¿Ser ciudadana del mundo o no serlo ?

¿Qué significa ser ciudadana del mundo? Todo depende de la nacionalidad de tu pasaporte, y por supuesto, del color de tu piel.

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Ilustración de Alloza Laura

Para aquelles que aún no lo saben, el mundo está dividido en dos grupos: las personas que tienen los “buenos” pasaportes y el resto del mundo.  No es sorprendente que sean les primeres les que siempre levantan la bandera de «ciudadanes del mundo». Como provienen de países ricos, estas personas tienen el poder económico y el poder diplomático en sus pasaportes, un poder que les permite viajar adonde sea sin problemas. Adonde sea que vayan, las puertas se abren y nunca sentirán la humillación de tener que hacer cola durante días frente a una embajada para solicitar un visado que les será probablemente denegado sin razón válida . Nunca sentirán la humillación de tener que responder preguntas estúpidas y demasiado personales en cada aeropuerto, nunca aguantaran las miradas sospechosas y hostiles y no tendrán que usar la otra cola, la de los “no ciudadanes del mundo”.

Todes queremos dar la impresión de que somos personas chulas y abiertas al mundo, todes queremos mostrar los sellos en nuestros pasaportes y mostrar como trofeos las fotos de personas que conocimos durante nuestros viajes, diciendo frases banales como «estas personas, no tienen nada pero aun así están felices”.

Me gustaría dirigirme a las personas que entran y salen de las fronteras tan fácilmente como el viento en la ventana y que siempre toman las colas más rápidas en el control de pasaportes. Me gustaría que ellas se den la vuelta y hagan caso al resto de la gente (que en general tiene más melanina pero no siempre). Esa gente que  estás en las colas más largas, y que cuando llega su vez tiene que responder lo más tranquilamente posible a preguntas tontas, en el mejor de los casos, humillantes y racistas, en el peor de los casos; porque la realidad del mundo en el que vivimos es que ser une ciudadane del mundo es más una cuestión de privilegio que una cuestión de mente abierta o de ganas de viajar y conocer otras culturas.

«¿Qué estás haciendo aquí? ¿Conoces a alguien? ¿Te vas a quedar con amigos o familiares? ¿Vas a la universidad? ¿Qué universidad? No te pareces a tu foto. Pon tu dedo aquí. El otro dedo. Ponte al lado todavía tenemos cosas que verificar. Es que hay personas que son más difíciles de identificar … » 

Tener que soportar sin quejas lo que parecen ser interrogaciones policiales es la realidad para la mayoría de les viajeres de todo el mundo.

Viajar y no ser una persona blanca es algo complicado, desde el principio, directamente desde la solicitud del visado. Hay, por supuesto, personas racializadas que tienen los pasaportes “buenos”, pero, si no hay problemas de visado para elles, todavía les queda el problema del racismo y el temor a no ser aceptades. No hay nada peor para arruinar unas vacaciones.

Soy una persona negra a la que le encanta viajar, y me di cuenta de que las personas con «fenotipos aceptados» nunca se preguntan si el color de su piel va a ser un problema cuando eligen un destino de viaje. Reconozco que este es un privilegio que me gustaría tener. Nosotres, negres, por el contrario, no podemos evitar esta cuestión a la hora de viajar. Yo, por ejemplo, me enteré de que era negra viajando, a través de miradas, preguntas y comentarios «antropológicos» de las personas:

«su cabello parece una esponja (con un intento de tocar sin preguntar, por supuesto). ¿Con tu nariz logras usar lentes? ¿Por qué la palma de tus manos no es del mismo color que el resto de tu cuerpo? Usted, tiene una textura diferente de la piel. En serio, no sabía que las negras usaban maquillaje. ¿Cómo te lavas el pelo? ¿También tienes el coño negro? « (parece que la sexualización de nuestra raza es algo a lo que no se puede escapar y aunque une no lo sepa, no deja de ser violento).

