La ruptura del comunismo en Hungría

La historia también presenta momentos de rupturas. Así pasó en Hungría con el paso del comunismo a la actual economía de mercado. Lucas y Ludmila estuvieron ahí buscando los retoños de la órbita soviética.


Ilustración: Blanca


Si hay algo que llama la atención de Hungría es su historia. Pasada y presente. A lo largo de los siglos, el pueblo húngaro prestó el escenario de numerosas batallas, conquistas, invasiones y revoluciones. Caminar por Budapest supone perderse dentro de un caleidoscopio. Según dónde unx mire y cómo entre la luz, unx se encuentra con rastros del imperio Austro-Húngaro, un barrio judío que honra el holocausto y la invasión nazi, y un pasado comunista que aún, solapadamente, sigue latiendo para algunxs. Hungría supone un conjunto de elementos que se fragmentan y que se unen al mismo tiempo. Formando siempre una figura distinta.

Para entender este paisaje diverso hay que ir un poco atrás en el tiempo. La historia de Hungría comienza en el 896. Antes era parte del imperio romano. Pero es a partir del S. IX que comienza a ser territorio Magyar: nómadas que comienzan a poblar las planicies europeas. En su mayoría pequeñas tribus bajo el cargo de algún señor feudal.

A lo largo de los siglos sufrieron invasiones mongolas, otomanas y austríacas. Luego de la primera guerra mundial, bajo el tratado de Trianon pierde grandes extensiones de territorio. En el periodo de entre guerras, la idea de recuperar el territorio perdido era un anhelo recurrente en el pueblo húngaro. Al comienzo de la segunda guerra Adolf Hitler prometió devolver lo perdido por el tratado. Promesa que provocó un acercamiento a Alemania y una posterior invasión Nazi. Las tropas nazis no fueron amables acá (ni en ningún lado). Numerosos judíos fueron arrojados al río Danubio, lxs que no tuvieron esa suerte fueron enviadxs a campos de concentración. La ciudad actualmente guarda respeto a sus víctimas: monumentos, museos del holocausto y un barrio judío en el corazón de la ciudad donde se encuentra la segunda sinagoga más grande del mundo.

Pero volvamos a la década del ’40. Si nos ubicamos en el contexto global, el Imperio soviético estaba en auge. Cada día su territorio se extendía más y más. Hacia el final de la guerra, el ejército soviético inició la “liberación” de la capital húngara, en el famoso “Sitio de Budapest”, donde se enfrentaron contra las tropas húngaras y alemanas. El resultado fue una victoria soviética y una destrucción del 80% de los edificios. La reparación fue llevada a cabo por la nueva República Popular de Hungría (con un fuerte dominio desde Moscú) en medio de una gran crisis económica posguerra.

La República Popular de Hungría, nombre que se le dio a la Hungría soviética, existió entre los años 1949 y 1989. Se puede dividir en dos etapas separadas por una revolución:

  • La etapa estalinista (1949 hasta 1956). Periodo de ocupación soviética. Según muchos, la etapa más salvaje: “El que no está con nosotros, está en contra de nosotros”. Campos de trabajo forzado para las personas opositoras del régimen, destierro a lxs desertorxs, imposibilidad de salir del país, y muchísimas escuelas, hospitales y casas para quienes habían perdido todo en la guerra o nunca habían tenido acceso.

En 1956 se realiza la gran revolución húngara contra el régimen soviético. El lema era “Rusos, váyanse a casa”.

  • La etapa Kadarista (1956 hasta 1989): ¿Una versión mejorada del comunismo? Al menos una versión más suave. Ahora ya no se media la cuestión en blanco o negro, si no que existían los grises. “El que no está en contra de nosotros, está con nosotros”. Fue el famoso comunismo puertas para fuera. Ahora se debía ser comunista en la vía pública pero estaba permitido tener una vida privada no tan en sintonía con el régimen.

Finalmente, con la caída de la URSS en 1989, Hungría retomó su añorada libertad occidental dejando de lado lo “popular”. La nueva República de Hungría se considera multipartidaria y parlamentaria aunque, la verdad, es patrimonio de la derecha.

La ruptura que supuso para Hungría dejar el comunismo para pasar a la economía de mercado, dejó varias secuelas que se pueden reconocer fácilmente en la coyuntura actual del país.

El dominio soviético dejó su mayor huella en las construcciones y aumentó la producción agropecuaria. La construcción no fue armoniosa: escuelas, hospitales y complejos habitacionales por doquier. Grandes cubos cuadrados con ventanas pequeñas. Para muchos, afean la coqueta e imperial arquitectura de Budapest, para otros fue la única manera de que los sectores pobres tuvieran acceso a una vida más digna.

La mayor diferencia/resentimiento la encontramos en las personas. Los sectores más favorecidos de la sociedad se quejan del periodo soviético porque reconstruyó la ciudad sin respetar el patrimonio original (no, no importa que otros la hayan bombardeado, la culpa es de quién la reconstruye); se quejan del achicamiento de la brechas sociales. ¿Cómo puede ser que en esa época un médico ganará lo mismo que un obrero? No importa que el obrero gane más, el problema es que el médico quedó en igualdad de condiciones. Nos contaron que como los médicos no podían creer que cobraran lo mismo que los obreros, comenzaron a marcar ellos una diferencia social pidiendo a sus pacientes un pago “extra” si querían recibir un buen servicio. Hoy la diferencia social se ensanchó nuevamente y aún así, los médicos siguen exigiendo sus pagos extras.

Es difícil juzgar la historia de un país, sobre todo cuando uno no lo vivió en persona. Uno lee, pregunta, observa, escucha las dos versiones, pero aún así no podemos negar que el pueblo húngaro es un pueblo marcado por las rupturas. Su historia está marcada por conquistas y dominios, pero aún así siguen intentando construir una identidad propia.

Hungría es co-existencia de costumbres y realidades, y en un mundo donde muchas culturas tienden a globalizarse, la húngara sigue llevando con orgullo su fuerte impronta. Más allá de los mongoles, alemanes, turcos, nazis, soviéticos y de las numerosas pérdidas de territorio, el pueblo húngaro sigue plantando bandera. Aunque, curiosamente, reniegan del periodo soviético y de su igualdad de condiciones, mientras al lado nuestro un mendigo revuelve un tacho de basura buscando comida.

 

2 Comentarios

  1. Hungria , un pais que busca su identidad , aun hoy. Despues de tantas invasiones. No se lo puede culpar de no querer rcibir refugiados, buscan su identidad.

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