Un chico me violó y no creo que él lo sepa

Una frida nos comparte su historia. Su crónica transcurre cuando ella tenía 18 años y salía todos los días de fiesta. ¿Estar borracha y guapa habilita a que otros abusen de ella? Claro que no!

Crónica de una violación
Ilustración: Mitucami Mituca

Esta historia es un poco complicada para mí, creo que en aquel momento no fui consciente de la magnitud del asunto; realmente no quedé traumatizada y he vivido una vida, no sé si normal, pero bueno, supongo que como creo que he querido.

Mi primer año de universidad fue un año muy extraño, mis padres viajaban mucho y yo estaba siempre sola con mi hermana mayor. Llevaba unos tres años saliendo con un chico, el que yo creía que era el amor de mi vida (y mi media naranja), y todo eso que creemos cuando estamos en medio de una relación; la realidad fue que empezamos a tener problemas y todo empezó a ir un poco mal por diversos motivos, así que lo dejamos, se acabó mi idilio de amor.

Era mi primer año de universidad, yo acababa de cumplir la mayoría de edad, no tenía a mis padres en casa para cohibirme de ninguna manera y, además, tenía el corazón roto. Pero no estaba sola, coincidió que una de mis mejores amigas estaba justo en la misma situación, su novio la acababa de dejar y estaba destrozada.

Esto se tradujo en salir todos los fines de semana, siempre. Beber muchísimo, liarnos con chicos… algunas semanas empezábamos a salir incluso desde el miércoles, así que era miércoles, jueves, viernes y sábado, todas las noches eran de fiesta. Siempre de fiesta, sí, realmente fue la única manera que encontramos en aquel momento para curar nuestro recién estrenado corazón roto.

Supongo que además del corazón roto teníamos la autoestima por los suelos, así que nos arreglábamos, nos poníamos vestidos bonitos, con escotes bonitos y tacones bonitos, y nos maquillábamos. Necesitábamos sentirnos guapas y sentir que podíamos gustarles a los chicos, y claro que podíamos.

Yo hasta ese momento no me había acostado con muchos chicos, la verdad es que siempre fui una chica muy liberal y me liaba con quien me gustase, pero tampoco iba por ahí acostándome con cualquiera, claro, “yo no era de ese tipo de chicas”. Así que cuando salía, sí, ligaba y me liaba con chicos, alguna vez le di mi número a alguno, alguno me invitó a irme a su casa, pero yo siempre sabía en qué momento se paraba el rollo, recordemos que no era ese «tipo de chica», siempre volvía a casa en la misma guagua que mi amiga.

Recuerdo que un día mi amiga y yo estábamos deprimidísimas: la universidad iba, obviamente, fatal, a mi amiga le gustaba un chico y al final resultó un fiasco, yo había vuelto a hablar con mi ex y había sido horrible… un asco de día. Esa noche decidimos salir, nos pondríamos guapísimas, quemaríamos la ciudad.

Recuerdo que me puse un vestido rojo ajustado con una cremallera morada de arriba abajo en la parte de delante, era cortito y de palabra de honor, era brutal y me quedaba increíble; recuerdo también que me puse mis tacones morados preferidos, me dejé la melena suelta con unas ondas geniales y me maquillé.

Estaba bestial, recuerdo las caras de los otres cuando mi amiga y yo llegamos al sitio de beber, íbamos sólo a saludar porque había gente que no nos caía muy bien y preferíamos no estar mucho tiempo.

Y ahí estaba él, creo que las únicas veces que habíamos interactuado había sido para discutir, era un tipo repelente que nunca me había parecido buena persona y que nunca me había gustado en lo más mínimo. Me miró como nunca me había mirado, estoy segura que en ese momento decidió olvidar que yo tampoco le caía bien y que valía la pena soportarme porque estaba buena.

Así que saludamos y nos fuimos, seguimos de fiesta, de un lado a otro, bebiendo todo el rato, bebiendo muchísimo, esa noche todos nuestros amigos estaban de fiesta, se acercaba el verano y la ciudad estaba a reventar.

