La mujer y el paraíso islámico

Más allá del género,  el paraíso islámico está basado en la fe y en los actos individuales de las personas creyentes.


Ilustración: Laura F.


4:124 Sura de las mujeres

وَمَنْ يَعْمَلْ مِنَ الصَّالِحَاتِ مِنْ ذَكَرٍ أَوْ أُنْثَىٰ وَهُوَ مُؤْمِنٌ فَأُولَٰئِكَ يَدْخُلُونَ الْجَنَّةَ وَلَا يُظْلَمُونَ نَقِيرًا 

El creyente, varón o hembra, que obre bien, entrará en el Jardín y no será tratado injustamente en lo más mínimo.

Abrir el Corán es algo que solo deberían hacer las personas musulmanas. También debería leerse en árabe, que para eso fue la lengua elegida por Dios para hacer descender su mensaje.  En esto, como en casi todo lo referente al islam, hay diferentes interpretaciones. Y es que si algo ha marcado a esta religión han sido las interpretaciones que acompañan, guían, explican y enredan cada una de las suras (capítulos) y aleyas (versículos) del libro sagrado de los musulmanes.

Dicho esto, he de confesaros que me leí el Corán hace años, aunque he vuelto a él en esta ocasión para explorar el papel de la mujer en el paraíso islámico. Sí, sé que lleva su dosis de topicazo, pero qué queréis que os diga, el tema de qué les esperará a las que sean creyentes musulmanas de mi género me producía curiosidad.

Esta curiosidad partía de dos preguntas básicas y sencillas que me hacía: ¿disfrutará la mujer en el paraíso musulmán de todo aquello que, aparentemente, sé que disfrutará el hombre? ¿habrá limitaciones en el paraíso islámico para las mujeres? Pues bien, como os podéis imaginar, a las conclusiones que he llegado en este sentido son puramente personales y fundamentadas en lo que he leído del Corán, como ya os adelantaba, pero también en referencias bibliográficas de todos los colores que he ido encontrando sobre el tema.

Para empezar, me gustaría aclarar que el paraíso musulmán se presenta en el Corán con todo lujo de detalles; de hecho no sé si hay otro libro sagrado que retrate su paraíso con ese gusto tan descriptivo. Nos habla de su geografía, de dónde está situado, de quiénes podrán acceder a él, de cómo irán ataviadas las personas que entren, qué beberán, qué comerán, cómo es la naturaleza, etc. Nos presenta una serie de referencias paradisíacas que es apabullante y que, a poco que des la oportunidad a tu interior espiritual, te encuentras abstraído por tanto estímulo. Eso sí, no olvidemos que se trata de una recompensa, por lo que el “trabajo duro” en esta vida es lo que da vía libre a su entrada.

El caso es que me puse a leer y a escrutar suras y aleyas que tuvieran que ver con el tema que aquí nos atañe, deteniéndome en aquellas referencias al paraíso y a lo que les espera a hombres y mujeres en él. Igualmente, atendí a algunas interpretaciones que se daban de dichas referencias -cosa que es un lío de eternas discusiones sobre la semántica y morfología de los textos (y eso que me gusta a mí el tema). Todo esto me iba sirviendo para hacerme una idea básica y general: las representaciones del más allá que se dan en el Corán se relacionan con la individualidad, por lo que la recompensa se basa en la fe y las obras de los individuos. Es decir, se promueve una idea equilibrada entre hombres y mujeres en el disfrute del paraíso.

Ahora bien, es cierto que en el mismo Corán existen referencias que dejan ver las limitaciones con las que cuentan las mujeres. Pongamos por ejemplo el controvertido tema de las huríes  -aunque no puedo dejar escapar la ocasión de señalar a los menos conocidos ghilman– que tanto se mencionan al hablar sobre recompensa del paraíso musulmán para los hombres. También está el hecho de que la entrada de las mujeres en el paraíso esté supeditada a una presencia masculina que las acompañe: en varias ocasiones se habla de la entrada del hombre con su esposa al paraíso, a la mujer presentada como la “hermana de…”, “madre de…”, etc.

Entonces, si tengo que retomar mis preguntas autoformuladas: sí, pienso que mujeres y hombres disfrutan (disfrutarán/disfrutarían) del paraíso musulmán por igual; y en cuanto a las limitaciones que encuentren en el disfrute del Jardín, pues igual sí que las hay, sobre todo si tenemos en cuenta que muchas veces la mujer se presenta como “acompañante de una entidad masculina”.

La idea del paraíso, del islam y de la mujer, todo ahí junto y conectado puede resultar abrumadora se coja como se coja, y sin embargo quien más y quien menos parece tener una idea al respecto. En definitiva, para mí toda la idea del paraíso es un poco como poner puertas al campo, y me explico: es cierto que contamos en el islam con una descripción detallada, con una información todo lo específicamente posible que se puede dar al respecto; pero al final cada persona creyente desarrolla su propia idea sobre la fe que profesa, y esta se ve apoyada, a parte de por las escrituras y preceptos correspondientes, por el propio anhelo y curiosidad en los bienestares que les deparan la vida después de esta. Del otro lado, tendríamos el tema del anacronismo y las posibilidades que esto daría para discutir sobre el tema.

Al final tengo que justificar esa maraña de interpretaciones que acompañan al texto sagrado para ayudar a entender mejor su significado; pero aún así, estoy convencida de que no hay ninguna más importante que la que cada uno de nosotros construimos, más aún cuando tiene que ver con algo tan personal e intransferible como es el sentir espiritual.

 

Sura de los Coligados 33:35

إِنَّ الْمُسْلِمِينَ وَالْمُسْلِمَاتِ وَالْمُؤْمِنِينَ وَالْمُؤْمِنَاتِ وَالْقَانِتِينَ وَالْقَانِتَاتِ وَالصَّادِقِينَ وَالصَّادِقَاتِ وَالصَّابِرِينَ وَالصَّابِرَاتِ وَالْخَاشِعِينَ وَالْخَاشِعَاتِ وَالْمُتَصَدِّقِينَ وَالْمُتَصَدِّقَاتِ وَالصَّائِمِينَ وَالصَّائِمَاتِ وَالْحَافِظِينَ فُرُوجَهُمْ وَالْحَافِظَاتِ وَالذَّاكِرِينَ اللَّهَ كَثِيرًا وَالذَّاكِرَاتِ أَعَدَّ اللَّهُ لَهُمْ مَغْفِرَةً وَأَجْرًا عَظِيمًا

Dios ha preparado perdón y magnífica recompensa para los musulmanes y las musulmanas, los creyentes y las creyentes, los devotos y las devotas, los sinceros y las sinceras, los pacientes y las pacientes, los humildes y las humildes, los que y las que dan limosna, los que y las que ayunan, los castos y las castas, los que y las que recuerdan mucho a Alá.

 

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