Voces en lucha: el aborto legal como sueño colectivo

Cecilia nos comparte las voces de quienes llevan a cabo la lucha por la legalización del aborto en la Argentina, el activismo cotidiano y que se arma en colectivo

 

Voces en lucha
Ilustración de Lucie Charcosset

Transcurre el año 2018. En Argentina, país donde las mujeres y les gestantes aún no tenemos posibilidad de decidir sobre nuestros cuerpos,  el debate por el aborto legal, seguro y gratuito llega finalmente a la Cámara de Diputados. Es afuera, sin embargo, en las calles, en los bares, en las casas, las escuelas, los hospitales, los medios y en todas partes donde el activismo para concientizar sobre la necesidad de lograr este derecho se planta firmemente y marca el camino.

Esto es una especie de entrevista colectiva, la crónica de esa lucha con decenas de voces. La historia de cada una es tal vez la historia de todas. Especialmente de las que ya no están. A ellas y a todas las que vengan les dedicamos este artículo. 

Para reunir las más de 30 voces (entre artistas, periodistas, escritoras, trabajadoras, políticas, estudiantes, etc.) que colaboraron con esta idea, planteé tres preguntas disparadoras:

¿Cómo entendés el activismo feminista?, ¿Cómo sentiste que la lucha por el aborto era algo que debías llevar a la práctica?, ¿En qué actividades participás para llevar a cabo ese activismo? 

Las primeras respuestas muestran una coincidencia general: no hay una única manera de entender el activismo feminista. Para Andrea, docente y trabajadora social, «es una práctica cotidiana de promoción y defensa de los derechos de las mujeres». Promover el empoderamiento y la consciencia, desde los rituales, los roles y las tareas hogareñas, «desnaturalizando machismos», nos dice. «Es generar instancias que permitan lograr más igualdad entre varones y mujeres en todos los campos de la vida social» nos comenta Mónica Macha, diputada por el partido Unidad Ciudadana. Los encuentros con mujeres del interior de la provincia de Buenos Aires son para ella faros de iluminación para conocer lo que se vive en los barrios. La idea de cotidianeidad, de algo que llevamos en la piel a todos lados y que nos define, «un conjunto de acciones que surgen como respuesta a la violencia machista y patriarcal» señala Aldana, artista visual que se dedica, a través de sus bordados y clases, a transmitir aquello que considera justo y urgente.

Muchas de estas voces me dicen que el feminismo les ayudó a cuestionar experiencias vividas. Ana Montes, artista plástica, cuenta que «cuando era más chica naturalizaba un montón de cosas. Que un chico me tocara en un boliche sin permiso, que un novio me revisara el celular, que a una amiga le dijeran puta por cogerse a muches, que otra tuviera que mantener secreto un aborto por vergüenza y miedo…».  Para ella, y todas nosotras, esas situaciones se fueron apilando como un malestar enorme que hacía ruido. «Cuando me atravesó el feminismo, cambió todo», agrega. En la voz de Sol, docente de la Facultad de Medicina de la UBA, «el activismo feminista es una herramienta fundamental para la consumación de derechos básicos que históricamente reclamamos las mujeres y siempre nos fueron negados.» Muchas hablan de salir a la calle, participar en todos los lugares posibles o, como dice la ilustradora Carla Di Martino, «reeducar, debatir, discutir por todas esas cosas que culturalmente nos han impuesto y no están bien». «Causar incomodidad en reuniones familiares» nos sugiere la diseñadora Eugenia, marcando la importancia de romper con esos reductos de tradición.

A veces cuesta llamarnos activistas porque tal vez ejercemos ese rol desde ámbitos que no están vinculados tradicionalmente a la lucha política o social. En este sentido, la periodista Paula Giménez nos dice:

«creo que todas las mujeres feministas militamos ya al declararnos feministas».