Bebimos muchísimo, estábamos las dos – y puede que todes en general – muy borraches. Tengo muchas lagunas de esa noche, pero recuerdo que hay un momento en el que mi amiga estaba muy mal, sentada en el alféizar de una ventana con un par de amiges alrededor. El tipo repulsivo, que yo no aguantaba y que siempre había sido una asco con nosotras, estaba allí. Le pregunté a mi amiga si quería algo, agua, lo que fuera, y dijo que sí, así que dije que iba a comprarla.

El tipo decidió que me acompañaba, yo iba muy borracha, pero sabía llegar a la tienda yo sola, sólo había que caminar un par de calles y girar. Él dijo que me acompañaba. Empezó a llevarme por otras calles, calles que en aquel momento, con todo lo que había bebido, me parecían muy extrañas, pero que no supe hilar que a la tienda no se llegaba por ahí.

Me pareció que caminamos una eternidad, los tacones me estaban matando, no podía más, estaba preocupada por mi amiga, y no había ninguna maldita tienda por allí. A él se le ocurrió una gran idea, que yo me quedara sentada en un banco mientras él iba corriendo a llevarle agua a mi amiga y luego volvía a por mí. Estaba tan desorientada, que asentí y me senté, y él decidió que lo mejor era llevarse mi móvil, por algún motivo que desconozco. Por algún otro motivo que no soy capaz de comprender ahora mismo, a mí no me pareció mal. Era un tipo al que conocía, no me iba a robar el móvil, obviamente.

Me quedé allí sentada, sola, borracha y desorientada, sin poder llamar a nadie. Fueron momentos muy extraños en los que no sabía qué estaba pasando ni por qué, pero fue rápido, recuerdo que el tipo volvió en nada. Me dijo que mi amiga estaba muchísimo mejor, que todo iba bien, que podíamos seguir pasándolo bien.

Me dijo que podíamos ir a la playa, me pareció un planazo, disfrutaba mucho de meterme en el agua cuando estaba borracha. Muchas noches terminaban siempre bañándonos todes en ropa interior, nadando y corriendo por la arena, era divertido y guay.

Mi amiga estaba bien, todes estábamos de fiesta pasándolo bien, y en ese momento el tipo no me parecía tan antipático y horrible como antes, me estaba cayendo bien.

No recuerdo cuánto tardamos en llegar a la playa, no me di cuenta tampoco de que no me había devuelto mi teléfono aún, íbamos cantando riendo. Ya estábamos en la playa. Bajé descalza a la arena y cerca del muro del paseo me bajé la cremallera y me quité el vestido, fui corriendo en ropa interior a meterme en el agua.

Lo estaba pasando muy bien, me encanta bañarme en el mar de noche. Seguía borracha, y estaba pasándolo bien.

Estábamos juntos en el agua, no recuerdo muy bien cómo fue, yo estaba nadando y empezó a acercarse, no lo sé, no sé si me besó primero o qué, no sé si me pareció bien o no en ese momento, no me acuerdo de gran cosa.

Pero sí recuerdo cómo introdujo su miembro en mí, y recuerdo el repelús que me produjo, aún lo siento al escribir esto, se me pone la piel de gallina, me besaba y me tocaba y me parecía horrible. Y comencé a llorar. Quería irme. Lloraba cada vez más, sentía su miembro dentro de mí y me parecía espantoso.

Lo siguiente que recuerdo fue salir llorando del agua, mientras él corría a coger su ropa y se iba corriendo en calzoncillos. Yo lloraba muchísimo y no era consciente de dónde estaba, vi mis cosas y fui a cogerlas, mi móvil estaba tirado en la arena y él hacía un rato que no estaba por allí.

Me vestí completamente empapada y ví mi móvil, tenía muchísimas llamadas perdidas de mi amiga, de varios amigos, muchos mensajes. Llamé a mi mejor amigo, llorando, le dije que estaba en la playa, estaban todos muy preocupados.

Mis amigos vinieron a buscarme, mi mejor amigo me llevó a su casa y dormí allí, estaba muy conmocionada para volver a mi casa. A la mañana siguiente no teníamos claro qué había sucedido. Yo estaba bien, había pasado un mal rato, pero estaba bien.

