La hecatombe rosa

¿Estamos sobreexponiendo a nuestras niñas a la cultura del rosa? Hablamos de princesas, juguetes, estímulos y mucho más.


Ilustración: Isa


Últimamente me siento algo desalentada cuando pienso en el futuro de la mujer. ¿Qué será de la mujer dentro de 80 años? ¿Cómo nos comportaremos, cómo sentiremos, qué nos interesará? ¿Habremos avanzado algo en lo que a conquista de derechos se refiere? Si el mes pasado reflexionaba sobre el camino que hemos recorrido las mujeres en el último siglo, ahora me dispongo a poner sobre la mesa algunas pequeñas cosas que veo a diario y que me hacen temer un retroceso. Puede que sea alarmista, negativa o demasiado nostálgica, pero creo que estaréis de acuerdo conmigo en que no nos hacen mucho bien ni a nosotras ni a nuestras hijas, sobrinas, hermanas o alumnas. Yo trabajo en el ámbito educativo con niños y niñas de muy corta edad, doy clases a grupos desde uno hasta ocho años. Lo primero que se hace al recibirlos en la puerta es saludarles, hacerles sentir en su casa. Para ello, las frases más utilizadas son:

– «¡Holaaa, princesa! ¿Qué tal estás hoy? ¡Pero qué requeteguapa vienes hoy con tu vestidito!»

– «¿Qué pasa, campeón? ¿Cómo estamos? ¡Pero qué grandote estás! ¿A que hoy no vamos a llorar? Claro que nooo, ¡ya eres un niño mayor!»

En estas frases veo varios errores, y todos tienen que ver con la perspectiva de género (¡sí, lo habéis adivinado!). Eso de resaltar unas características (guapa, femenina, princesa, delicada) sobre otras (grande, fuerte, machote, campeón) es un clásico y suele hacerse sin mala intención y sin ser consciente de lo que supone. Pero eso no quita que sea erróneo y que deba parar. Ya.

 

«Sé estupenda», «Sé listo».
 

Sí. Mis alumnas son todas princesas. Porque se lo dicen y porque ellas lo piensan. ¿O lo piensan porque se lo dicen?

Cada navidad que pasa me percato más de la evolución que estamos siguiendo hacia «La Hecatombe Rosa». Mis alumnas vuelven a clase después de las vacaciones con los juguetes y la ropa que Papá Noel / Los Reyes Magos les han traido. Y sí, habéis vuelto a adivinar: no hay mucho bueno que reseñar. Barbies, muñecas Monster High, faldas de gasa -tipo tutú- de color rosa, diademas de princesa, maquillaje para niñas… Paro de contar porque me pongo mala.

Es normal: vivimos en la era del consumismo, y la primera regla del marketing es la segmentación. Las marcas dividen a la clientela según sus preferencias y diseñan productos específicos para los intereses de cada segmento. Parece ser que cuanto más se adapte un producto a tu individualidad, más probabilidades hay de que lo compres.

Todas nosotras somos conscientes de la categorización brutal del ocio de niños y de niñas. No hay más que pasar por los pasillos de juguetes de cualquier gran superficie para comprobar que, si eres niña, tus juguetes están en el pasillo repleto de rosa, y que, si eres niño, encontrarás los tuyos en el pasillo azul, rojo y negro. No te aventures en el pasillo azul si no tienes un rabito entre las piernas, y mucho menos se te ocurra aventurarte en el pasillo rosa si es que lo tienes.

El problema que tiene segmentar los juguetes y los juegos por género es que lanzamos la idea de que existen opciones que no están disponibles para niños y niñas a la vez. Enseñamos que existe solo una forma de ser niño y una forma de ser niña, y esto puede tener graves repercusiones en las proyecciones de futuro de nuestra infancia: les limita los horizontes y la ambición.

En lo que respecta a las niñas, la mayoría de sus juguetes les dicen que la belleza es más importante que la inteligencia; que las mujeres estamos hechas para cuidar, cocinar, limpiar y hacer cosas bonitas. Los niños, por su parte, se ven mucho más estimulados, desde el punto de vista cognitivo, con los juguetes que les son «propios».

Según la psicóloga Judith Blakemore, los juguetes «masculinos» estimulan las capacidades físicas, cognitivas, académicas, musicales y artísticas en un mayor grado que los juguetes «femeninos». Y no es que piense que hay nada de malo en cuidar, dar cariño, cocinar o hacer cosas bonitas. Son cosas imprescindibles de la vida que deben tener su reconocimiento y su valor. Pero no son las únicas. Ni son exclusivas del género femenino.

Las mujeres también somos científicas, deportistas, músicas, ejecutivas y activistas. Si no exponemos a nuestras niñas a estos modelos de conducta, las dejamos solas con esto:

 

Katy Perry, ídolo de niñas y pre-adolescentes.
 

Este tipo de divisiones, al margen de limitar las expectativas y las capacidades de nuestros hijos e hijas, también les separan irremediablemente entre ellos. Si una niña celebra su cumpleaños en un sitio como Princelandia, ¿qué pasará con sus amiguitos? ¿Les llevarán sus mamás a una celebración basada en el maquillaje, la pedicura y los pases de modelos? Lo más probable es que ese cumpleaños acabe siendo 100% femenino.

