Queersexualidad, pansexualidad: cuando el deseo no se deja encasillar

La orientación del deseo, los juicios sociales, las etiquetas… De todo esto y más, nos habla Mónica.


Ilustración: Alexia


Llevo mucho tiempo dándole vueltas a mi identidad con respecto a mi orientación del deseo, no porque sea algo que necesite yo, sino por exigencias de la sociedad, desde frentes muy diferentes. Siempre he intentado no definir lo que soy y nunca he dicho “soy hetero”, o “soy bisexual”, o incluso, “soy queer”, porque para empezar eso es asunto mío (aunque, por supuesto, lo personal es político; entiéndanme lo que quiero decir) y; para seguir, me gustaría que las políticas feministas y LGTBQI (sobre todo si integran la Q de QUEER), intenten ser más fluidas y menos identitarias. Entiendo la necesidad puntual de buscar políticas que enarbolen banderas para visibilizar las opresiones que vivimos. Es un tipo de política muy útil y necesaria aún hoy en día, pues es evidente que hay unos colectivos más oprimidos que otros. Pero no creo que sea un buen objetivo final: siempre se acaba petrificando esa identidad y realizando ejercicios de exclusión de otras identidades que están también oprimidas pero no caben en nuestro grupo.

Como he dicho, he intentado no definirme, pero si alguna vez se me ha escapado, ha sido bajo tres etiquetas: bisexual, queer o pansexual. Y, aún así, nunca han dejado de leerme como heterosexual porque soy leída socialmente como mujer y las parejas largas que he tenido han coincido ser personas leídas como hombres. Pero, ¿qué saben de mi vida privada? Es más, ¿necesitan saber de mi vida privada para respetar cómo me identifico sexualmente? Parece que hay personas que necesitan una lista de las personas con las que una se ha acostado para hacer balance de si realmente eres bisexual. ¿Hace falta llegar a acostarse con alguien para sentir deseo? ¿Cómo saben entonces las adolescentes que son lesbianas antes de haber hecho nada? No creo que sea una cuestión de consumar actos, sino de deseo y es bastante doloroso que te cuestionen tus deseos. Me he tenido que llegar a oír que «eso de ser bisexual es muy fácil». Wow. Es facilísimo tener que aguantar que te identifiquen con la clase opresora cuando estás tratando de luchar por la diversidad sexual.

Con mi experiencia, lo que he podido observar es una brutal invisibilización de la bisexualidad y una caída en categorías identitarias súper cerradas: sólo existen gays, lesbianas, y heteros. (Salvo de esta quema a las lesbianas políticas. El lesbianismo político sí que va más allá del deseo y es un arma política inclusiva para luchar contra el heteropatriarcado). Pobre bisexualidad: aún se la sigue considerando como una fase, como un capricho, como experimentación antes de decidirte si eres hetero o lesbiana. El otro día vi una viñeta que decía que la bisexualidad era como ser mujer lobo: cuando aúllas a la luna no dejas de ser mujer, cuando vas a la oficina no dejas de ser loba. Pues eso.

Más que la categoría de bisexual, me gusta la de queer o pansexual por varias razones: son más inclusivas, pueden acoger la fluidez y la indeterminación que alguna vez acompañan a estas cuestiones del deseo, y no hacen hincapié en el binarismo de género. La palabra «bisexualidad» lleva implícito sentirse atraída hacia dos categorías, a saber, hombres y mujeres. Y ya sabemos que hay más vivencias, identidades y corporalidades: hay personas que no se identifican con ninguna de las categorías, o que transitan entre las dos establecidas socialmente. Así, aquello de pensarme como un ser bisexual se me quedó pequeño (¡¡imaginaos cómo se me queda la heterosexualidad en la que me encasillan!!). Pansexual y queer son términos paraguas que acogen a diversas sexualidades periféricas y cambiantes.

Pensaréis: “ya está la chica blanca heterosexual de clase media tratando de evitar las etiquetas para que no se le vea el plumero”. Bueno, no voy a seguir defendiendo lo que NO soy, porque resulta cansino, y no pretendo caer en el juego de “uy sí, mira qué oprimida que estoy porque blablabla”. Lo que pretendo es hacer un llamamiento a dejar de juzgar a la gente por su apariencia o por la pareja que tengan en ese momento, y que aprendamos a escuchar (si quieren compartirlas) sus vivencias; y si no quieren compartirlas, porque no es nuestro asunto, que sigamos sin juzgar. Considero que con este pequeño ejercicio, tanto nuestras relaciones interpersonales como nuestro activismo político en grupos LGTBQI y feministas mejorará bastante y será más inclusivo e interseccional.

6 Comentarios

  1. ¡Vaya pero que buen tema!

    Y lo leí porque hay algo bastante complicado en el mundo LGTB una vez que estas dentro no siendo suficiente la sociedad actual; la discriminación continúa, tenemos este pensamiento en que las lesbianas dicen «como los hombres pueden decidir ir con otros hombres!? si las mujeres son hermosas» los gays diciendo lo contrario, gays y lesbianas diciendo que la bisexualidad es una etapa y bueno mucho más.

    Mi novia es bisexual y no la comprendo para nada, pero después de mucha lectura (incluida esta) entiendo que hay que respetar, simple y sencillo. No me preocupa tener «el doble de competencia» porque al final de cuentas eso sería como las mujeres hetero que huyen con una lesbiana, como si todas nos gustaran a todas horas y en todos lados.