No solamente militar orgánicamente es entendido como acto de activismo: para Magda, emprendedora y diseñadora textil de indumentaria inclusiva en Brilla Gringa, el activismo feminista va en el hacer, «Gringa es una excusa para decir un montón de cosas, desde el valor conceptual, la forma de producción, las decisiones estéticas están marcadas por la motivación de mostrar una mujer lo más real, natural y libre posible. Busco fomentar la seguridad en una misma y en nosotras como grupo».

Iris, profesional de la salud, nos marca que ese activismo es necesariamente «impertinente, desobediencia pura, querer cambiar la realidad». Ni más ni menos. Para ella, además, «(el activismo feminista) lucha por la igualdad en un sentido de justicia social entre mujeres, identidades disidentes y varones». Esta lucha la llevamos adelante nosotras principalmente, pero incluye claramente la transformación de la sociedad en beneficio de todes.

Melisa de Oro, trabajadora sexual trans, señala que «la cultura hetero-cis-sexista es la dominante, y por lo tanto, la que debe ser objeto de las acciones que lleven a su desaparición». Finalmente, destaco lo que me transmite Estela Díaz, representante de la Secretaría de Género de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) cuando dice que el activismo feminista «es una perspectiva política integral, no sólo supone un posicionamiento ideológico, filosófico y político, es una manera de ser y estar en la vida». Desde su espacio, un mundo habitado principalmente por hombres, se ha incluido una agenda de actividades anuales que incluyan las temáticas de género, consejerías integrales, asesorías, etc.

Cuando entra en escena la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito, las experiencias personales y de conocidas son las que marcan nuestras identidades. Marina Glezer, actriz, nos dice valientemente «tomé consciencia al abortar, al ver que era una injusticia social, como el hambre, la criminalización de la pobreza»; Alejandra, bióloga, agrega  «recuerdo a una ginecóloga amiga de mis padres que se angustiaba mucho contando cómo en el hospital denunciaban a mujeres que llegaban desangrándose, con el útero destrozado. Que tenían que operarlas mientras afuera del quirófano esperaban policías para llevárselas. Que muchas no salían vivas.»

Para Sabrina Cartabia, abogada feminista, «la desigualdad estructural entre hombres y mujeres nos indigna, pero no nos quedamos sólo en eso. Esto se cristaliza a través de leyes y del derecho penal que nos castigan a llevar esas maternidades de forma coactiva y forzada.» Candela, militante del MST en la provincia de Córdoba, nos dice que el activismo se lleva encima, especialmente «practicando la sororidad, poniendo límites. El aborto no debe ser legal sólo en casos de violación, tiene que ser legal porque ser madre no es obligación, es más que nunca algo necesario que quiero decirle a mi propio cuerpo, ser libre».

Romina del Plá, diputada por el Partido Obrero, nos recuerda que esta lucha «nació hace más de treinta años. Con nuestra organización de mujeres, el Plenario de Trabajadoras, hemos militado por la libertad de Romina Tejerina y por la libertad de Belén en Tucumán. Vemos todos los días las consecuencias que hay en los barrios y en las juventudes por el aborto clandestino. A mí personalmente me golpeó mucho la muerte de una compañera del Polo Obrero después de un aborto clandestino». En el ámbito de las pibas jóvenes que militan, Sofía, militante peronista nos dice «entendí que el peronismo es justicia social y no hay justicia social sin feminismo. Y tampoco hay aborto legal sin feminismo.». Para Laura González Velasco, dirigente de Libres del Sur y referente de educación popular, la lucha es constante:

«el aborto legal es una deuda de la democracia, una causa de salud pública y de justicia social. Creo enormemente en la consigna de la campaña: Educación Sexual Integral para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir. Cuando estas tres acciones van juntas con presupuesto y decisión política, no sólo desciende la cantidad de muertes de mujeres gestantes, sino la de abortos que se realizan». – Laura González Velasco

Ivanna Colonna Olsen junto a Diego Javier Fantin forman «Somos Bife», una banda de música disidente, que le escapa a cualquier estereotipo. Elles nos dicen que «que pase la ley del aborto como primera cosa va a evitar que muera una persona cada tres días», una declaración cargada de fuerza y valor. «Es muy importante el trabajo de las socorristas en red que están organizadas en todo el país acompañando a personas que necesitan abortar (www.socorristasenred.org). Las muertes generadas por abortos clandestinos son responsabilidad del Estado» agregan. Buscan, a través de sus canciones bancar las luchas que les identifican. «Hay zonas desalambradas donde se puede construir muchísimo» cierran, llenando el horizonte de esperanza.

