Breve análisis crítico sobre el programa de la depresión de Salvados

Ilustración de Laura Farlete

Han pasado ya unas semanas desde que el programa de a3Media, Salvados, tratase el tema de la depresión. Le he dado muchas vueltas a si escribir este artículo o no, y esto es debido al incalculable valor que tiene la visibilización de las enfermedades mentales, lo que sin duda ofreció Salvados tan solo con ofrecer un programa sobre dicha temática.

Los testimonios que se suceden, abriendo su experiencia, me parecen de lo más valientes, así como valiosas sus intervenciones debido al estigma que siguen arrastrando las enfermedades mentales, en concreto ésta, la depresión, enfermedad muy invisibilizada y banalizada. ¿Quién no ha oído aquello de “estoy deprimide” en boca de cualquier persona que sencillamente pasa un mal momento? La sobreutilización de esta palabra así como la dificultad de llegar a que, quien la padece, se le reconozca, hacen que la depresión sea una especie de etiqueta que no sabes bien bien qué esconde detrás. Porque no, la depresión no es tristeza, como bien señala uno de los protagonistas del programa. Es algo infinitamente más grave y profundo.

Los testimonios del programa nos hacen ver con claridad el profundo sufrimiento que se vive y el rechazo y presión que viven con respecto a la sociedad. Y esta es una de las grandes verdades: a la gente deprimida se la culpabiliza, se la rechaza, se la presiona por estar mejor. Una especie de “si estás así es porque quieres” de lo más injusto. Y es precisamente a raíz de este punto donde encuentro uno de los grandes vacíos de este programa.

La depresión no aparece de la nada. Al no profundizar más en la cuestión en el programa quedaba la sensación de que la depresión es algo que, al parecer, sencillamente te sucede. “Lo tenía todo para ser feliz” decía uno de los protagonistas. Y si uno lo tiene todo para ser feliz, ¿cómo puede deprimirse? Podríamos pensar. Y aquí va otro de los estigmas de la depresión: sus orígenes.

Viendo el programa une puede pensar que, con esto de la depresión, hay gente a la que le pasa y gente a la que no. Esto más el énfasis que se le puso al programa sobre que es una enfermedad, teniendo en cuenta el concepto de enfermedad completamente biologicista que les habitantes de esta sociedad occidental tenemos, puede darnos la impresión de que, con la depresión, te toca o no te toca. Como una especie de virus o bacteria o defecto cerebro-neuronal o personal.

Si se quiere desestigmatizar la depresión con eficacia es importante señalar que la depresión está sujeta fuertemente a las biografías personales. La depresión no es una cosa que te sucede de manera aleatoria sino que tiene una explicación, un por qué, que está sujeta a las vivencias relacionales de la persona que la sufre. En su vida, su pasado, su historia, encontramos la clave. Lo que pasa por otro estigma: el de que las familias y las relaciones sociales también nos dañan, nos hacen relacionarnos mal con nosotres mismes y con el mundo. No digo que este daño tenga que ser voluntario por parte de las personas que nos lo han infringido, es que ni tan sólo tiene por qué verse de forma clara. Pero esto es así, sucede, nos marca, puede ser una de las causas de la depresión y lo que es sin duda es un campo que hay que explorar sí o sí en el tratamiento de la misma: la historia de la persona que la padece. Y es que tener en cuenta estas biografías también representa una llamada a la asunción de responsabilidades individuales y sociales: nuestras actitudes y conductas afectan a les demás.

Además dentro de estas biografías no podemos obviar el contexto, la sociedad. Porque lo que no se abordó tampoco en Salvados es que las mujeres sufrimos el doble de depresión que los hombres, y que la depresión afecta a más gente en los países ricos. ¿Será casualidad que en sociedades patriarcales en las que se fomenta un individualismo extremo la gente sufra más depresión? ¿No tendrán algo que ver los valores y presiones sociales en la generación de la sintomatología depresiva? ¿No estarán relacionados los índices de depresión con la competitividad a la que se nos somete, la falta de redes, la inestabilidad laboral y vital, el reparto desigual de tareas, las exigencias de cómo debemos ser, el bombardeo mediático o la falta de una educación emocional y de fomento de la percepción de autovalía?

“Irene, pero es que en un programa que dura una hora no se puede hablar de todo”, se puede pensar. Lo curioso es que, así como no encontraron tiempo para hablar de las biografías personales ni de la psicoterapia como medio para salir de la depresión, es decir, sobre sus causas y sus soluciones sanas, sí que encontraron tiempo para defender la terapia electro-convulsiva o la inserción de electrodos en el cerebro para tratarla.

Salvados pasó de puntillas por el tema de la psicoterapia, que, no lo olvidemos, cura la depresión. Esta práctica, obviamente, está ligada a lo anterior que he comentado (causas, biografías, sociedad…). Cuando Évole, el presentador, dijo “Entonces eso significa que la depresión se puede curar” lo dijo justo después de que se hablase de una intervención en neurocirugía para estimular la zona cerebral hiperactiva en las personas deprimidas. Y con esto se vuelve a subrayar y sostener la idea de la salud como algo meramente biológico. El modelo biologicista se salió con la suya en este programa y no se cuestionó ni el modelo en sí mismo ni las propuestas que surgen alrededor de él. Pero hay otra realidad: la de les profesionales de la salud mental que estamos en contra de determinadas prácticas como sería el electroshock o Terapia Electro Convulsiva de la que se habló en el programa acríticamente. Estas prácticas están arraigadas a una mirada de la salud psíquica como un problema biológico, y tienen peligros y daños colaterales, además de ser ineficaces o no contar con suficientes estudios como para demostrarse eficaces, como lo de lo electrodos. Por suerte se habló de la hipermedicalización, aunque ya no de la eficacia de los antidepresivos, cuestión que está bastante en duda. Tampoco se criticó al modelo psiquiátrico, pese a que una de las participantes habló de su sufrimiento con ellas (y que toma la apariencia en el programa de “sufrimiento necesario” al no criticarse).

