Mi verdad sobre las doulas

Doulas, matronas y enfermeras se han visto involucradas recientemente en un debate iniciado por el Colegio de Enfermería. Ester, una de nuestras lectoras, ha podido vivir de primera mano toda esta «batalla» y nos deja su interesante opinión.


Ilustración: María B.


Al igual que otras compañeras, me siento afectada por este tema ya que soy doula y personal sanitario tanto por vocación, como por formación. Por lo tanto, estoy a caballo entre los dos mundos y por eso os quiero exponer mi punto de vista. En mi opinión, este discurso mediático ha sido totalmente manipulado, por lo que la información que ha llegado a la población a través de los medios de comunicación es errónea, sin contrastar y basada muchas veces en suposiciones. Pero mejor, vayamos por partes.

 

¿QUÉ ES UNA DOULA?

Aunque actualmente en España no está regulado, las doulas somos mujeres (aunque ya hay algún “doulo”) que acompañamos a otras mujeres y a sus familias en su maternidad. Desde la preconcepción hasta después de que el bebé haya nacido. Durante todo el camino o sólo en una parte, durante los procesos de adopción, duelo perinatal o inseminación artificial. Todo lo que cada familia necesite. He escuchado y leído infinidad de veces que las doulas “no somos personal sanitario”. Pues bien, algunas sí lo somos -como es mi caso- y otras no: hay abogadas, psicólogas, periodistas, maestras, arquitectas, enfermeras e incluso alguna matrona. Lo que sí que es cierto es que independientemente de nuestra profesión, no actuamos como personal sanitario ni entramos en este campo, porque esa no es nuestra labor.

 

¿CUÁL ES LA LABOR DE LA DOULA? 

Acompañar. Según mi experiencia, esto es lo más fácil y difícil a la vez. Ser doula es: estar con esa mamá/familia, dar apoyo emocional (que no psicoterapia), ofrecer información real y contrastada (que no clases de preparación al parto), escuchar activamente, apoyar al 100% las decisiones de la familia sin influir con nuestra opinión personal, respetar tanto si deciden parir en su casa como si deciden programar una cesárea, o si deciden dar el biberón cada tres horas en vez del pecho, etc.

Ser doula es estar disponible durante el embarazo fuera de las visitas físicas a través de whatsapp, teléfono o e-mail. Es tener el móvil encendido 24h al día desde que entras de “guardia” hasta que llega el gran día y recibes esa llamada tan esperada. También es estar tirada en el suelo pintando y jugando a las cocinitas con la hermanita mayor mientras la mamá está pariendo, o salir a fumar con el papá que está con los nervios a flor de piel. Es acompañar un parto. Es estar con la mamá mientras dilata, dar un masaje, ofrecer un cojín o simplemente estar sentada cerca, charlar con una abuela emocionada, nerviosa e impaciente por conocer al bebé y a la vez preocupada porque salga todo bien. También es ofrecer continuidad; mientras que el personal sanitario generalmente trabaja por turnos, la doula está durante todo el proceso.

Ser doula también es acompañar a los nuevos padres en las emociones y los cambios que implica un nuevo bebé. Es la magia de la relación que se forma y que casi siempre prosigue en el tiempo. Ser doula es ver cómo día a día va creciendo la barriguita y esa mamá cada vez está más empoderada y segura en sus decisiones. Ver cómo se forma una familia y vivirlo muy de cerca; es un privilegio.

 

ENTONCES, ¿CUALQUIERA PUEDE SER DOULA?

Evidentemente, cada mujer elige quién quiere que le acompañe durante su maternidad, aunque algo que diferencia a una doula de la madre, la amiga o la vecina, es que no tiene esa dependencia emocional que en un momento dado puede influir negativamente. Es decir, tenemos otra perspectiva. Además, estamos preparadas y tenemos herramientas suficientes para adaptarnos a las necesidades individuales, ya que cada persona es diferente. Por lo tanto, personalizamos los acompañamientos.

 

DESTERRANDO MITOS.

En torno a las doulas y los acompañamientos se han lanzado muchos conceptos erróneos que quiero aclarar:

  • Las doulas cometen intrusismo con las matronas. Con todo lo que te he contado en estas líneas te habrás dado cuenta de que no interferimos en el ámbito sanitario.

  • El trabajo de las doulas es competencia de las matronas. Yo diría que es complementario. ¿Las matronas dan apoyo emocional? Por supuesto que sí, pero por desgracia las consultas con la matrona son contadas y con un tiempo limitado. Además, el embarazo es muy largo; aún no conozco a la mamá que haya llamado a la matrona (me refiero a la asistencia hospitalaria) a su casa. De ahí que el trabajo se complemente y no se pisotee. El personal sanitario cuida de la salud de la mamá y del bebé, y la doula, se encarga de otras áreas igual de importantes.

  • Las doulas obligan a la mamá a comerse la placenta. ¡Falso! Faltaría más. La decisión de comer o no placenta es exclusivamente de la mamá y/o el papá, como algo simbólico o simplemente porque les apetece.

  • Las doulas restan protagonismo a los padres. Es más bien al contrario: les animamos a participar, aunque no siempre están presentes por diversos motivos como trabajo, maternidad en solitario o decisión propia.

Cada mujer/familia en su libertad decide de qué manera quiere vivir su maternidad. La realidad demuestra que cada vez cuentan más con nosotras y mi opinión personal (como sanitaria y como doula) es que ambos colectivos pueden trabajar en sincronía por el bien de las familias.

Ester Wouagam  23 , Madrid.

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