Palabras que duelen

A fuerza de repetirse, las palabras pueden causar un daño irreparable en nosotr@s.


malas palabras insultos
Ilustración: Estrella


A lo largo de mi vida he recibido muchos insultos. A pesar de todos los motes que me pusieron durante mi infancia y de los años que han pasado, no he olvidado ninguno de ellos. Ni tampoco cómo me hicieron sentir. Dolían muchísimo, mucho más que los empujones en una pelea en el patio del colegio, o que una patada en la espinilla recibida durante una dura entrada de un defensa en los partidos de fútbol en clase de gimnasia.

Una simple palabra podía derrumbar toda mi confianza, construida pasito a pasito, como si un vendaval tirara abajo un castillo de naipes. Recuerdo risas a mi costa, apodos crueles y comparaciones odiosas. Siempre se dice que l@s niñ@s son crueles, y yo misma me he metido con algún compañer@ de escuela alguna vez, seguro. Son peleas y roces diarios que ocurren. Pero cuando una se convierte en el blanco de palabras dañinas día tras día, durante años, las consecuencias se hacen notar. En mi caso, llegan hasta hoy mismo.

Recuerdo que cada año nos hacían un test psicológico en el colegio. En él se evaluaban nuestras capacidades intelectuales y también nuestro estado emocional. Mi autoestima siempre tiraba a la baja, y se vislumbraba que había algo que no me hacía feliz. Durante uno de los cursos, cuando tenía unos nueve años, todas las semanas iba junto a algun@s de mis compañer@s a una sesión con la psicóloga del colegio. Allí nos proponían ejercicios para mejorar nuestra autoimagen y para que ganásemos confianza. Todo eso se deshacía en pedazos cuando recibía el siguiente insulto.

Por suerte, los años hicieron que la madurez se sobrepusiera a la crueldad, y pasaron muchos años en los que me sentía cómoda en mi entorno y nadie me insultó, ni siquiera cuando entré nueva e inocentona en un instituto en el que no conocía a nadie. Parecía que todas esas malas experiencias eran cosa del pasado y sólo se quedarían en mis recuerdos más tristes. Pero no. Aprendí que hay gente que simplemente busca dañar. Que una puede estar en la calle tomando algo con sus amig@s y que un chico puede acercarse a ti, con intenciones de ligar, para terminar haciendo un comentario ofensivo sobre tu cuerpo y alejarse entre risas con sus amigotes. Que puedes ir por la calle a la salida del trabajo y que dos chicos que van haciendo el tonto con un megáfono lo utilicen para convertirte en el hazmerreír de la gente que pasa por la calle. Que en uno de los días más especiales de mi vida, el de mi graduación, me volví llorando a casa mientras mi chico me consolaba porque unos indeseables me insultaron a gritos, una vez más. Simplemente por ser como soy. Simplemente por ser gorda.

Creo que la gente no es consciente del daño que puede hacer un insulto o una mala palabra. Imagina llamar esquelética o palillo a una chica que lucha contra la anorexia, maricón a un chico que sufrió acoso en la escuela por ser homosexual, o gorda a una chica que tiene muchos problemas para adelgazar. Aunque todas esas experiencias nos hagan más fuertes, cada nuevo insulto puede suponer un paso atrás y traer consigo una serie de recuerdos desagradables.

A mí personalmente, cada nuevo insulto me hace perder confianza en mí misma, pero, sobre todo, en los demás. Llevo toda mi vida luchando para conseguir que todos esos insultos que me afectaron tanto dejen de afectarme. Batallo cada día para que mi aspecto no condicione mi forma de comportarme con los demás, e intento no achacar las cosas negativas que me ocurren a mi aspecto físico; porque a veces puede que influya para mal, pero no siempre es así. Y tengo que aprender a relativizar las cosas.

Sé que puedo conseguir que esos insultos dejen de perseguirme. Aunque aún haya momentos de flaqueza, poco a poco voy dejando los sentimientos negativos atrás. Y me quiero. Y, sobre todo, mido mis palabras para no herir al resto de la gente porque una palabra puede hacer más daño que el más grande de los bofetones. 

Eloísa

18 Comentarios

  1. Creo que me siento identificada con el tema, pero de una manera distinta. En mi caso no tuve problemas con ser gorda, pero gran parte de mi vida fui tachada porque mi cuerpo tuvo curvas a muy temprana edad. Ha sido una lucha constante en mi vida, pues nunca faltaba quién te hiciera un comentario desagradable caminando por la calle. Y aun el comentario de alguno que intentó salir contigo y al ser rechazado argumentaba lo puta que eras… en fin. Historias como esas me rondaron y aún me rondan.
    Lo que puedo decir es que he aprendido a amarme como soy y he dejado de esconderme en ropa extra grande para esconder mi figura.
    Estoy consiente de que si no me criticaran por mis senos y caderas grandes, se buscaría otro motivo para ofender.

