear –para nosotras y para las demás-, por, al fin y al cabo, ser nosotras. Por crecer. Por aprender a decir basta. Por desprendernos de lo que se espera que sea nuestro paraíso y crear uno propio. Por ser más libres.

«Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos en pie». Emily Dickinson

Irene

13 Comentarios

  1. Mayra Cajas

    Excelentes comentarios.. Tantas frases desubicadas que hacen ver los coneptos que se tenia de la mujer nuen analisis . Igual es lo primordial.

  2. Yo colecciono pintauñas y colecciono libros, y tiraría todos mis pintauñas por uno solo de mis libros. Muy enamorada de PK desde que empecé a leeros hace unos días. Un abrazo muy grande 🙂

    • Muchas gracias tocaya :).

      Un placer leerte y saber que nos lees.

      Un abrazo gordo.

  3. Talya Sato

    Sin embargo Siguen creando el mundo de «NOSOTRAS» en cada palabra al ir en contra de el fetiche femenino para ser nosotras las FRIDAS. No somos nosotras, somos nosotros hombres y mujeres, humanos, ese es el verdadero problema.

    • El verdadero problema es que hay discriminación en función de si eres hombre o mujer, si eres blanca o negra, si eres rica o pobre, etc., etc.

  4. Mujeres/féminas o mujeres/persona. Hombres/machos u hombres persona.

    Así me explicaba mi madre como veía ella el tema de los roles de género.

    Las preferencias se construyen,educando y mostrando opciones o invisibilizandolas y tragando como propia la sopa que nos den.

    Desde mi identidad de mujer/persona o persona/mujer me gusta lo que me llena,sea esta una actividad o saber clasificado como masculino o femenino.
    Ni me gusta el culto al cuerpo ni me desagrada la moda desde una óptica social y antropológica.
    Me gusta verme hermosa a mis ojos y me gusta la literatura.
    No me trago un partido de fútbol pero entiendo de cerveza.
    Me gusta viajar sola y me gusta cocinar para otros.

    Básicamente desde bien pequeña al no sentir que encajo en ningún lado (y después de una intensa búsqueda intelectual y psicoemocional ) no me adhiero a más punto de vista para construir mi identidad que mi propia experiencia y sentir al respecto del mundo y sus múltiples caminos y visiones.

    Que aburrimiento de roles de género.

    • «Básicamente desde bien pequeña al no sentir que encajo en ningún lado (y después de una intensa búsqueda intelectual y psicoemocional ) no me adhiero a más punto de vista para construir mi identidad que mi propia experiencia y sentir al respecto del mundo y sus múltiples caminos y visiones». Claro que sí, Luzia, así debe ser. El problema es cuando esos roles (tan aburridos, ciertamente) se inmiscuyen en tu camino para entorpecerte el hacer lo que te gusta. Y precisamente, haciendo lo que nos gusta, revisando qué es lo que realmente es pese a la presión social por encajar a nuestro supuesto género, como las cosas empiezan a romperse y cambiar.

      ¡Besos!

  5. Flor Saavedra

    Acepto esta vista tan radical del mundo femenino pero no concuerdo con todo. Creo q es una cuestión socio-cultural q a labrado las bases femeninas en torno a cosas frívolas, ya sean todo el materialismo q significa el amor a las joyas, la idolatría por las marcas o la obsesión por indumentaria y zapatos.
    Pero nada tiene q ver los gustos sobre lo externo con la alimentación interna. Las mujeres q gustan del lujo o sueñan con todas esas cosas q se ven tan capitalistas y partes d un sistema bizarro también son mujeres q se encargan de alimentar su alma y culturizarse. Creo q se esta prejuzgando a las mujeres q se ocupan de su exterior o tienen ambiciones q pueden llegar a verse ridículas solo por lo q ellas reflejan…o mejor dicho: reflejamos.
    Los valores feministas, las bases morales del genero femenino no pasa por idolatrar a Audrey Hepburn o Frida Khalo, si no por lo q interioramente construimos desde niñas. Los valores, la convicción, la fuerza, la inteligencia vienen d una mujer sin importar donde siente sus bases.

    • Hola Flor, estoy de acuerdo contigo. Precisamente en el texto pretendo ilustrar lo que dices: las mujeres no somos un escaparate. Podemos interesarnos por la moda (o no) y ser muy ricas por dentro. Los medios no reflejan esto, se encargan de hablar de las mujeres como si fuéramos todas unidimensionales, y esto es lo que estoy señalando. En que nuestro exterior no lo es todo para nosotras. Con esto no quiero decir que tampoco signifique absolutamente nada. Pero que se sobredimensione esta parte y se haga ver que es la única que nos interesa es muy cansado y de mal gusto.

      ¡Saludos!

