Trabajar envilece III

¿Quién no se ha querido hundir bajo el suelo ante una situación embarazosa? ¡A nuestra Frida le faltan metros para esconderse este mes!



¡Qué gusto de mañana! Así, sí. Leyendo cotilleos, jugando a apalabrados… Nadie a la vista, bueno, si me ve Pablo me da igual. No dice nada, qué majo es, un poco seco, pero maravilloso. Que tu super te diga cómo bajar el tono del teléfono y que te permita hacerlo porque te ve cara de resaca no tiene precio. Aún no me pide que le devuelva la revista. ¡Qué sueño tengo, por favor!

¿Dónde habré metido el móvil? A ver, he contestado a Maca y he visto que tenía wasaps de Laura, pero antes de contestar tenía que hacer algo, entonces lo he dejado ¿dónde? aquí no está, ¡anda, mira!, el cacao de labios, un euro, bien, para el café. Al lado de la fotocopiadora, ahí podía haberme pasado la mañana buscando en el bolso. ¡Qué majo Pablo, está en todo!

Ni un wasap. No sé qué hacer con Sara. Nunca se puede contar con ella. Ya sé que es un fastidio que tenga que estar de guardia los fines de semana, pero es que no está todos. Y cuando los tiene libre ella, las demás ya hemos hecho planes con otra gente. No sé, el mes pasado lo llevé bien. Un fin de semana con éstas y otro en Casa, es que no puedo de otra forma. A ver cuándo nos ponen el horario europeo de una vez, porque debería estar prohibido trabajar en sábado.

Aaaaah, todavía huelo a su perfume. Pablo sospecha que me he pasado la noche de copas con las chicas, en su vida se imaginará que he estado metida en un taxi. Sin salir de allí, qué maravilla. Y cuando se lo cuente a Sara lo va a flipar. Menos mal que decidió irse a casa caminando y yo hoy tenía que madrugar. Pero si no he dormido ni cinco minutos. Y el pobre no había hecho ni sesenta euros de caja… Es lo más excitante que me ha pasado en la vida. Nunca me había montado en un mercedes, qué bonitos son, qué de cachibaches, qué cómodos, qué amplios, qué calefacción, qué conductores…

Voy al baño. Total, no hay ni una sola llamada, podría pasarme la mañana vagando por la oficina sin hacer nada, bueno, en realidad, no tengo nada que hacer; Sonia no me ha dejado que adelante nada para la semana que viene, conque mejor, así igual me conecto al Facebook y me pongo al día, que desde el miércoles no entro. Otra vez sin papel. Ya está bien, no entiendo por qué los sábados no hay papel, si la limpiadora trabaja de noche. Anda que también, menudo coraje tiene estar aquí sola por la noche. Y la tía se limpia el edificio entero. Pues eso, no le dará tiempo. Cojo papel donde los chicos y voy al nuestro.

 ¡Flipando, estoy flipando!

Me tiembla todo.

Increíble.

¡Qué pasada!

No puedo creérmelo. No sé ni qué hacer. Cuando le he oído venir hablando con alguien ni por lo más remoto me he imaginado que era sobre mí. Pero tiene que ser, sólo estamos los dos en la oficina. Que si qué me he creído que es esto, que vengo un sábado a leerme los cotilleos, será cerdo, ¡si la revista es suya!, que si he bajado el volumen del teléfono porque tengo un resacón que da vergüenza verme, ¡pero si me tomé dos cañas y me fui con el taxista! Lo que tengo es sueño, idiota. Pero, ¿este tío de qué va? Ay, ay, ay, ¿y ahora cómo le hablo yo a este tío? Tierra, trágame, por favor, trágame.

Venga, Sara, contéstame, venga, que necesito que alguien me diga algo, una frasecita de apoyo. Mujer, despiértate, ayer no nos fuimos tan tarde, bueno tú. Yo sí, qué bien huelo…

Me está mirando. Me mira y sonríe. El asqueroso. No eres maravilloso, ni siquiera majo, ni siquiera me caes bien. Tu revista es de hace dos semanas. Rata, compra una nueva.

MLuz

 

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