  2. Me siento totalmente identificada.
    Tengo 47 años y de pequeña sufri los insultos de llamarme gorda, culo gordo, tetas gordas. Crei ahi que mi fisico era importante para gustar asi que a los 15 años hice un regimen muy severo. Sufri anorexia y bulimia. No me trate nunca. De la anorexia sali. Lo que mas me costó es salir de la bulimia. Pude salir de ella cuando decidi tener un hijo. Ahi me importosu vida, era necesario nutrirlo. Aun hoy estoy delgada y se que es importante llevar una buena nutrición. A la vez aun siento por dentro ese estas gorda culo gordo…es una lucha ….
    Gracias.

  3. La misma historia aquí. Llamada gorda, vaca, foca, toda la vida. Marginada por estar un poquito fuerte. Me destruyeron la autoestima durante unos años, la cual me está costando verdaderamente recuperar. Ayuda bastante que mi historia ha sido un poco de «patito feo», con la juventud he mejorado mucho y sé que soy guapa, pero el control de mi peso (he adelgazado bastante de pura desesperación y casi autodestrucción) me produce ansiedad continua y me lleva a exigencias altísimas. También, por otra parte, me ha producido un rechazo y temor a los niños. Entre los 15 y los 21 años tuve que escuchar comentarios hirientes de niños cercanos atacando algunas de mis características. Era patético tener que irme medio llorando porque una niña de 7 años me había dicho que tenía la nariz grande. A veces creo que nunca podré tratar con niños, simplemente no quiero relación con ellos. No creo que sea sólo una cuestión de educación. La crueldad es humana y se lleva desde el nacimiento de un modo u otro.
    Ánimo a todxs. Somos muchos los que pasamos por lo mismo, no estamos solos

    • Eloisa

      Ánimo para ti también, Isabel. Yo no quiero pensar que la crueldad sea humana y la llevemos desde que nacemos. Más bien pienso que se educa a esos niñxs a mirar de una manera determinada; a que su valía depende en gran parte de su apariencia. Lo maman todos los días de un modo u otro. Y atacan al diferente. Pero yo creo que hay esperanza; sobre todo en los que vienen. Seguro que nosotras no cometemos los mismos errores. Eso quiero pensar 🙂

  4. Es tan cierto, en mi experiencia personal algunas palabras me han marcado tanto, y más cuando vienen de tu propia familia. Cuando era niña siempre fuí inquieta, curiosa, habladora, pero para mi familia era insoportable, recuerdo que me ponian apodos, y me los repetian cada vez que veían un comportamiento que no les gustara. Luego en la escuela no mejoro la situación, las propias chicas me pusieron un sobrenombre tan hiriente que me duele recordar. Y aunque ahora tenga 25 años, y haya superado muchas cosas en mi vida, no deja de ser doloroso recordar todas esas cosas que de pequeña no entendía, y termine creyendomelas, para pasar un adolescencia autodestructiva. Ahora podría decir que son cosas del pasado y que cargar con ellas es innecesario, pero dentro de mí hay una niña herida por culpa de las palabras. Ahora trabajo con niños y adolescentes, me puedo ver en muchos de ellos, y nada me da más satisfación que tratarlos con cariño, con respeto.

    • Es cierto lo que dice Milena, también fue una chica habladora, curiosa… como te descriviste, y también sufri en oir las malas palabras que me decian, pero el peor es que mi hijo es igualito y yo estoy haciendo lo mismo que hicieran conmigo, y sólo ahora me dé cuenta, después de leer lo que escriviste. Ahora estaré vigilando mi comportamiento y se las acciones de mi hijo molestar a alguen, me esforzaré a explicarle lo que pasa, y juntos tentar cambiar de accion para no más molestar. Lo siento por mi niño, y por ti Milena y por mi, no quiero que mi hijo sufra como sufri, pues es muy dificil la superación.

    • Eloisa

      Milena, esas cosas te marcan para siempre. Yo sigo teniendo muchas inseguridades por este motivo; cuesta dejar esa carga atrás. Nos queda intentar inculcar otras cosas a los que vienen detrás y aprender día a día a querernos. Todas somos perfectas con nuestras imperfecciones. Un abrazo.

  5. Conozco absolutamente esa sensación de estar fuera de lugar. En mi caso mi infancia fue asquerosa sólo por ser una niña tímida y más bien feilla. Pero tengo que decir que las personas que recibimos una infancia así, generalmente acabamos en sitios como este, apoyando y recibiendo apoyo de verdaderos luchadores y luchadoras, porque estas cosas siempre nos hacer madurar más rápido y cuando se supera se acaba fortaleciendo una personalidad a prueba de hostias. Muchísimo ánimo, hermana.

    • Eloisa

      Mucho ánimo para ti también. Reconforta mucho ver que no estamos solas, ¿verdad? Que nada ni nadie nos haga creer que valemos menos por una cosa tan trivial como el físico. Un abrazo.

