Las mujeres zapatistas y la lucha colectiva

Cecilia nos cuenta sobre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el rol que en el han tenido históricamente las mujeres

Mujeres Zapatistas
Ilustración de Shana Rey

Latinoamérica es un territorio fértil para la lucha. Siglos de dominación externa a partir del fatídico día en que un grupo de europeos comprendieron que esas cosas a las que habían llegado no eran la India y que podían echar manos sobre ellas han hecho que la convicción de los pueblos para entregar la vida en la lucha sean una constante de norte a sur del continente. Pocas regiones del planeta se han combinado tan unívoca y claramente en distinguir cuál es el enemigo que explota los suelos, aniquila los sueños y domina las esperanzas. Revoluciones aquí y allá han hecho históricamente de Latinoamérica una zona de combate y de certidumbre en que el camino no puede ser más el del sometimiento.

Sin embargo, esa conciencia en la lucha política no siempre ha sido igual en lo que respecta a la lucha feminista. Muchos movimientos de izquierda, revolucionarios y anticapitalistas en Latinoamérica han mostrado el sostenimiento de mundos patriarcales donde la palabra seguía estando reservada para el hombre y la toma de decisiones no era un lugar donde las mujeres o las disidencias eran bienvenidas. Incluso en esos espacios de profunda reflexión la mujer permanecía apartada y preservada en el mundo doméstico, como si no fuera lo suficientemente fuerte, valiente o poderosa para unirse a la lucha. Basta con leer los testimonios de cientos de mujeres organizadas que le reclaman a sus compañeros de lucha romper con la dominación patriarcal en los hogares a la par de la destrucción de la dominación capitalista e imperialista.

Pero para toda regla hay una excepción y aquí quiero referirme al fascinante caso del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que cuenta desde principios del siglo XXI con un área dedicada especialmente a las problemáticas de las mujeres campesinas en lucha. El Movimiento de Mujeres Zapatistas es un ejemplo de cómo dentro de los mismos grupos revolucionarios el reconocimiento a los derechos de los sectores más vulnerables es una decisión política, consciente y elegida. Nada es imposible. Veamos un poco de qué se trata todo esto.

Haciendo historia: el nacimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)

La década de 1990 golpeó fuerte al corazón de la soberanía y de la libertad en América Latina. Después de haber recuperado muchos países sus procesos democráticos post-dictaduras, en los noventa se estableció con fuerza y sin temor el fantasma del neoliberalismo, ese que venía a decirnos que la ideología estaba muerta, que el Estado debía desaparecer y que la pobreza de muches no era culpa de unes poques millonaries.

En ese clima nace en 1994 el EZLN en la localidad mexicana de Chiapas, primero como una organización armada y de guerrilla para luego convertirse directamente en un movimiento político y social. De orientación marxista leninista, es decir, similar a la orientación de la Revolución Cubana, el EZLN comenzó con un puñado de revolucionarios y fue creciendo hasta tomar cuerpo por sí mismo con el aporte de una gran cantidad de indígenas y campesinos desplazados por un Estado liberal borroso según los antojos de las empresas y de los socios imperialistas del norte. El EZLN recupera en toda su trayectoria histórica la importancia y la urgencia de la lucha colectiva, a contramano de lo que ese liberalismo supuestamente modernizador nos quiso imponer (que el individuo es libre y que por lo tanto cualquier organización o idea de colectivo es un obstáculo para esa libertad).

En sus años de combate, el EZLN ha reivindicado especialmente los derechos de los sectores campesinos del mismo modo que el coetáneo Movimiento de los Sin Tierra lo hizo en Brasil. Ante el avance de la industrialización y de la modernidad masiva en regiones donde todavía gran parte de la población vivía en la miseria y el abandono, estos movimientos significaron un punto de inflexión muy importante. La lucha no se limitó además a la estrategia guerrillera sino que incentivó y estimuló en gran modo la conciencia política y la participación activa de esos sectores en la concreción de los cambios. Desde 2006 el EZLN dejó oficialmente de lado las armas y eventualmente su líder, el Subcomandante Marcos daría un paso al costado para permitir la conducción de nuevas figuras en el movimiento.

El lugar de las mujeres y un nuevo tiempo

Una de las características más fabulosas del EZLN ha sido siempre su interés por llevar el cambio a lo más profundo de las estructuras sociales y económicas. Así, a lo largo de la historia, sus integrantes nunca se han quedado quietes en lo que respecta a la construcción de nuevas realidades. Tradicionalmente, les zapatistes han dedicado mucha reflexión a las diferentes formas de sometimiento que cualquier sector vulnerable pudiera sentir y es así que desde muy temprano en su historia se han reconocido las numerosas formas en las que el sistema capitalista y patriarcal domina las vidas de las mujeres campesinas, desde situaciones de la vida cotidiana a fenómenos complejos y mucho más amplios.

El Movimiento de Mujeres Zapatistas surge entonces como una urgencia ante situaciones de doble explotación sufridas por las mujeres tanto dentro del movimiento como fuera, en la vida real y diaria de cientos de miles de campesinas e indígenas en todo el territorio mexicano. Entre los datos interesantes que este movimiento ha observado históricamente está el aumento de la participación de las mujeres en la lucha tanto armada como política, ambos espacios que hasta hace no mucho tiempo atrás quedaban reservados para el hombre. La necesidad de montarse sobre sus hombros la responsabilidad del combate ha estado muy presente siempre en las mujeres que se sumaron al movimiento. Pero además, este área del EZLN nos habla de cómo la mujer aún en la actualidad sufre diferentes formas de violencia y dominio: desde el no poder tener la palabra sobre su propia salud reproductiva hasta su escaso acceso a la tierra.

La Ley Revolucionaria de Mujeres (que puedes visitar en este link – http://enlacezapatista.ezln.org.mx/1993/12/31/ley-revolucionaria-de-mujeres/ ) data de 1993, año en el que se publicaron varios documentos de importancia (como también la Ley Agraria Revolucionaria o la Ley de Reforma Urbana) que han servido como base para la fundación del movimiento. Esto claramente nos habla de una visión adelantada a la época y nos refuerza la idea de que nada del reconocimiento de los derechos de las mujeres fue en el EZLN una moda o una decisión «políticamente correcta». Esta ley es el resultado de charlas, debates, pedidos y reclamos que cientos y miles de mujeres expresaron antes del nacimiento del movimiento y que las lideresas Comandanta Ramona y la Mayor Ana María supieron compendiar en la redacción del mencionado documento.

Como si todo esto fuera poco, el aporte considero yo más interesante y maravilloso del EZLN a la lucha por los derechos de las mujeres es su eterna convicción en que la lucha nunca puede ser individual. Así, una de las críticas que el feminismo zapatista le realiza al feminismo urbano y que hoy podemos encontrar en muchos lugares es su tendencia hacia el individualismo, es decir, la libertad absoluta de la mujer como única medida de éxito. Según la comprensión de las mujeres zapatistas, pensarnos en figuras aisladas, que sólo aspiramos a la libertad personal e individual, nos separa, nos debilita y nos vulnera ante un enemigo que es mucho más poderoso. Por eso, la lucha por la salud reproductiva, por la toma de decisiones, por el acceso a la tierra, por la transformación de esta aplastante realidad capitalista no puede ser nunca la lucha de una sola frente al mundo. Hermanadas, de brazos unidos y unificando el grito de miles en una misma voz, ese es para las mujeres zapatistas (y para mí también) el camino.

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