Una mente en crecimiento

Siempre me he considerado una persona bastante abierta de mente y tolerante. Hasta que me di cuenta de todos los prejuicios que tenía sobre las personas de otras culturas. Por suerte, en mi camino se cruzó una gran oportunidad para poder derribarlos.


Ilustración: Inés


Verano de 2006. Una jovencita Eloísa se dispone a vivir la que, hasta la fecha, será la mayor aventura de su vida. Por delante le espera un mes y medio en Estados Unidos con una beca para aprender inglés, negocios y cultura. Serán cinco las españolas que crucen el charco ese agosto, además de otros compañerxs de Francia, Alemania, Dinamarca y Holanda. Conseguir la beca no ha sido fácil. Para empezar, uno de los requisitos deseados era provenir de culturas diferentes. No es el caso de Elo, española de padres españoles; pero algo habrán visto en ella para concederle la beca.

Eloísa va recibiendo e-mails de sus futuras compañeras. Otra de las chicas es también de origen español. Las otras tres son nacidas en España pero con orígenes sirios, marroquíes y palestinos. Todo eso le atrae, pues va a conocer a gente que le va a enseñar cosas nuevas. Unos días más tarde, tendrá que ir a hacer papeleos de la beca. En la oficina, la directora del programa le comenta que allí está una de sus compañeras y que así pueden conocerse. Eloísa sale al pasillo… Y todo lo que puede ver es una cabeza cubierta por un pañuelo. No ve a una chica de su generación, no ve a una persona. Ve a un hijab con patas.

De camino a casa en el metro irá rumiando diferentes pensamientos. ¿Quién la obligará a ponerse un pañuelo en la cabeza? ¿Por qué una chica tan joven elegiría algo así? ¿Cómo puedo ayudarla a dejar de estar oprimida? La Eloísa de 2015 casi se avergüenza de recordar que un día, no tan lejano, pensó todas esas cosas. Lo superficial no le dejaba ver lo realmente importante y se había dejado llevar por mil y un prejuicios totalmente injustificados.

A pesar de todos aquellos pensamientos, según fue conociendo a aquella chica, se dio cuenta de que quería saber más de ella. Su risa era contagiosa, tenía un gran sentido del humor y parecía una buena persona. Al principio, y aunque tenía miles de preguntas que hacerle, se callaba muchas cosas porque no sabía si serían de buena educación o no. Con el pasar de las semanas podían hablar prácticamente de todo. Y un día, claro está, llegó la pregunta del millón: ¿por qué llevas pañuelo?

Eloísa no tenía ninguna fe ni religión, quizá por eso muchas cosas le sonaban a chino. Pero aprendió algo muy importante. Su ya amiga había decidido llevar ese pañuelo en la cabeza, nadie le obligaba. ¿Por qué entonces tanto afán por liberarla por parte de los demás? Esa chica joven abrió su mente un poco más y se dio cuenta de que, aunque ella pensaba que era muy tolerante, no lo era tanto. Aprendió el verdadero significado de que la libertad de alguien termina donde empieza la de los demás. Ella no era quién para decidir si llevar un pañuelo estaba bien o no. Era una decisión personal, simple y llanamente.

Entonces Eloísa reflexionó y se dio cuenta de que a veces te unen muchas más cosas de las que piensas a personas en principio muy distintas a ti. Porque lo que importa en la vida para llevarse bien con alguien es compartir una serie de valores, una visión hacia el mundo que te rodea, que poco o nada tienen que ver con las diferencias culturales o religiosas que se puedan tener.

Durante aquel mes y medio, Elo convivió con gente muy distinta a la que normalmente le rodeaba. Chicos y chicas provenientes de otros países, religiones y culturas. Estuvo en una mezquita, en diferentes iglesias cristianas y probó nuevas gastronomías. Disfrutó al máximo. Y esa jovencita llena de prejuicios volvió a España como una adulta dispuesta a ser capaz de ver más allá de cosas tan nimias como un pañuelo. Consiguió que sus miras crecieran un poquito, que ya es algo. Y en ello sigue.

 

1 Comentario

  1. Soy Fer, profesora de ed fisica y sexologa, actualmente trabajo con turismo, ya que vivo en Brasil. Me gusta mucho escribir en mis tiempos libres, escribo (en portugues y español) sobre temas cotidianos amor/desamor, quiero expresar como las mujeres «no tradicionales» sufrimos mucho en el hecho de ser diferentes. Sería mucho más facil seguir los patrones tradicionales de la sociedad (casarse, tener hijos,etc) pero para las que no lo hacemos tenemos nuestras propias consecuencias para luchar a diario. Si quieren ver algo «La princesa que no quiere un final feliz» grupo de facebook. Saludos a todas 🙂

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