  6. Sabes te entiendo tanto pues yo sufrí lo mismo cuando era niña y realmente te marca… pero tu sabes como es cuando ademas de los crueles niños de tu escuela te jode tu familia imagina como es tolerar eso en la escuela y luego al llegar a casa que te repitan esos insultos y golpes día a día, herman@s, prim@s , ti@s «que según te quieren»… pero debo reconocer que eso me fortaleció de alguna manera… crecí y me obsesione por bajar de peso… logre llegar a mi peso «ideal» (aunque debo confesar que jamas te dejas de sentir gorda… nunca pues esas malditas palabras y burlas se te entierran muy profundo) y pues a todos ellos les demostré que lo gorda se te quita, pero lo idiota no, ellos siguen en su mundo retrogrado y yo muy pero muy lejos de todos, ahora soy madre y educo a mis hijos para que no sean unos malditos que discriminan y hieren a personas por ser diferentes o no seguir un estereotipo, pero sobre todo para que se valoren tal y cual son sin que dejen que esas malditas palabras crueles los dañen de por vida…

    • Eloisa

      Gi, esa es otra… Siempre, incluso con tus amigos o familia, te tienes que enfrentar al eterno «deberías adelgazar por tu bien». Yo creo que una no está gorda, sino que es gorda, y por mucho que adelgaces, siempre serás gorda. Es una especie de estado mental. Yo ahora he adelgazado bastante por diferentes motivos, pero sigo viéndome como era, e incluso he tenido que descambiar ropa porque me la he comprado más grande. Porque no cambio el chip. Porque he crecido siendo catalogada como gorda. Me alegra ver que hay gente como tú que inculca valores positivos a sus hijos. Un abrazo.

  7. Las palabras son muy poderosas, tenemos que ser conscientes del uso que hacemos del lenguaje. Como dice el Dr. Miguel Ruiz en su libro Los Cuatro Acuerdos: «Sé impecable con tus palabras». Creo que es muy importante inculcar eso a nuestros hijos también.

    Me identifico mucho con lo que has escrito, requiere mucho valor compartirlo y te doy las gracias por ello.
    ¡Un abrazo!

    • Eloisa

      ¡Gracias a ti, Lentes Rosas! Me encanta la frase que compartes, me parece ideal. Un abrazo fuerte.

  8. Muchas veces se dice que los niños son crueles, pero yo lo que pienso es que eso depende muchísimo de la educación que reciba cada uno en su casa. A mí hay muchos niños que me han machacado el autoestima igual que a ti desde pequeña, pero también muchos padres de esos niños, haciéndome sentir menos, que no era digna de nada, que no merecía lo bueno que llegaba.
    Pero, ¿sabes qué?, ahora soy yo la que siente pena por ellos, la que les hace saber que ellos sí se merecen lo malo que les llega a ellos, la que sabe que ellos no soportarían ni la mitad de las situaciones en las que ellos me pusieron a mí. Y no a modo de venganza, por suerte no tengo tiempo de odiar a nadie.
    Eres fuerte, más fuerte que ellos. Sé consciente de eso y no te hará falta nada más. Con el paso del tiempo he descubierto que insultar y ridiculizar a otros no es más que el reflejo de las propias inseguridades del que lo hace. Se creen mejores si te hacen ver que tú eres peor, el problema es creerte lo que dicen.

    • Exacto creo que una persona que se siente bien y segura consigo misma no necesita descalificar a los demás así porque sí y mucho menos por su aspecto físico.

    • Eloisa

      Sara, muchas gracias por tu comentario. Llevas toda la razón; muchas veces los que se meten con otras personas simplemente reflejan sus inseguridades; pero en el tema físico creo que también hay detrás otra serie de factores. Las personas gordas, en general, son rechazadas, incluso dan asco. Y una chica gorda que encima decida pasar de los demás y vestirse con un escote o falda corta, desafía a una sociedad patriarcal que nos dice cómo mirar. Y eso no gusta. Pero debemos seguir haciéndolo para demostrar todo lo que valemos y lo fuertes que somos!

  9. Yo también sufrí apodos e insultos desde pequeña, pero no por mi aspecto físico (que también, cosa que aún hoy no logro comprender, si soy perfecta 😉 ) sino por mi forma de ser.
    Que prefieras leer, que te gusten temas «no acordes» a tu edad, o que no te guste dejarte dominar por las hormonas también te hace blanco de los crueles.
    Llegaron hasta a pegarme, tuve muchos problemas de autoestima y aunque aún hoy noto la huella que me dejaron, soy perfecta como soy. Me gusto, me quiero y adoro mi forma de ser y de pensar.

    • Eloisa

      ¡Hola, Anerol!

      Sí, no te creas, que yo también he recibido burlas por mi forma de ser… Lo que pasa es que me afectaron menos, quizá porque estaba orgullosa de cómo era. Con el tema gordura sí que lo he pasado mal… Y estoy aprendiendo a quererme 🙂 Gracias por tu comentario

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