Antes de preparar un viaje, siempre me pregunto qué me espera en este destino y busco testimonios de gente negra que viajó a este país o esta ciudad, porque estar preparada no hace desaparecer el racismo, pero reduce el choque. Debo decir que hasta ahora durante mis viajes, en general, la gente ha sido bastante agradable, aunque he tenido que vivir momentos muy desagradables en los que ya no me sentía como un ser humano, sino como un animal en un zoológico.

También me di cuenta de que la gente era amable porque casi siempre me acompañaban blanques. Siendo la única pepita de chocolate en la galleta, mi presencia se diluía y el racismo también. Por el contrario, viajar con un grupo predominantemente negro es una experiencia diferente, puedes creerme. Mis vacaciones en Berlín con mi exnovio blanco alemán fueron muy diferentes de la experiencia que tuvo un grupo de amigas mías, en la misma ciudad, en el mismo año, pero sólo compuesto por mujeres negras; o de la experiencia de un  colega que había decidido alquilar un apartamento en Roma para pasar las vacaciones con su familia, y que nada más llegar, les vecinos llamaron al propietario para que les echara del apartamento; ya que no querían que esta familia negra trajera el virus del Ébola a su edificio.

Hay que señalar también que  les negros son mejor tratades cuando no son del propio país, sino turistas, ya que no están ahí para quedarse. Un día, cuando estaba en una misión por trabajo en Bretaña (región del noroeste de Francia), un viejito se me acercó y me preguntó si era brasileña, sorprendida, le pregunté «¿por qué cree usted que soy brasileña?» El hombre respondió: «porque hay muchas personas de tu color en Brasil». Quería responderle que también hay muchas personas de mi color en Francia y que estas personas no llegaron anoche, pero le contesté que no era brasileña y continué con mi trabajo. Es por miedo a este tipo de micro agresión y por miedo a un racismo más obvio que siempre tuve la aprensión de abandonar mi entorno multicultural de la región parisina para visitar la Francia «profunda». Prefiero visitar países extranjeros.

Entonces, nosotres, viajeres negres, tenemos dos opciones: quedarnos en casa para mantener nuestra salud mental y nuestra autoestima, o ir a ver el mundo y estar preparades para recibir bofetadas. No es que me encante recibir bofetadas (ni literamente, ni figurativamente), pero la primera opción no es una posibilidad para mí, ya que este mundo también es mío y quiero verlo. Aunque no lo pueda hacer de manera ingenua.

Me alegra ver que no soy la única que piensa así, la redes sociales dan visibilidad a jóvenes negres que decidieron animar a les negres a viajar más, como es el caso de Zim Ugochukwu, fundadora del concepto Travel noire. Hay muchos blogs y plataformas en Internet, muchos de ellos dedicados a mujeres negras cuyo propósito es intercambiar ideas, consejos, compartir experiencias y fotos, etc. Todo esto para inspirar, motivar y aliviar el miedo y nuestra frustración de viajar. Mi favorita es Oneika Raymond “oneika the traveller”, una bloguera de viaje canadiense que además que escribir sobre sus viajes y colgar fotos bonitas en Instagram, no deja de lado aspectos tales como la raza, la política o el género.

Lo único que puedo deplorar es que la mayoría de estas iniciativas sean norteamericanas. Cuando viajo, siempre me preguntan si soy estadounidense; ser afroamericane lleva consigo un prestigio relacionado con el poder político, económico y cultural de ese país, cuyo prestigio no beneficia a les demás afrodescendientes y menos aún a les africanes. Cuando respondo que soy francesa se sorprenden porque aparentemente no hay negres en Francia, y cuando respondo que soy marfileña se sorprenden, porque, aparentemente, les africanes no viajan por placer, sino por necesidad de inmigrar. Por tanto, me gustaría ver  estas iniciativas multiplicándose por el continente y la diáspora para que el mundo se dé cuenta de lo diverses e interesantes que somos. Nosotres también queremos ser ciudadanes del mundo.

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