Ríen, pero no a carcajadas

Una Frida lectora ‘escandalosa’ reflexiona sobre reírse a carcajadas, libre de complejos, para no silenciar la naturaleza de una misma.


Ilustración: Patricia


Siempre me he sentido una mujer divertida, disfruto mucho de reír, de hacer reír, soy como una máquina de hacer ruido. Canto todo el tiempo, bailo, digo groserías o cuento cosas graciosas, pero hace unos días me puse a pensar en la razón del escándalo que siempre me acompaña, y he llegado a la conclusión de que es porque no quiero escucharme, porque me da miedo escuchar a la mujer que hay en mí y que me susurra todo el tiempo que está cansada, harta, triste, desolada, como decimos en mi país…¡Hasta la madre!

Y entonces me di a la tarea de escucharme y descubrí que había una niña en mí muy lastimada y que necesitaba amor, una adolescente con el autoestima baja y una mujer cansada, pues bueno, combiné los conocimientos sobre los ciclos de las mujeres y mi interior, me di cuenta que hay un periodo para irse hacia adentro, y es la fase premenstrual, así que decidí que esos serían mis días silenciosos. En lugar de sufrir del molesto y estigmatizado “síndrome premenstrual”, guardo silencio para escucharme y sanarme, para entablar un diálogo conmigo y crecer como ser humano y como mujer.

Pero fuera de esa semana, los demás días soy “naturalmente escandalosa”, siempre gozo de aventuras divertidas, me gusta mucho observar a la gente en la calle y eso me ha llevado a ser testigo de cosas muy graciosas; como el día que presencié una conversación entre una chica y su novio, ambos maullaban, sí, dije bien, maullaban, ese era su lenguaje gatuno para comunicarse, y yo no aguantaba la risa. En otra ocasión se subió una anciana al transporte público y antes de bajarse gritó: ¡TODOS CHINGUEN A SU MADRE! Y yo solté una carcajada monumental mientras algunos movían la cabeza.

Soy mamá de 3 niñas, y si algo quiero dejar en sus corazones es el recuerdo de una mamá que sabía carcajearse, que sabía burlarse de sí misma, divertirse, pero no a costa de los demás; quiero ser una vieja risueña y mal hablada, que no cuadre con la imagen que nos han vendido sobre las mujeres que se ríen con recato o que siempre parecen molestas por algo. Pero también quiero que sepan que su madre sabía llorar cuando le daba la gana, enojarse y gritar furiosa. Quiero que olviden esa frase horrible que una vez leímos juntas sobre lo que era una mujercita: “ríe, pero no a carcajadas”, ¡cómo chingados, no! Claro que me río a carcajadas, eso no me hace menos mujer, eso me hace más escandalosa, eso sí, y al que le pique, ¡qué se rasque!

Gisel Celaya Correa (México).

condevocionysinmatices.wordpress.com/

 

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