  6. Irene, los años te han dado una facilidad de la palabra escrita envidiable, enhorabuena.

    En líneas generales estoy de acuerdo con todo, excepto con una cosa: creo que subestimas (o malinterpretas) la ley de la oferta y la demanda. Al leer el artículo da la sensación de que hay una mano negra que manipula a las mujeres para que compren revistas del corazón hipnotizándolas con esos grandes títulos rosa chicle. Creo que no es así. Bajo mi punto de vista es tan simple como que entre el Cahiers du Cinema y el Cuore, la mayoría de mujeres elige voluntariamente la segunda. Puede ser triste desde cierto punto de vista, pero creo que es una decisión libre de quienes la compran, como lo es ver «Hay una cosa que te quiero decir» (que por cierto, en España, una reposición de este programa superó con mucho en audiencia al último episodio de Juego de Tronos). Creo que solo es una cuestión de gustos y preferencias, y la mayoría de mujeres (y de hombres) tienen un pésimo gusto a la hora de decantarse por ellas. Tener más inquietudes no te hace más libre, o al menos yo no veo la relación. Solo te da más posibilidades de disfrutar de la vida.

    Soy un idiota. A veces presupongo ciertos gustos y obsesiones, como las que tú comentas, a las mujeres. Pero lo triste es que es estadísticamente muy difícil fallar en estos pronósticos. No es una característica exclusiva de un único género; puedes apostar a que a un hombre escogido al azar, en nuestro país, le gustará el fútbol o los coches (sino los dos), y preferirá leer el Marca a un blog de ciencia o al suplemento de cultura. Hay excepciones, claro, como en todo; pero si mi dinero estuviese en juego (como es el caso de los anunciantes de las revistas de las que hablamos, que también tienen que comer) yo no apostaría por ellas.

    A mí realmente me interesa más saber el porqué. ¿Es un fallo garrafal de la educación, que ha creado una sociedad de idiotas? ¿O es simplemente que a la hora de escoger libremente la gente prefiere la opción más estúpida? O quizá no tenga nada de tonto ver «Las Bodas de Sálvame» y leer el «Hola», porque hay gente que con ir a trabajar cada día, estar «mona» y desconectar el cerebro delante de la «telebasura» ya se sienten realizados.

    • Hola Víctor, gracias por pasarte.

      Esa «mano negra» de la que hablas no es tangible y tiene un nombre: patriarcado. Hay un acuerdo implícito cultural arrastrado a lo largo de los siglos que sitúa a la mujer en un plano de inferioridad que, hoy día, va de la mano del más salvaje consumismo para decirnos cómo debemos ser y qué comprar. Hoy está muy claro donde nos quiere situar: en el de objetos deseables y deseantes de objetos. No se trata de una cuestión racional, de «elijo esto o aquello», sin más. Todo ese bombardeo mediático no es en vano. Todo eso cala. No en el plano racional (que también lo hace), sino más en el emocional, en el pulsional, en el del instinto, el que busca aceptación social como animal social que somos y en el de la identificación grupal. No es simplemente una cuestión individual, es cuestión de psicología social. Ahí está su explicación, su alimentación, su perpetuación y ahí, también, puede estar su cambio. Estoy de acuerdo con que hay el punto de la elección (de ahí este artículo criticando todo :D), pero no se puede reducir a eso. Por otro lado, lo que estoy señalando en el artículo es ese bombardeo mediático, no a las personas que lo vivenciamos o tomamos determinadas decisiones, y ni siquiera a aquellas que eligen consumir los productos que nos dicen que compremos. Todas consumimos en cierta manera, el problema está en que no nos dejen de decir qué es más adecuado consumir para una señorita.

      Afortunadamente tenemos dónde elegir, el problema que yo señalo está en la división de roles, incluída en ese acuerdo tácito no verbal pero existente. En eso implícito en el «ser hombre» y el «ser mujer» que se va perpetuando sin ser cuestionado. Y es precisamente lo que hago: cuestionarlo.

      Que estadísticamente te hayas encontrado con muchas mujeres a las que les gusta más la Cuore que el Cahiers no significa que todas debamos pagar el pato. Me gustaría que se acercaran a mí como la persona única que soy y no por lo que tengo entre mis piernas y lo que se supone que esto me va a dictar.

      No he dicho en ningún momento que tener más inquietudes nos haga más libres. He dicho que hay mujeres a las que nos interesa más resolver nuestras inquietudes que gustar. Aunque, siguiendo tu argumentación, coincidirás conmigo en que el tener más posibilidades de disfrutar la vida, abrir este abanico, te hace más libre.

      Por supuesto que hay tema en la educación, la explícita y la implícita. En educar en igualdad de roles. En no educar a las niñas “en el rosa” y a los niños “en el azul” y un larguísimo etcétera. Aunque claro, todo es mucho más complejo.

      ¡Saludos!

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