¿Cuántas veces hemos oído decir a niños de tan solo 3 años «No puedo jugar con eso, es de niñas»? ¿Lo hemos normalizado tanto que ya no nos sorprende? Porque debería sorprendernos. Y mucho. Y lo más importante que debemos tener en cuenta aquí es que no se trata de algo natural. Las niñas no llevan en los genes que les deba gustar el rosa, las princesas desvalidas o los tacones de plástico. Hace tan solo 30 años, los anuncios de juguetes eran muy diferentes.

El grado de sexismo que se aprecia en las jugueterías actualmente no tiene precedentes en el siglo XX.

 

Imagen: Let toys be toys
 

Anuncio de Lego de 1981: cuando una niña todavía podía jugar a construir algo que no fuese rosa.
 

No voy a entrar en la sexualización de la infancia, de sus juguetes y sus ropas, porque eso merece un artículo aparte. Me basta, por hoy, con llamar la atención sobre la «rosificación» de nuestras niñas. Me gustaría poder decir que me gusta el rosa, que no tengo en nada en contra de ese color, pero os mentiría.

La sociedad me ha hecho rechazar el rosa, y no creo que eso cambie hasta que las cosas empiecen a verse de otro color para las niñas. Les va el futuro en ello.

Mines

Fuentes

Dear Santa, my daughter is drowning in pink, Revista Forbes – http://www.forbes.com/sites/davidvinjamuri/2013/11/27/dear-santa-my-daughter-is-drowning-in-pink/

Toys play and career choices, Let Toys be Toys – http://www.lettoysbetoys.org.uk/toys-play-and-career-choices/#more-1664

What about boys?, Pinkstinks – http://www.pinkstinks.org.uk/cgblog/10/25/What-about-boys-Part-1.html

The Power of Pink, The Guardian – http://www.theguardian.com/theguardian/2009/dec/12/pinkstinks-the-power-of-pink

 

3 Comentarios

  1. Me gustaría dejar una mala experiencia mía de la infancia… Jardín infantil fiesta navideña. Yo al igual que la mayoría de niñas y niños del curso tenía 5 años, y como todos esperé ilusionada la fiesta navideña y la llegada del ayudante del Viejito Pascuero o Papá Noel como lo llaman por allá. Todo muy bien,él llegó con su bolsa con regalos y comenzó a repartir por lista. Yo, como era la última de la lista, observé como todos recibían su regalo: los niños una caja gigante amarilla, las niñas una caja gigante rosa, todas las caras muy contentas, y yo pacientemente,y con bastante ilusión pueril, esperé mi turno. El anciano pascual me llamó y yo feliz de la vida recibí mi regalo y para mi sorpresa y decepción al quitar el papel descubrí una muñeca en pañales con mantita rosa y mamadera incluida. Creo que mi carita se desfiguró en un mueca malhumorada, tenía cinco años, ni soñando con querer ser madre ni nada relacionado.Y por supuesto mis compañeras muy felices acunaban a sus hijas de plástico. La pista de carreras de los niños tampoco me atraía, nunca me han gustado los autos, la verdad es que yo soy de espadas y de gorilas, gatos y perros de felpa.
    Ciertamente es terrible que se condicione a los niños de esa forma desde tan pequeños y se dé «por echo» que las niñas de cinco años ya quisieran hacerse cargo de un criatura y los niños de una mini-autopista. Asignar de forma tan precoz y arbitraria esa clase de roles, conductas o gustos, en los niñ@s solo es perjudicial para los géneros y estancar nuestra sociedad si buscamos eliminar la violencia de género y una sociedad más igualitaria en todos los ámbitos.
    A Gustavo me gustaría decirle que claramente aquella no era la intención de la autora, si bien es muy cierto cuando se refiere a la palabra «alumno» que lamentablemente tiene un uso muy generalizado sin tomar en cuenta que significa «sin luz»
    PS: debo decir que el afiche de lego me encantó… lamentable que en la actualidad en la ciudad lego la única mujer sea la dueña de la florería, o las princesas o las chicas que van de compras…

  2. Muy cierto y patético al mismo tiempo, que será de las niñas y de los niños con este paradigma que continua de la mano cruel del capitalismo feroz. Sólo quisiera agregar una sugerencia para seguir construyendo un mundo «mejor». La persona que suscribe la nota dice que trabaja en un establecimiento educativo, quiero hacerle sabes que no son «sus» alumnos y alumnas, pues también es un error seguir alimentando la poseción en vez del compartir, ni siquiera son alumnas y alumnos, pues presume que no tienen luz y que el iluminado es el docente y por el contrario me pregunto que sería de nosotros, los docentes, sin la luz de esas niñas y niños con los que compartimos a diario nuestra vida. La sutileza del lenguaje es precisa en una sociedad hipócrita y alienada. Gracias y adelante generando conciencia.

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