El modo en que cada une de nosotres decide llevar a cabo ese activismo o militancia a favor de la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito es distinto, pero al mismo tiempo es parte de un todo donde cada pieza es valiosa por sí misma. «Llevando el pañuelo verde de la campaña a todos lados», nos dice Florencia Meije, ilustradora. «Soy miembre del grupo Línea Peluda (Instagram de Línea Peluda), un colectivo de dibujantes activistes en la lucha por la legalización del aborto». El martes 15 de mayo, estas enormes artistas pegaron dibujos y carteles con el verde como color predominante logrando dar la vuelta entera al edificio del Congreso. De ese mismo colectivo forma parte Miru Brugmann, ilustradora que se encuentra viviendo actualmente en Brasil y nos señala «admiro profundamente a las mujeres argentinas» al marcar que en tierras del samba la conciencia política sobre estos temas no se ve tan masivamente en las calles. «Mi aporte es más en el día a día, en la conversación con las personas».

Tanto María como Ludmila, ambas militantes juveniles e integrantes de centros de estudiantes hacen referencia al debate permanente: «llevo esta lucha en las actividades que realizamos como centro de estudiantes en el Mariano Acosta ya sean charlas, debates, carteleadas, movilizaciones del 8M o del 3 de Junio (día del Ni Una Menos)» nos dice María. «Desde mi lugar lo hago en el Carlos Pellegrini (colegio de Buenos Aires) donde se discute y se activa dentro y fuera de la institución, lo hablo dentro de mi círculo de amigues y familia» nos cuenta Ludmila, quien además milita en Sur, una organización de estudiantes secundaries y universitaries.

El poder de la difusión de ideas es central para Estefanía Pozzo, periodista que cree «fervientemente en la información como derecho y desde ahí aporto para romper tabúes, contar historias de mujeres, visibilizar los reclamos, contar la injusticia». Desde allí, tomó la decisión personal de informar en televisión sobre el misoprostol, medicación que se puede usar para practicarse un aborto vía oral.

«Me aseguro de que en cada materia entre un 30% y 50% de los materiales que enseño sean escritos por mujeres», nos dice María Esperanza Casullo, politóloga y docente universitaria, un acto de profundo valor en el ámbito académico, históricamente dominado por la mirada masculina.

«desde muy pequeña entendí que la maternidad obligatoria era una imposición violenta que limitaba la autonomía de las mujeres y que condicionaba fuertemente sus vidas. El cuerpo de cada mujer, es suyo, ni de las religiones, ni de los Estados, ni de los gobiernos, ni de nadie más que de ellas mismas». – Melisa de Oro 

A su vez, Barbie Recanati, música y cantante nos cuenta que tiene un estudio de grabación «desde donde estamos empezando un sello digital de bandas con mujeres al frente». Romper la inercia. Lo que Carolina Peralta, escritora, logra «por supuesto, escribiendo. Me di cuenta de que el arte es una forma delucha. Mientras les exigimos al Estado que se haga cargo, nos ayudamos y acompañamos entre todes.» Su colega, Margarita García Robayo agrega que «desde mi oficio no puedo ni quiero imponerme consignas feministas, pero siento que de cualquier modo están incorporadas en mi subjetividad, mi mirada sobre el mundo, que inevitablemente se cuelan en las cosas que escribo».

Cada cuerpo es único, irrepetible. Para cerrar comparto las palabras de mi amiga Analía, artista estampadora:  «Para mí ser activista es reconocerme parte de un movimiento en el cual no estoy sola, en el cual no compito, no tengo miedo porque me encuentro con quienes resisto, deseo, actúo y soy infinita». 

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