En nombre de tu fuerza

En nombre de tu fuerza puedes conseguirlo todo. Nunca lo olvides.

En nombre de tu fuerza puedes conseguirlo todo. Nunca lo olvides.
Ilustración de Javitxuela

Recuérdalo, cuando prepares el primer café de la mañana y te descubras en el reflejo de la ventana queriendo escapar de todo.

Cuando, al abrir el armario para vestirte, elijas una y otra vez el mismo pantalón vaquero y el mismo jersey gris plomo.

Recuérdalo, cuando en la piscina te cambies al carril lento porque al tuyo ha llegado un chico que aparenta nadar más rápido que tú.

Recuérdalo, cuando te quedes callada durante la reunión, asumiendo que alguien ya habrá expuesto la idea que has tenido.

Cada vez que rechaces sistemáticamente un halago sobre lo inteligente que eres y se te ocurra atribuirlo al azar.

Recuérdalo, cuando te cambies de ropa antes de salir de casa porque tu madre te ha mirado con desaprobación: las chicas no usan pantalones de baloncesto para salir.

Y entonces da la vuelta y vuelve a recordarlo todo. Recuerda lo que te ha traído hasta aquí, recuerda cómo has luchado por ocupar cada pedacito del terreno que pisas.

Recuerda cómo has escalado árboles, cómo has corrido por el asfalto hasta que la boca te sabía a sangre y cómo saltaste al mar desde las rocas más altas del pueblo.

A los sueños nunca se llega callando y aceptando. Nunca se llega siendo como se debería ser.

Y entonces da la vuelta y vuelve a recordarlo todo.

Cuando prepares el primer café de la mañana y te descubras en el reflejo de la ventana y te gustes, y no quieras escapar de nada.

Cuando, al abrir el armario para vestirte, elijas el vestido rojo que te enciende las mejillas y las ganas de vivir.

Cuando no te cambies al carril lento en la piscina sólo porque ha llegado un hombre. Tú nadas el doble de rápido y ya no se te olvida.

Cuando digas lo que quieras en la reunión y, quizás sea buena idea o quizás no, pero aportará algo que nadie habría dicho si no hubieras hablado.

Cuando cada vez que recibas un halago, lo agradezcas y no lo atribuyas a otro factor que no seas tú misma.

Cuando no te cambies de ropa al salir de casa porque la única que manda sobre tu cuerpo eres tú.

Cuando necesites fuerza para poner un pie detrás del otro, da la vuelta y vuelve a recordarlo todo.

Ya lo habías hecho antes, toda la fuerza está y seguirá estando dentro de ti, esperando a que brilles de nuevo.

Recuérdalo.

 

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