Yo soy así

De cuando finges ser alguien que no eres para poder «conquistar» a una persona.

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by Isa

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Muchas veces pensamos que las relaciones se acaban o se rompen porque «se terminó el amor», «apareció otra persona», «me engañó», «éramos incompatibles», etc. y todo esto no deja de ser cierto, pero una de las causas mayores de ruptura es una trampa que nosotras mismas nos ponemos: vendernos como no somos.

Porque no serás la primera ni la última que ha dicho que le encantaba determinada afición cuando no era cierto o que no tenía mal genio cuando si lo tenía o que adoraba a los animales o… o… Infinidad de cosas. ¿Y luego que pasa? Lo de siempre, que la verdad sale a la luz y te encuentras viendo por octava vez esa película que afirmaste que te apasionaba y tienes ganas de arrancarte los ojos o conviviendo con una iguana que te mira sospechosamente y que te da grima tocar.

Pero eso no es lo peor, lo peor es que esa no eres tú. ¿Que quién eres tú? Es muy fácil, tú eres única en este mundo, pero lo que te hace serlo no es sólo lo bueno, lo que intentas vender, sino también esos pequeños y desastrosos detalles que llevas dentro.

Yo tenía un profesor que decía que todos tenemos un 12% nuestro que es «horripilante» y lo creo a pies juntillas; sólo tienes que aprender a verlo, a aceptarlo y a quererlo. ¿Te querrán a pesar de ese pequeño porcentaje? ¡Por supuesto! Porque él o ella también lo tiene.

Hablando mal y pronto se podría decir que «la mierda flota» y podemos pensar que ocultando esa parte de nosotras que tememos haga que la otra persona se eche para atrás, todo va a ir bien, pero el problema es que un día saldrá. Pueden pasar 10 minutos, 10 días o 10 meses, pero creéme que saldrá, porque es parte de tu forma de ser. Y el problema ya no es que salga o no, sino que durante todo ese tiempo no habrás sido tú misma.

Con esto no quiero decir que cuando conozcas a una persona interesante te presentes en «modo psicópata ON» y digas «Hola, me llamo Sara, soy muy maniática, no aguanto dormir con los armarios abiertos, tengo mala leche por la mañana y lloro sin parar cada vez que hay tormenta o se muere mi Furby»… No, no es necesario, pero deja que fluya, que salga y que sea la otra persona la que valore si esos «peros» que nosotras vemos como «PEROS» lo son tanto.

¿Sabéis esas situaciones en las que una pareja de vuestro alrededor se rompe sin un motivo grave como detonante y, sin embargo, una de las partes estalla diciendo y haciendo cosas que os sorprenden y se salen de lo que creíais conocer de ella? Ahí tenéis un posible caso de
mevendocomoyonosoyycuandomuestromicaratodoelmundoflipa.com

Y es que las ideas que se nos han inculcado nos llevan a intentar caer bien, a intentar gustar y para ello intentamos hacer nuestras algunas costumbres, roles o ideas que creemos lograrán que la otra persona se deslumbre. Y, efectivamente, se deslumbrará cual fogonazo en la cara pero, cuando su vista se acostumbre, verá lo que hay.

Mi consejo está claro: sé tu misma, quiérete como eres y ¡no cambies! Y deja a la otra persona que sea ella misma, quiérela por como es y no intentes cambiarle.

Interioricemos a Alaska con su «yo soy así, así seguiré, nunca cambiaré» y disfrutemos de relaciones reales.