Así que junto al valor de las personas que aparecieron abriendo sus experiencias, me quedé con un regusto amargo de que el discurso hegemónico de la salud mental biologicista apareciera de nuevo, de que descontextualizaran la depresión y de que no señalaran su componente social, algo que sin duda estigmatiza de nuevo a las personas deprimidas ya que reduce su problema a una cuestión individual. Se mostró a la depresión como una suerte de problema neuronal y personal, dejando de lado que es un problema social de primer orden y que de lo que hablamos es de salud psíquica, que se entrelaza con lo biológico pero que no podemos, ni debemos, tratarla desde este correlato para encontrar la solución.

Salvados no estaba haciendo las preguntas correctas, no dejaba de sostener el modelo hegemónico de salud y de ciencia dejando de lado lo esencial, que es nuestra historia personal, así como que las personas somos un complejo de relaciones, necesidades y emociones que se ven vulnerados en una sociedad que nos desconecta y nos dice que tiremos hacia adelante sin quejarnos, que tenemos de todo, y que si no lo tenemos, es porque no queremos.

Salvados no contempló la parte más humana, social y política al hablar de las soluciones de la depresión (ni de las causas, pero esta cuestión ni se mencionó), por lo que, en definitiva, y muy en contra de cómo se auto-vende el programa, me resultó bastante acrítico y pro-sistema hegemónico. Dejó mucho que desear para llegar fomentar una desestigmatización y un discurso realmente crítico y constructivo para una cuestión lo suficientemente grave como para tocarse con la profundidad que requiere. Y que, no olvidemos, afecta a las personas de la sociedad occidental, principalmente a las mujeres, bajo índices epidémicos.

5 Comentarios

  1. Totalmente de acuerdo con tu análisis.
    Me pareció una buena manera de empezar a visibilizar y normalizar las enfermedades mentales, pero como todo, tuvo sus aciertos y sus errores.
    Como estudiante de Psicología que soy eché en falta que recalcaran los beneficios de la terapia y el tratamiento psicológico fuera de la medicación (que a mi parecer tiene mas contras que pros, sé por experiencia que acertar con un tratamiento farmacológico no es nada fácil y que los efectos secundarios pueden ser muuuuuy jodidos).
    En mi opinión la terapia psicológica es significativamente mas beneficiosa a largo plazo que el pastilleo.
    También sé que hay casos en los que la medicación es la única manera de estabilizar y calmar una mente enturbiada. En mis períodos depresivos más profundos la medicación era lo único que lograba reducir mi ansiedad y estabilizarme hasta lograr unos niveles mínimos de normalidad.

    Pero sí, no dejaba de reflejar ciertos valores del sistema y validaba ciertos argumentos de los que hay que deshacerse por completo.

    PD: Acabo de descubrir el blog y me está pareciendo increible!

    🙂

  2. Jacobo varela

    Este enfoque más serio es muy acertado, pero se lo pido también a las autoras. No podemos decir que la depresión sea más padecida por mujeres que por hombres, sino que es más diagnosticada a mujeres que a hombres, ya que ocultan más esta situación, del mismo modo que no se deja de recordar que hay más mujeres maltratadas de las que denuncian. Un dato interesante a este respecto es el mayor índice de de suicidios en hombres que en mujeres, que no quiere decir que haya más hombres deprimidos que mujeres. Lo cierto y lo más feminista es reconocer que no sabemos qué sexo lo sufre más. Apuesto a que más o menos igual.

    Por otro lado, es natural que hicieran un enfoque biologista pues no puede afirmarse que la causa sean circunstancias de la sociedad actual, como la competitividad, el patriarcado, la falta de redes, etc, porque la contestación es fácil: antes también las había. Y guerras, hambrunas, epidemias, etc. Quizá el problema consiste en que en la actualidad se carece de estrategias de gestión emocional para afrontar problemas que antes nunca habrían causado depresión. Aunque apuesto a que seguramente también había depresiones antes, pero no se le prestaba atención.

  3. Magnífico análisis, Irene… Qué pena que Salvados, con el poder mediático y socioeducativo que tiene, no se asesore mejor cada vez que se dispone a abordar el tratamiento de uno de sus temas de investigación.
    A mí me decepcionó bastante también el de la industria cárnica. Frustrante, porque podría sacársele tanto jugo a cada uno de sus programas… Lo veo como grandes ocasiones desperdiciadas 🙁

    • Irene

      ¡Muchas gracias Mines! Sí que es una lástima, precisamente por el poder que tienen, como comentas. No vi el de la industria cárnica pero me puedo imaginar que también sería muy parcial. Esperemos que acaben poniéndose las pilas y asesorándose como es debido antes de hablar de problemas tan graves.

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