Sólo una amiga me dijo que eso había sido una violación, que debía denunciarlo, yo le dije que no era para tanto. Ningune de los que se enteraron pensó que era para tanto. Y no hice nada. Y no volví a hablar con ese tipo nunca más.

¿Quieren saber la verdad? Cada vez que veo algo sobre abusos sexuales de cualquier tipo, cada vez que veo algún tipo de reivindicación al respecto, cada vez que leo que no es nuestra culpa, me acuerdo, me acuerdo y me digo a mí misma que no fue mi culpa.

Pero no sé por qué tengo que decírmelo siempre, ¿el qué no fue mi culpa? ¿tengo que echarme la culpa de algo? ¿al final sí fue para tanto? ¿fui violada? ¿abusaron de mí? ¿él sabe que abusó de mí? ¿sabe que me violó? A sabiendas sé que yo no le gustaba ni le caía bien, a sabiendas sé que él no me gustaba ni me caía bien, ¿por qué lo hizo?

Durante mucho tiempo me sentí mal conmigo misma. Pensé que era culpa mía, porque se me había ido de las manos el salir de fiesta; pensé que tenía que dejar de salir porque era normal que me pasaran esa cosas, que era culpa mía por llevar ese vestido y por querer sentirme guapa, que era culpa mía por haber bebido tanto, que era culpa mía por no haber sido consciente de la situación.

Quiero decirme a mí misma que no, que no es normal lo que me pasó, no debería serlo. Que sí fue para tanto, que sí tuvo importancia. Y que no fue mi culpa.

La culpa es de la persona que se aprovechó de la situación, la culpa es de la sociedad que ha legitimado a esa persona a hacerle algo así a alguien y no sentirse culpable, porque bueno, yo estaba borracha y me dejé llevar, él consiguió lo que quería porque yo le dejé.

Sí, un chico joven y guapo me violó; no, no creo que sepa que lo hizo, y no, no fue culpa mía.

Sonia Quinche (24), España

Twitter: @missliila

 

3 Comentarios

  1. Isabella

    Me sucedió algo (aún me cuesta decirlo por su nombre) similar, sentí que como muje fuerte, debía levantarme como si nada y asumir las consecuencias de haber tomado de más; sin embargo ante una bajada de autoestima, no dejaba de leer la palabra violada, como tatuaje en mi frente.
    Hoy, ya una mujer casada y adulta, cada película o noticiero con algo referente, aún me sensibiliza, me da impotencia… No odio, ni a él, ni a nadie, se que ya no tengo ese tatuaje imaginario, aprendí a vivir con esa cicatriz y sé que mañana más tarde que tenga una hija, le enseñaré que nadie debe hacernos nada, nunca sin nuestro consentimiento.

  2. hola….por muchos anos estuve igual que tu, tambien fui victima de una violacion y me hice la loca sin querer enfrentar mis dolores, miedos, segui mi vida como pude con lo que tuve. Despues de mas de 20 anos de ese suceso decidi que era el momento de mirarme y comenzar un nuevo camino, que por cierto ha sido tan doloroso como esperanzador. solo me queda renacer, renacer y renacer. la vida es bella cuando uno decide hacerse cargo de sus dolores, pero recuerda que siempre existen los aprendizajes que reconfortan esta experiencia. Un gran abrazo para ti!!!!

  3. Hola! Te cuento que no sos la única con esa duda. Cuando tenía 9/10 años un chico mayor, de 14/15 quiso abusar de mí cuando yo estaba en una pileta jugando. Logró sostenerme y tocar su miembro pero sin llegar más lejos porque algo me dijo que iba a hacer algo que no estaba bien y le pegué. Me costó entender si fue maldad contra mí (cosa que dudo porque no nos conocíamos), o si el pibe estaba en una etapa de calentura por descubrir lo sexual o si ya a esa edad él era un abusador… Igual no me sirve ahora. No siento nada de culpa, y no ha cambiado nada en mí.Es cuestión de afrontar lo que pasó, entendiendo que hay una edad y un consentimiento entre las dos personas que hace que el acto sexual no sea una violación, para un futuro más seguro con nosotras y los que nos rodean. ¡Abrazos!

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