A contracorriente

Los medios nos aprietan con sus corsés de “cómo debes ser”. Por eso es fundamental que, en medio de este meollo, las famosas y las mismas producciones presenten alternativas.


Ilustración: Javitxuela


«Aquí estoy, una actriz, representando al menos de alguna forma, una industria que pone patrones devastadores sobre todos nosotros. Y no sólo a la gente joven, a todo el mundo. Patrones de belleza, de una buena vida, de éxito. Patrones que, odio admitir, me han afectado. Tienes ideas puestas en tu cabeza, pensamientos que nunca tuviste antes, que te dicen cómo tienes que actuar, cómo tienes que vestir y quién tienes que ser”. – Ellen Page

Estas fueron las palabras de Ellen Page en un discurso cargado de razón y emociones, que no os podéis perder.

 

Este vídeo ha sido altamente difundido. Y, como en declaraciones de esta índole, hay muchas reacciones al respecto. Lo que me llama la atención es que hay gente que las menosprecia diciendo cosas como: “ya ves tú…”, o “no sé por qué tiene que dar explicaciones de nada”. Las personas que realizan este tipo de comentarios suelen justificarse en que la persona famosa no es más que eso, una persona, que tras todas las capas de glamour que pueda tener el ser una cara conocida, detrás hay una persona como tú y como yo. Y desde luego no les falta razón.

Pero, por otro lado, al afirmar que es “tan sólo una persona” lo que no se tiene en cuenta es que, como personas famosas, tienen una repercusión social muy importante: por tanto no sólo son “personas”, se han convertido en agentes de socialización y modelos populares de conducta. Tienen una influencia brutal y, por tanto, en palabras de la propia Ellen “una responsabilidad social” enorme.

Para construir nuestra manera de pensar y de ver el mundo necesitamos modelos que nos digan cómo comportarnos, cómo se ve y se interpreta todo. Esto lo aprendemos de los llamados agentes de socialización. Llegamos sin conocer nada de nuestro entorno cultural, y es mediante ellos que aprendemos a adaptarnos a nuestro entorno. Así asumimos lo que es normativo, lo que debemos ser, y lo que no. Lo que es ser mujer, ser hombre. Lo normal, lo no normal, lo bueno y lo malo. A cómo ser alguien válido, alguien de éxito. Alguien aceptable.

El primer modelo son nuestros padres, que con su manera de vivir, decir y actuar, nos van a influenciar mucho más de lo que podemos llegar a pensar (por eso nos podemos poner tan pesaditos los psicólogos con el tema de la infancia…). Pero no son los únicos agentes socializadores. También está la escuela, los grupos de amistad, el trabajo… y por supuesto, los medios de comunicación. Porque todo lo que vemos en nuestro entorno generará nuestros valores y creencias, a las que nos iremos adscribiendo, con las que nos iremos identificando. Con las que construiremos nuestra perspectiva de las cosas.

Ya sabemos que la mayoría de mensajes que recibimos de nuestro entorno -en especial de los mass media– tienden a encorsetarnos. Nos dicen de manera muy concreta cómo debemos ser, y los vemos absolutamente cada día. En cada cartel publicitario, en cada anuncio de televisión. En la mayoría de películas y de canciones. Casi todas nos dicen lo mismo, y se transmiten unas normas bien claritas. En las que debes encajar, por supuesto.

Y cuando no: situaciones de acoso, sentimientos de culpa, miedos, complejos… e incluso en los casos más extremos todo esto lleva a asesinatos y suicidios. Todas hemos leído casos de palizas a homosexuales y transexuales. Todas hemos leído sobre casos de acoso escolar “al chico gordito” o “a la chica fea”. Porque a la vista de los demás, de las normas, no están bien, no son normales, no son “como deben ser”. Se suelen ver socialmente como personas defectuosas.

Por eso es tan importante que se visibilicen formas de vida, formas de ser y estar, que salen fuera de lo que nos venden como “normal”; que se salgan fuera de la heteronorma -ser heterosexual como lo normal-; que se luche contra la gordofobia; que se nos obligue a seguir sí o sí estilos “femeninos” de comportamiento, y un larguísimo etcétera. Es una forma de decir que no pertenecer a las normas imperantes es también una opción, que no se tiene ninguna tara, ni somos ninguna rareza. Y si a esto le sumas que el mensaje se difunde mucho porque lo ha dicho alguien con repercusión mediática, el resultado es una bomba superpoderosa. Por eso las muestras de las famosas y los famosos de algo fuera de la norma es realmente valioso.

Porque cuando otras opciones se hacen visibles, convierten lo que está fuera de las normas en una posibilidad. Hacen posibles otras maneras de pensar, de vivir y de sentir. Les quitan un poco del estigma que cargan. Validan lo no validado por las normas imperantes. Te abren camino a ser tú. Son una pequeña muestra, una pequeña muestra que se vuelve grande por su repercusión, por su visibilidad. Por su valentía de desmarcarse y decir “ésta soy yo”. Se convierten en referentes alternativos.

Porque todos buscamos referentes, personas en las que sentirnos reflejadas. Pensad en la adolescencia, donde te desmarcas de los modelos parentales para buscar tu propia identidad. Y miras fuera, y te encuentras con que una famosa aparece con su novia del brazo, o que sonríe a las cámaras, es feliz y lleva un vestido precioso sin estar delgada.

En este sentido también me parece fundamental que haya alternativas en las mismas producciones culturales. Personajes como el de Mérida en Brave, que no quiere que se siga la tradición de estar obligada a casarse y es aventurera y domina a la perfección el arco. O Mary Poppins, una mujer independiente y en cuya labor no es destacable su físico.

 

 

Por todo esto me parece admirable que Ellen Page, Ellen Desgeneres, Michael Sam, Patrick Harris, y otros tantos, hablen abiertamente de su homosexualidad. Que Laverne Kox o Lana Wachowski hablen de su condición trans. Que Gabourey Sidibe conteste y arremeta contra aquellos que la critican por su físico; utilizando, además, ese gran arma que es el sentido del humor.

Que la presentadora Jennifer Livingston diera el paso al hablar en público sobre una crítica que recibió sobre su peso. Utilizando su condición mediática para enviar mensajes distintos a los que solemos escuchar, mostrando otras formas de vida, u otras maneras de ser. Son otras formas de ver las cosas, que las erige como personas sensibles y valientes. Mostrándose como referentes para aquellos que no saben dónde verse reflejados.

Este es su poder, el poder de gritar en el mismo medio que las empuja a ser otra cosa, a ser auténticas. A decirnos que lo que nos muestran los medios no tiene por qué ser así, que ellas están metidas en ese mundo, que les ha afectado, pero que han decidido ser ellas y salir y decirte “sé tú”. A utilizar su voz, una voz que llega lejos, para decir lo contrario a lo que nos dictan las normas.

Irene

 

2 Comentarios

  1. Me ha gustado la nota. Sobre todo porque yo era de las personas que piensa que la sexualidad no debe ser noticia ya que si intentamos darle a entender a la gente que es normal resulta un poco contradictorio hacer un desfile sobre algo que se supone normal. Asi tambien pensaba sobre el tema de los famosos. A pesar de que sigo estando encontra de los desfiles del orgullo gay ahora entiendo el poder que tienen las figuras mediaticas de transmitir un mensaje diferente al que suelen hacerlo en peliculas y demas y enseñarle al mundo que esta bien ser distinto. Muchas gracias por ayudarme a crecer.
    Saludos

    • Irene

      Muchas gracias por tus palabras, Magali.

      ¡Un besazo!

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