Eres muy guapa de cara

Elo ha perdido la cuenta de cuántas veces le han dicho la manida frase de «eres muy guapa de cara». Hoy reflexiona sobre ello y nos explica por qué le enfada tanto.

 

De entre todos los requisitos que tenemos que cumplir las mujeres para cumplir los cánones de belleza establecidos por la sociedad, hay uno que me ha afectado directamente y que me da muchísima rabia: el hecho de que, si tu cuerpo no es normativo pero tu cara sí, parece que eres más aceptable para la gente que te rodea.

Para empezar, me parece alucinante cómo la gente se cree con la potestad de emitir alegremente juicios de valor sobre la apariencia de otras personas. Recuerdo cómo una profesora del instituto, al enterarse de que yo estaba a dieta, me soltó sin despeinarse que ya era guapa, pero que si adelgazaba, me convertiría en una belleza. En ese momento no fui capaz de replicarle, pero interiormente pensé: ¿por qué no puedo ser una belleza AHORA?

Me parece bastante triste de por sí que la gente piense que ser gorda te invalida para ser considerada bella; pero me repatea aún más cada vez que me han elogiado por mi cara, dando a entender que tengo la desgracia de ser gorda pero al menos me puedo consolar con ser guapa.

Este tipo de calificativos han venido por parte de amistades, familiares, superiores, profesorado y un largo etcétera. Parece que las mujeres debemos cumplir, al menos, con una de las dos premisas de la belleza; puedes ser fea si tienes un tipazo o puedes ser gorda si tienes una cara preciosa pero, ¡ay de ti si no cumples al menos uno de los dos requisitos!

En ese caso te conviertes en invisible para la sociedad o, en el peor de los casos, en objetivo de toda clase de burlas y acoso contra tu persona. Creo que esto es algo muy cruel, ya que no podemos elegir si nuestro aspecto cumple con los cánones establecidos. Es el que nos ha tocado en suerte. Además, la belleza es un concepto subjetivo; lo que es bello para mí, puede resultar horrible para otra persona. ¿Quién marca lo que es bello y lo que no?

Creo que, al igual que las reivindicaciones para concienciar a la sociedad de que las mujeres tenemos diferentes cuerpos y todos son válidos, deberíamos hacer campaña para reivindicar que no tenemos por qué ser guapas. Ser guapa es un constructo que está en la mirada puesta sobre nosotras, no en nosotras como sujetos. ¿Por qué tenemos que querer ser guapas? ¿Por qué no podemos vivir siendo felices si no nos ajustamos a los cánones de belleza?

No sólo debemos celebrar a las mujeres gordas y guapas. Tenemos que celebrar a las mujeres de todas las maneras: gordas, flacas, guapas, feas, negras, blancas, con pecas, con cicatrices, con pelo rizado, con pelo liso, con celulitis, con estrías, con diversidad funcional… Celebrémonos tal y como somos, arranquemos esos prejuicios que nos hacen pensar que debemos cumplir con una serie de cánones de belleza para ser aceptades y aceptables.

Como ya expliqué en este artículo de hace un par de años, a mí no me sirve un movimiento a favor de la diversidad de cuerpos si no nos incluye a todas. Creo que el verdadero feminismo y la verdadera sororidad pasan por ser interseccionales. Si nos olvidamos de las olvidadas, nuestra lucha pierde todo el sentido.

Como en aquel artículo de 2015, sigo recordando la pintada de la universidad en la que se podía leer aquello de gordas, feas y peludas. Reivindico mi derecho y el de todas las mujeres a serlo sin que se tengan que enfrentar a la mirada crítica de la sociedad y me niego a tener que cumplir con la belleza por decreto y a la mirada patriarcal que nos juzga. Reivindico el poder gritar que no soy guapa de cara, sino de cuerpo entero. Y que lo que me hace ser bella es el ser tal y como soy.