Trabajar Envilece IX

Nuestra Frida se ve desbordada por las horas extraordinarias que debe hacer, ¿pero tendrá su recompensa?


Ilustración: Estrella


No sé si algún día voy a dejar de ser la novata. Mira esa sentada, ya tiene valor no dejar a la embarazada que va al lado. Qué gentuza. Hija, con la rapaza que llevas, tienes pinta de Inlocalizabe, y para eso, al menos tienes que tener un poco de educación. Y que conste que digo un poco, porque mucha, o bastante, es demasiado para las de vuestra calaña.

Estos zapatos me matan, jamás pensé que pensaría que odiaría los tacones, pero es que todos los días y a todas horas, pues como que no, que ya me empiezan a aburrir un poco. Bueno, a aburrir, no, porque son preciosos y de las cosas bonitas una tarda bastante en aburrirse, pero es que cuando dan las tres de la tarde sólo pienso en llegar a casa y caminar descalza hasta que me vaya a la cama.

Y esta tarde no va a ser. Tengo que ir a cambiarle el regalo de su hija a Sonia, qué rollazo, por favor. La niña quería una tablet, pues le compré la tablet, porque su madre está demasiado ocupada, tendrá jeta la tía, que se fue a depilar… Pues resulta que la cría la quería color rosa, porque todas sus amigas del cole, trilingüe, por supuesto, no vaya a ser como la madre, que sólo habla un idioma, y mal, bastante mal, por cierto.

Y aquí otra vez sentada delante del ordenador sin nada que hacer, son las cuatro de la tarde, y hasta las seis y media esto va a ser un suplicio. Ya he traducido tres emails para el Asqueroso, una carta para Sonia, he comprobado el correo de Laura, que está, no sé, eligiendo nuevas tetas, tal vez. Y el teléfono no suena. Pero no suena nada de nada. Parece que aquí no hay ni un alma, ya deberían haber vuelto de comer, ¿no?

Cada vez estoy más segura de que mi trabajo es una tapadera; para qué se quiere hoy en día una recepcionista, me pregunto cada tarde. Por aquí no pasa un mensajero desde que nació la última infantita, según dice Sonia, que para ese tipo de fechas la tipa es un lince. Llaman a la centralita cuatro o cinco personas al día, los desesperados a cuyos correos los Inlocalizables no responden. Y cuando llaman, les tengo que decir que están inlocalizables… en fin, voy a ver el Facebook, a ver qué pasa en el mundo.

Lo de ayer de ir a buscar una tablet rosa, bueno, vale, me pillaba de camino, pero es que hoy la simpática de ella me ha hecho hacerle su compra del supermercado online, que me parece muy fuerte. Me suelta que como no tengo mucho trabajo, que si le podría hacer el favor, que ella esta liadísima con los nuevos clientes, que tiene que preparar una reunión súperimportante para el lunes y que no puede ocuparse de esos detalles. ¿Detalles comer cada día, tener papel higiénico en el baño, gel para bañarse? Cada vez estoy más convencida de que esta mujer es de otro mundo. Pues nada, a ver qué le compro. Que no se me olviden los condones, no queremos otro infeliz por estos andurriales.

Yo flipo. Pero es que esta mujer no tiene fin, menuda boca de pedir, creo que voy a hablar con Pablo, para decirle que esta mujer se está extralimitando. Aunque no sé, seguro que me meto en un lío. Ya veré. Por lo pronto me voy a recoger a su cría al colegio, que me da un mal si me la encuentro llorando porque se ve sola. Pobre, sí que está sola, sí.

Adiós. Lo que me faltaba, menos mal que ha venido mi taxista a recogernos al colegio. Tengo un wasap de Sonia. Después de dejar a la niña en casa tengo que coger su coche, ya que estoy allí e ir a pasar su ITV. No lo he hecho en mi vida, a mí me lo hace papá porque esas cosas siempre las ha hecho papá. No sé, será cosa de chicos. Le pido que me acompañe, es que ni siquiera sé adónde tengo que ir. Madredelamorhermoso.

Cuando he llamado a Maca y le he contado todo lo que me ha hecho hacer mi jefa durante el mes, lo ha flipado. Dice, básicamente, que ella también quiere una esclava. Que quiere su puesto, que está un poco harta de su trabajo y que así no tendría que preocuparse de recoger a los niños del cole, de hacer la lista de la compra, de la propia compra, del coche, de los cumpleaños, de hacer reclamaciones de todo lo que se le rompe o se le estropea, de llamar a la peluquera, de preparar las actividades del fin de semana, de comprar las entradas del cine, y de recoger las chaquetas del tinte. Amén. Luego ya se ha puesto estupenda y me ha echado la bronca del siglo por no ceñirme a mi trabajo, que sea profesional, y que no ande como pollo sin cabeza, que si no me da tiempo a hacer mis cosas, que porqué tengo que hacer las de ella. Que me ponga en mi sitio y que no me aparte de ahí, que sea una mujer como hay que ser. Que si tengo una profesión, que lo haga lo mejor posible y después a casa, a vivir mi vida y dedicarme a mí y mis preocupaciones. Que no soy la esclava de nadie.

No me he atrevido a decirle que este mes la nómina me ha subido quinientos euros. No he dicho ni mu.

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