Paso miedo con las películas de amor

¡María se une al equipo PK! Para comenzar, nos habla este mes sobre cómo las imágenes educan sensibilidades y de cómo es importante llamar a cada cosa por su nombre, incluso en las pelis más ‘ligeras’.

Ilustración: Laura Farlete

Cuando te sientas a ver Te doy mis ojos sabes que vas a ver violencia, explícita o implícita, pero lo sabes. La directora lo sabe, las guionistas lo saben, el publicista lo sabe, el espectador y la espectadora lo saben…Pero, hay otras películas que vienen envueltas en su publicidad, tratamiento, y posicionamiento, en un género que nada tiene que ver con lo violento, y cuando las ves dan mas miedo que la mejor película de terror.

La invisibilidad de la violencia en el cine es más habitual de lo que nuestra educación es capaz de captar. Y me refiero a la violencia que no se manifiesta en forma de golpes, insultos, o el uso de la fuerza física, sino a aquella que se produce de manera sutil (o no tanto), como consecuencia de relaciones desiguales de poder, en la manera en que unas personas/personajes se relacionan con otras/otros.

Esto me ha pasado con dos películas recientemente, pero si lo pensamos, seguro que encontramos muchos más ejemplos. Esas películas son Dos en la carretera  y Lolo. A las dos se llega por unos ganchos muy efectivos:

  • Un clásico inglés de los sesenta dirigido por Stanley Donen y protagonizado por Audrey Hepburn y Albert Finney, nominada a los Oscars a mejor guión.
  • Esquivando los topicazos de género uno a uno, Julie Delpy construye la que supone su película más sólida y equilibrada hasta la fecha como directora. «Lolo», una comedia romántica sin igual. (No puedo esperar y ya digo: ¡qué comentario tan desafortunado el de la community manager de Filmin! El caso es que el vídeo también lleva a confusión https://www.facebook.com/Filmin/videos/1369561509722967

Dos en la carretera es una película terrible en la que ves la historia de una mujer, Audrey Hepburn, y su marido, un maltratador, Albert Finney. Pero, cualquier web que visites te dirá que es una historia de amor maravillosa, donde se ven todas las fases en la historia de un amor romántico: enamoramiento, pasión, matrimonio, hijas e hijos, rutina, hastío, infidelidad, desencanto. A cada paso, ves como ese hombre, que no te cae muy bien desde el principio, “usa el amor” para que ella no se vaya: decir te quiero por primera vez para que ella no se vaya; regalarle un reloj, para que ella no se vaya…A cada  “gesto de amor” te revuelves en la silla y dices, ¡pero qué es esto! ¿Por qué esta película ha pasado a la historia? ¿Ha envejecido mal? ¿Ya no puedo ver una película para pasar el rato, y que sea tan desagradable que mejor veo REC 3, que no una comedia romántica clásica?

Unas semanas después, la community manager de Filmin hace muy bien su trabajo, y en una tarde de no saber muy bien qué ver, pongo Lolo. ¡Horror! Una comedia ligera francesa se convierte en otra película de terror, y aquí es el hijo veinteañero el que ejerce una violencia sutil sobre el novio de su madre y sobre ella. El caso es que a ti en la publicidad nadie te ha dicho que vamos a ver la historia de un chico con un trastorno antisocial de la personalidad o una psicopatía. El envoltorio de esta peli parece ligero, pero no, encuentras angustia, y confusión. Otra vez nos la han colado.

¿Por qué confusión? Una cosa es la historia y otra el relato. Todo relato es una construcción formal, desde los cuentos que nos narran de pequeños, hasta los hechos que componen nuestra vida cotidiana y que contamos a un amigo. Hay que diferenciar qué se cuenta, es decir, la historia, y cómo se cuenta, el relato.

Estas dos películas pertenecen al género de la comedia romántica o drama romántico (según se mire), y en ambas el relato construye con sus códigos de género unas historias terribles. La confusión se da por el juego entre cómo se cuenta la historia, el relato, y la historia en si misma. Si quiero ver la historia de un hijo conflictivo y elijo Mummy de Xavier Dolan, o Tenemos que hablar de Kevin de Lynne Ramsay, sé lo que estoy viendo. Lo peligroso es no tener esos referentes visuales, de construcción del relato y del punto de vista, que te hacen estar alerta ante ciertos comportamientos que, aunque tratados en el marco de un género ligero, se sitúan como representaciones de conductas normalizadas de nuestra sociedad.

Las imágenes educan sensibilidades, y es importante llamar a cada cosa por su nombre, incluso en las películas más ligeras. Encontrar referentes en nuestro imaginario visual que fomenten relaciones igualitarias intrafamiliares, entre la pareja, entre las amigas y amigos es tan importante y necesario como educar en valores en la vida real para que así seamos capaces de identificar esas desigualdades de poder que generan relaciones desiguales. Solo así, con la educación, podemos conocer y reconocer cuando estamos viviendo o viendo algo que nos incomoda, nos confunde, nos hace daño, nos hunde en el sofá, aunque venga envuelto en una película pastel.

http://especiales.publico.es/publico-tv/ntmep/591734/ntmep-10-leticia-dolera-y-el-feminismo

2 Comentarios

  1. Pingback: Programa #21 (08/02/2017) – Un hombre ha asesinado a su pareja | El lado de afuera

  2. En mi caso …siento terror al ver dibujos animados !!! Violencia y más violencia , desde el triste papel de la Princesa que debebesperar al Principe azul que la «rescate» mientras padece a la «malísima madrastra» , hasta ver como un ratón desmaya de un martillazo a un gato. Todo eso ven nuestros hijos , mientras le damos largos discursos porque no debe pegar al amigo o a la mascota…

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