La maternidad: una cosa de hombres

Marta reflexiona sobre el deseo de los hombres por ser padres. Si a nosotras se nos atribuye un innato instinto maternal, ¿por qué no se hace lo mismo con los hombres?


Ilustración: Carmen


Desde pequeñas se nos ha vendido que el instinto de tener hijos o hijas es maternal, como si los hombres que ponen sus genes no tuvieran nada que ver con eso. Menos mal que me encuentro cada vez más casos de parejas que están cambiando lo que parecía ser un hecho. Últimamente me he encontrado parques llenos de padres: padres jugando, dando de comer, dando paseos con el carrito del bebé… No sé si me has entendido bien, me refiero a padres solos, sin madres alrededor. Espero que te haya salido una sonrisa de emoción, como a mí me salió en su momento al verlos. También me estoy encontrando casos de chicos más emocionados que las chicas ante la idea de casarse o con la idea de poder tener descendencia mientras que ellas, sus parejas, miran para otro lado.

Es como cuando dos deciden casarse: parece que todo gire en torno a la esposa y que a la única persona a la que le hace ilusión es a ella. Pero no tiene por qué ser así. En estos dos últimos años he ido descubriendo cada vez más parejas en las cuales un nuevo tipo de masculinidad encuentra su hueco. Aunque sean pocas, ahí están y son un tesoro de lo más preciado. Se han despojado de las características propias del rol de varón (la fuerza, violencia, orgullo…) que el sistema de construcción de género había reservado para sus padres, sus abuelos y el resto de sus antepasados. No nos engañemos, al igual que nosotras sufrimos las presiones por ser madres, las miradas reprobadoras y las acusaciones con el dedo por no querer serlo; ellos también tienen lo suyo. El modelo de macho viril, fuerte y competitivo sigue vigente y el no poder expresar sus sentimientos por el peso de ganarse unas cuantas etiquetas negativas no es algo fácil de llevar tampoco.

En estos últimos años ha cambiado el concepto de familia y ya no es un mero padre-madre: hay también familias monoparentales, homoparentales, ensambladas, etcétera. Esta apertura hacia nuevas formas de interacción entre las personas ha creado nuevos modelos de conducta y de pensamiento.  En la relación hombre-mujer ahora ya no es solo él el que trae dinero a casa y la mujer la encargada de la «reproducción». Nos encontramos en una sociedad en que los dos empiezan a hacer lo mismo y por ello se genera un incremento en la contribución del tiempo paterno dedicado al cuidado de lxs hijxs, una mayor conciencia sobre el deseo por tenerlxs y mayores expresiones de afecto y cercanía hacia estxs. Al mismo tiempo se produce un relajamiento en las obligaciones de protección y seguridad económica que han sido y siguen siendo el eje del consenso normativo de la tradición en torno a la paternidad.

Yo creo en estos cambios; creo que el feminismo y el apoyo a las nuevas masculinidades pueden dar lugar a relaciones mucho más sanas en general y mejorar el hecho de tener hijxs en particular. Para ello, tenemos aún que hacer frente a ciertas ideas peligrosas. Aquí van tres ejemplos:

  • El instinto maternal es sólo de las mujeres. Otorgando a la madre un amor y una sensibilidad extremas, como si el padre careciese de ellas. Si se le da esa fuerza a la idea del instinto sólo materno, también se discrimina y se aparta a los hombres, sin dejar que entren y formen parte de ese triángulo amoroso.

  • La creencia de que es biológico, es naturaleza, por eso es algo propio de las madres. La biología no es todo, le queremos dar peso olvidando nuestro contexto, olvidando que somos nosotrxs al fin y al cabo quienes tomamos decisiones, construimos nuestro camino y podemos ir perfilando nuestro futuro con nuestro comportamiento.

  • Roles de poli bueno y  poli malo por parte de la pareja en los que uno se encarga de ser comprensivo, sensible o cercano (normalmente atribuidos a las mujeres) y la otra persona se encarga de la disciplina (distancia, seguridad o normas, características normalmente atribuidas a los hombres). Esto sigue creando una brecha parental que contribuye a perpetuar desigualdades en el papel de madre – padre.

Tengo que decir que muchos de estos prejuicios sesgados están cambiando y están traduciéndose en parejas más equilibradas en cuanto a emociones se refiere. Los hombres que aceptan sin tapujos su deseo de paternidad sin problemas, incluso con emoción, son personas que por fin han saltado los límites impuestos y no les importa demostrar lo que sienten por dentro.

Si tanto hombres como mujeres  luchan contra su contexto sociocultural y desmitifican estas creencias, se formarán parejas más participativas tanto a nivel conductual, como a nivel emocional.

 

 

2 Comentarios

  1. ¡Padrísimo artículo! Mi novio es mucho más maternal que yo xD! Por así decirlo :P… Pero vamos evolucionando como personas, ojalá haya más padres así de involucrados y vaya desapareciendo ese machismo enfermizo que aun radica en algunas mentes…

  2. Tengo la suerte de tener un esposo que disfruta de nuestros 4 hijos, pero al principio me daba mucha bronca la gente, en especial mujeres que me preguntaban sino me daba apuro que mi marido se hiciera cargo de mis hijos, a lo que yo respondo siempre que es tarea de ambos. Pero las mismas mujeres volvemos «machista»esta actividad, debemos incluir a nuestras parejas en esta linda tarea

Navegar

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies