La soledad, mis ciclos y yo

Ilazki reflexiona sobre cómo sus ciclos influyen a la hora de querer disfrutar de la soledad de su habitación propia o de la compañía de amiges o compañeres.


Ilustración: Ninde


Mis ciclos suelen ser bastante regulares -de 28 días- y no me suele doler menstruar. Cada día soy más consciente de la importancia de entender mis ciclos para entenderme y  dar importancia a mi cuerpo. Soy tan mental, que a veces me olvido de mi cuerpo y de mimarlo como se merece.

Desde que era una enana me ha encantado conocer a nuevas personas, compartir momentos con mis amiges y les que no lo son (quizás lleguen a serlo). Disfrutar de experiencias nuevas y diversas ha sido y es imprescindible en mi día a día. Todo ello me ayuda a salir de mi zona de confort, a aprender cada día de experiencias y vivencias; en definitiva, a vivir una vida plena. Pero, tan importante como todo eso es la soledad. Desde pequeña me ha gustado tener mis momentos de soledad para leer, escribir y disfrutar de mí misma. Mientras la soledad sea escogida, la disfruto. Y mucho. La quiero, la necesito y la busco. Cuanto más conozco mis ciclos, más consciente soy de cuándo me pide mi cuerpo estar en soledad y cuándo no.

Intento respetar y hacer caso a lo que mi cuerpo y mente quieren, aunque muchas veces, las obligaciones diarias no me permitan hacerlo.

Necesito soledad, espacio, libros y películas. Mi cuerpo necesita reposo y volver a la corporeidad, dejar de lado la mente y sentir(me). Sí, ha empezado un nuevo ciclo, he sangrado, ha llegado la «amiga» o como cada una quiera llamarla. Son días en los que necesito reposar. Mi cuerpo está más débil que en el resto de mi ciclo y tiene ganas de descansar, de que le den muchos mimos y de dárselos a sí mismo. Hay veces que las obligaciones del día a día no me dejan reposar lo que quisiera, y entonces, me duele. Mi cuerpo se rebela y me da señales de lo que quiere y no quiere hacer.

Después de estos maravillosos días de darme espacio y tiempo para mí misma (cuando puedo), vienen unos días raros. Son días para la preovulatoria, días en los que me cuesta salir de mi habitación propia en la que tan segura me siento y de la que tanto me cuesta cambiar de espacio y adentrarme en la sociedad. Me cuesta socializar y sacar temas de conversación con gente con la que no tengo mucha confianza y eso me hace sentir insegura; ya sabéis, eso que nos han enseñado a todas de tener que estar siempre simpáticas y cuidadoras para el resto (la cultura patriarcal, la que tanto cuesta sacarla de una vez por todas de nuestros cuerpos y mentes sigue en mí, aunque cada día intente rebelarme contra ella). Son días en los que en contextos nuevos, desconocidos, me siento incómoda, pequeña. No me apetece tanto como cuando menstrúo estar en soledad, quiero estar con la gente, mi gente. Necesito confianza, mimos de los de verdad y empezar a salir al mundo poco a poco; sin que me obliguen, quiero hacerlo a mi ritmo, a mi manera y con las personas que quiero. Pero, una vez más, las obligaciones sociales no siempre me permiten hacerlo como me gustaría.

Pero, poco a poco, voy saliendo cada vez más de esa habitación propia y la sociedad me incomoda cada vez menos. Estar con la gente ya no me cuesta, no me duele… Y me voy sintiendo poderosa, fuerte, con ganas de compartir momentos con amiges, de socializar, de pintarme los labios de rojo y comerme el mundo. La ovulatoria está en su esplendor. Se convierte necesario salir de mi zona de confort y compartir momentos con grupos grandes de amiges y conocides. Suelo estar más habladora, sociable y con pocas ganas de estar sola. Quiero compartir momentos con mis personitas favoritas, y con las que no lo son tanto. Me apetece hacer todo tipo de planes y me siento cómoda en situaciones nuevas. Pierdo el miedo a lo desconocido y me vuelvo más atrevida.

 

Fuente: www.mundoconsciente.es
 

Van pasando los días de la ovulatoria charlatana y sociable y se acerca la premenstrual. La Ilazki que tiene más claro que en todo su ciclo lo que quiere y no quiere hacer con su vida, con sus relaciones y con todo lo que se le interponga. Soy mucho más locuaz y me apetece hacer lo que quiera, sin tener que dar muchas explicaciones. Quiero disfrutar de la compañía, o de la soledad y sobre todo, de hacer lo que me salga del kiwi. Es la fase más real del ciclo para mí, es cuando más «yo» me siento, cuando más fuerza tengo para hacer lo que realmente quiero: estar con mi pareja todo el día, salir con las amigas, estar en casa disfrutando de mi soledad. Quizás no sea tan correcta como se espera que sea, pero no siempre puedo ser amable, no siempre puedo ser correcta; es la premenstrual protestona la que me da lugar a ser más «yo», a que no me importe lo que digan. Me ayuda a quitarme el traje patriarcal, a dejarme sentir y ser tal como soy, olvidándome de las expectativas culturales y sociales que se esperan de la mujer-pareja-hija-amiga perfecta.

Quiero estar en soledad, disfrutarla y crecer personalmente gracias a ella. Está siendo una excelente compañera de vida que me ha ayudado a entender y entenderme, a enfrentar mis miedos, a escribir y leer gozosamente, a viajar. En definitiva, a disfrutar(me). A su vez, disfruto de mi familia, amiges y pareja; pero eso no quiere decir que no quiera tener mis momentos de soledad.

La soledad y mis ciclos. Los quiero, me quiero.

 

2 Comentarios

  1. Impecable! Magnífico! Mejor descripción imposible! Me siento identificada con cada palabra escrita! Mis respetos y admiración Ilazky y Patricia

    • Ilazki

      Muchas gracias Via! He escrito lo que siento… me alegra que te hayas sentido identificada. Y Patricia es una artistaza porque ha reflejado a la perfección mis palabras! Abrazos!

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