Mujer salvaje

Todas tenemos una mujer salvaje en nuestro interior que clama por salir. «Moradora de pasión y supervivencia, de amor crudo y eterno».

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Ilustración: Inés

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Siempre me pilla el toro. Inconscientemente me gusta dejar las cosas para el último momento porque así siento el apremio, la prisa, siento la vida en mis talones, me gusta. Así que mi pobre editora de Proyecto Kahlo (Hello Airin!), tiene que sufrirme porque yo hace poco que decidí vivirme como soy. Sin herir a nadie y sin liarla demasiado parda, pero amarme incondicionalmente se ha convertido en mi  prioridad número uno en las últimas semanas.

Este pasado agosto le han diagnosticado a una de mis tías un cáncer muy agresivo y no creo que le quede mucho en esta tierra y por otra parte mi madre casi se muere, también este verano, de pelos que está aquí con nosotros todavía. Crisis profunda.

Yo pensaba que todos los años que llevo estudiando y aprendiendo sobre crecimiento personal y yoga y meditación y plantas y hechizos me prepararían para algo así, pero la verdad es que no. He estado sumida varias semanas en un estado de pánico congelante y estrés emocional. Miedo, pánico y terror. Pena, susto, ansiedad y espirales de negatividad. Pensamientos repetitivos. Infecciones, migrañas, cansancio, dolor de espalda.

Pero  estos momentos son los que más nos ayudan a crecer, donde realmente, si la dejamos, sale nuestra mujer salvaje. Moradora de pasión y supervivencia, de amor crudo y eterno. Y yo, que he vivido ya bastantes momentos de crisis profunda, la conozco muy bien, y le dejo que tome las riendas de mi vida. Así que me bajo a mis instintos. Tierra, sangre, vida, muerte, nutrición, descanso e investigación. Me quedo ahí en la niebla hasta que despeje solo, hay una lección importante que aprender, agudizo mis sentidos. Y recuerdo las palabras de mi maestra Susun Weed: “Cuando llega la enfermedad, simplemente hay que nutrir y dar tiempo a que las cosas se pongan en su sitio”. Así que yo nutro mi alma y mi cuerpo y espero.

En este proceso me topé con un libro muy antiguo “Usted Puede Sanar su Vida” de Louise L. Hay. Recuerdo ver este libro en la mesita de noche de mi madre cuando yo era adolescente. Creo que ella no le hizo mucho caso, pero a mí me ha cambiado la vida. Para empezar mi plan de autonutrición decidí hacer un poco de yoga suave cada día y escucharlo en versión audio. Me dolía tanto la espalda que era o eso o irme al fisio. Pues bien, lo que empezó como nutrición se convirtió en revelación. Escuchando a esta sabia mujer, me di cuenta de que no me estaba tratando muy bien, que no me quería del todo. Que no me trataba igual de bien que trato a mis hijos… Y decidí cambiarlo. Así sin más. Y cada día me siento mejor. Repito afirmaciones positivas, hago un poco de yoga, escucho audiolibros en momentos que antes desperdiciaba (limpiar, recoger, recoger a los peques, ir en bus etc.) y me cuido como nunca me he cuidado antes. Estoy feliz, y en contacto con ella, la salvaje. Amo mi pelo, mis ataques de mal humor, mi culo redondo, mis canas, mi sentido del humor y mi falta de disciplina innata. Y así puedo amar más y mejor al mundo entero. Me perdono, no me juzgo y así puedo hacer lo propio con mis vecinos y mi madre. Soy más salvaje que nunca.

El concepto de Mujer Salvaje llegó a mí por primera vez al leer “Mujeres que corren con los Lobos”. Libro IMPRESCINDIBLE para cualquier mujer que quiera vivirse plenamente. La Dra. Clarissa Estés nos habla, a través de los cuentos infantiles, de las etapas de la evolución del alma femenina y de la desdomesticación progresiva por la que muchas pasamos, gracias a momentos de crisis. Nos habla de la necesidad imperiosa de conectar con nuestros huesos, de vivirnos y amarnos tal cual somos, sin miedo. Porque en realidad, si lo explicamos muy cortito, lo que diferencia a la mujer salvaje de las demás es la total y absoluta ausencia de MIEDO.

Y tú, ¿de qué tienes miedo?

Con todo el amor del mundo,

Alexia