    Entonces se trata de ponernos a pensar ¿Por qué nos ponemos a la defensiva cuando heteros nos juzgan pero juzgamos a otras diversidades sexuales?

    Solo queda abrir la mente, los ojos y el corazón.

  2. Hola,

    gracias por escribir sobre este tema y relacionados a menudo, me está ayudando a arreglar algunos problemas. La verdad es que yo misma voy muy pez con todas estas etiquetas de identificación sexual, y como tú, estoy de acuerdo de que la mayoría de las veces nos preocupan porque la sociedad nos pide determinarnos. Sin embargo, creo que no está sólo relacionado al deseo pero que también psicológicamente nos desarrollamos sexualmente de una manera (no puedo dejar de pensar en Freud mientras escribo esto). Qué pasa con aquellas mujeres que muchas veces, no se identifican subconscientemente como mujeres? No estoy hablando de marimachos, sino de mujeres que pueden ser muy femeninas y muy masculinas aleatoriamente y sin ser conscientes de ello, como si tuvieran dos identidades mientras hablan de las mujeres en tercera persona, y no en primera persona del plural. Dónde está la línea divisoria entre sexualidad e identidad sexual psicológica y la identidad sexual social, caracterizada por el deseo más o menos asentado para con otra persona o género?

    Estaría muy agradecida si alguien me pudiera responder aunque sea un poco a la cuestión.

  3. Hola chicas,

    Primero, felicitaros por vuestro artículo y vuestra labor en el movimiento feminista y LGTBQI. Escritos como este se agradecen, vienen como un soplo de libertad en una sociedad donde dar explicaciones de por qué eres una persona libre es más complicado que quedarte callada.

    Me veo grandemente reflejada, pues en mi experiencia personal siempre he tenido relaciones con hombres, aunque siempre me clasifiqué en la etiqueta de «bisexual» (sin haber consumado relaciones homosexuales) más tarde empecé una relación con un hombre transexual y entonces me di cuenta de dos cosas: 1. La etiqueta «bisexual» estaba obsoleta para mi, y 2. Las etiquetas no importan.

    Pero es difícil, es difícil hablar libremente de estos temas, incluso con gente cercana, sin que te miren raro, sin que te consideren en su fuero interno una deprabada, o una persona que no tiene las cosas claras. Es difícil decir que te sientes atraida por personas que a simple vista no puedes saber si son hombre o mujer, cuando al fin y al cabo, eso es básicamente: «me siento atraida por las personas en general, porque no nos diferenciamos tanto los unos de los otros»

    Mil gracias. Sois una inspiración para mi. No dejéis de luchar, no dejéis de escribir.

  4. Hola chicxs, desde la sexología ( que es donde ando metida ahora) se plantea el concepto de intersexualidad, como un fénomeno adscrito e inherente al ser humano.
    Todos los seres humanos participan y se inscriben en la intersexualidad, a mi me llena bastante como concepto, me parece realmente interesante, panóptico, inclusivo y muy libre. No se habla de bi-sexualidad ( que como muy bien dices es un concepto dicotómico que parte de los aburridos y manidos conceptos de siempre) hablamos de seres intersexuales.
    ¿qué os parece?

  5. Ayer mismo estaba escribiendo sobre lo que sentía. Me ha encantado vuestro artículo y seguro que habrán muchas más personas que como yo se sienten identificadas. El horror de las etiquetas es que al final si no entras en las más visibles, eres rara o simplemente estás confusa. Desde el movimiento LGTB he escuchado que las personas bi o pansexuales tenemos un lío mental. Yo me quedo con enamorarme de las mentes y las diversidades.
    Mil gracias por compartir tan precioso escrito e ilustración.

  6. Agustina

    Debo decir que suelo sentirme bastante afortunada. Soy bisexual. No es una etiqueta que me quede pequeña porque se que es así. Tuve la suerte de jamás haberme sentido menospreciada por mi sexualidad, jamás me juzgaron y, por eso mismo, ni siquiera necesite «Apoyo» si no que fue algo que quienes me rodean aprendieron a naturalizar.
    (Igualmente) Pude notar que muchas veces hice comentarios que demostraban mi sexualidad, y que si no decía «Es que soy bisexual» pensaban que era un chiste, un comentario que no era real. Pude notar que muchas mujeres encuentran incomoda la bisexualidad de otra mujer, que creen que no se puede ser bisexual y tener amigas mujeres (¡¡!!) y que hasta llegan a decir que no, que en realidad es solo una forma de llamar la atención de los hombres. Me encontré con hombres que pensaban que solo era por SU satisfacción MI orientación sexual. No por mi placer, no por mi deseo, sino por el suyo, por cumplir su fantasía. Seguimos siendo no solo invisibilizados a veces, sino sumamente subestimados en general. Lo cual molesta, pero es quizá tarea de uno tomarse el tiempo de explicar. A mi por suerte me ha dado buenos resultados.
    Lamentablemente, hay muchos miembros que quedan «escondidos» por decirlo de alguna forma. En tu sigla, por ejemplo, falta la A de Asexual. Y es solo un ejemplo. Desde mi punto de vista, somos gente que nació en un determinado contexto y siendo los que quizá no encajan en el, nos sentimos obligados a explicar quienes somos, nunca está de mas recordar que en nuestra pequeña lucha cotidiana debemos incluir también a quienes no necesariamente se identifican con las mismas cosas que nosotros. Linda nota!

Navegar

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies